ISSN 2605-2318

Entrevistas

Entrevista con Diego Ramos


21/12/2016

Entrevista. Acaba de ganar el Premio del Colegio de España en Paris 2016. Vive y trabaja en Alemania y se perfila como uno de nuestros jóvenes compositores más interesantes. Hemos hablado con Diego Ramos y esto es lo que nos ha contado.


1. Ruth Prieto: Acaba usted de ganar el Premio del Colegio de España en Paris 2016: ¿qué significa este Premio para usted?

Diego Ramos: En primer lugar, es una alegría y un honor. Estoy verdaderamente agradecido y entusiasmado por esta oportunidad de presentar mis propuestas al público en unas muy buenas condiciones y en lugares en los que hasta ahora no había podido hacerlo. El momento de recibir el encargo de una nueva pieza es siempre especial para mí. ¡Qué decir si además es en este contexto! Descubrir gente a la que le interesa lo que hago me ayuda a afrontar el proceso creativo con decisión e ilusión, sabiendo que al otro lado hay personas con las que puedo establecer un contacto directo a través de la palabra y de los sonidos. Para mí, ser músico consiste en canalizar la imaginación, la creatividad propia y ajena y la comunicación, y eso solo es posible mediante el diálogo de todas las partes implicadas.

Por otro lado, siento este premio como un reconocimiento a una determinada manera de hacer las cosas y de entender mi vocación, que sigo no siempre sin dudas pero sí con convicción.
"Este premio supone un impulso hacia adelante, ¡pero el camino nace a nuestros pies y no he hecho más que dar los primeros pasos!"





2. R.P.: ¿Son importantes los premios para los compositores?

Diego Ramos: Supongo que depende de la situación de cada uno, de las ambiciones y las expectativas profesionales. Para mí, los concursos suponen un aliciente en varios sentidos: en primer lugar, me hacen revisar piezas anteriores, o por lo menos mirarlas con ojos renovados de cara a presentarlas a alguna convocatoria. En cierto modo, eso me permite mantener el equilibrio entre mirar adelante pensando en la próxima obra y reflexionar sobre el camino recorrido. Presentar una composición mía a concurso me hace ponderar su valía, tomar distancia, preguntándome a mí mismo si fui lo suficientemente exigente, riguroso y creativo. En algunos casos me planteo incluso hacer pequeños retoques, aunque la mayoría de veces simplemente utilizo lo aprendido para la siguiente obra.

Por otro lado, la perspectiva de conseguir un encargo o un estreno es alentadora e ilusionante. Considero que la función más importante de un premio de composición es abrir a los autores al público y dar a conocer su obra mediante la interpretación de las obras premiadas o el encargo de una nueva pieza. El arte es, más que nada, una forma de comunicación entre creadores, mediadores y público. Si observamos los concursos desde este ángulo, la posible recompensa económica pasa a ocupar un lugar secundario y la difusión de la música adquiere una dimensión mucho más relevante: esa parte es sin duda la que más valoro y la que más me interesa y me motiva a la hora de presentarme a un concurso.

3. R.P.: Actualmente vive y trabaja en Alemania, ¿en qué proyecto está trabajando allí?

Diego Ramos: Llevo viviendo algo más de seis años en Alemania, más de la mitad de mi periodo formativo ha transcurrido ahí, y es donde tiene lugar casi la totalidad de mi actividad profesional y de mi vida personal. Como violinista, colaboro con varios ensembles, entre ellos el Ensemble Modern de Frankfurt, con el que acabo de terminar una gira con la Dresden Frankfurt Dance Company, y doy conciertos regularmente como miembro del Cuarteto Isenburg, el Cuarteto Améi y el Dúo Mondstein. Además, en estos momentos me encuentro realizando un Doctorado en Musicología en la Universidad Goethe de Frankfurt, con una tesis sobre indicaciones verbales-textuales en partituras del siglo veinte, un proyecto a largo plazo al que dedico todo el tiempo que me es posible.

Asimismo, a principios de este año 2016 inicié una colaboración como asesor de la Netzwerk Neue Musik Baden-Württemberg, institución que, entre otras cosas, ha puesto en marcha una base de datos para difusión de música contemporánea entre estudiantes y músicos aficionados, con comentarios metódicos y pedagógicos enfocados al estudio e interpretación de las obras propuestas. En cuanto al ámbito compositivo, este año he escrito varias piezas a solo y de cámara y he comenzado a combinar mis facetas interpretativa y compositiva mediante la improvisación y la interpretación de obras propias, cosa que hasta ahora no había hecho muy a menudo.

4. R.P.: Frankfurt am Main, ahora París…  ¿es tan complicado hacer cosas en España ahora?

Diego Ramos: Como he dicho, llevo bastante tiempo en Alemania y me resulta difícil juzgar o tener una opinión realmente formada, más allá de referencias relativamente externas. En mi caso, quizás haya sido mala suerte o que no se haya presentado hasta ahora la oportunidad. Pero quizá (ojalá) esa tendencia se esté invirtiendo: en 2015 tuve la suerte de que una obra mía fuera interpretada en la Fundación Juan March de Madrid y el Premio del Colegio de España también incluye un estreno en una ciudad española en los próximos años.

La perspectiva de ser más activo profesionalmente en España me hace por supuesto mucha ilusión: es ahí donde he crecido, donde tengo a mi familia, donde he dado mis primeros pasos como músico, de los que guardo muy buenos recuerdos y enseñanzas que me siguen acompañando hoy en día, y además han sido becas y ayudas nacionales las que me ha dado la oportunidad de formarme y desarrollarme fuera. Así que la idea de volver a los orígenes, casi teniendo la sensación de no haberme ido del todo, me motiva y me entusiasma.

Hace seis años marché a Alemania con la intención de aprender, beber de nuevas fuentes y crecer como músico. Y así fue: en esos primeros años tuve la oportunidad de conocer un nuevo entorno en el que gente de todos los rincones del mundo confluye y se mezcla casi indistintamente: el panorama musical alemán está lleno de nombres internacionales como Vito Zuraj, Sergej Newski, Unsuk Chin o Elena Mendoza.

Aquella fue una etapa de descubrimiento y aprendizaje para mí, en la que pude adquirir consciencia de lo ancho que es el mundo y, sin embargo, lo fácil que puede llegar a ser comunicarme y empatizar con aquello que antes me parecía muy lejano. Miraba a mi alrededor tendiendo la mirada al futuro. Sin embargo, en 2015 participé en un maravilloso proyecto junto al Ensemble Modern y ocho compositores indonesios cuyas propuestas bebían tanto de la tradición propia como de la europea, amalgamándola de la manera más natural y convincente del mundo. De hecho, de ahí provenía la fuerza creativa de su discurso, independientemente de la inclinación estética o el refinamiento técnico: esa fue una de las lecciones más valiosas que pude aprender. Desde ese momento, la cuestión del acervo, la herencia cultural y el pasado artístico han empezado a adquirir relevancia para mí y están ensanchando mi horizonte creativo.

Quizá hasta ahora no haya sido del todo consciente de la dificultad de hacer cosas en España porque no me había cuestionado la importancia que eso pudiera tener para mí. Pero ahora voy teniendo claro que las raíces siempre están ahí y que sigo ligado a ellas, inconscientemente, incluso cuando, a veces, decido renunciar a ellas por un momento.

Volviendo a la pregunta: quizás, institucionalmente, nuestro país no favorezca o no dé facilidades a la creación musical tanto a como otros ámbitos. Sin entrar a juzgar la necesidad o la justicia de esa situación, me quedo con las personas con las que he tenido la oportunidad de trabajar en España, personas comprometidas, serias, que me han ayudado a mí y a otros muchos a llegar adonde estamos y cuya labor artística y pedagógica admiro. Con estas personas siempre estoy dispuesto a colaborar, sea en España, en Alemania o en cualquier otro lugar.

5. R.P.: Con respecto a la Música Contemporánea: ¿qué le falta a la política cultural española?

Diego Ramos: No sé mucho de política cultural, pero creo que la palabra fundamental es "cultura", un fenómeno muy difícil de definir, de explicar, de compartimentar y por lo tanto de politizar. Mis experiencias en otros países me han enseñado que en cada lugar se presentan oportunidades, retos y dificultades diferentes.

Los alemanes llevan la música clásica en las venas, es una tradición nacional apoyada por instituciones públicas y privadas, así que hay más oportunidades pero el nivel de exigencia y de competitividad son también superiores, ya que se fomenta la calidad independientemente del lugar de procedencia.

Por el contrario, en Suiza, encrucijada de culturas europeas, u otros países, se apoya por lo general a compositores e intérpretes nacionales que fuera de sus fronteras no tienen tanta presencia en las programaciones, dejando quizás algo de lado a creadores de los países vecinos. En países más alejados como Japón, la tradición europea se toma, se acepta y se interioriza mezclándola con la cultura propia, lo cual da lugar a resultados sorprendentes y muy imaginativos, aunque las instituciones culturales del país no sean siempre (o todavía) del todo conscientes de esa actividad en ebullición.

Creo que el vigor de las manifestaciones culturales españolas actuales e históricas está fuera de toda duda: en el ámbito de las bellas artes, la literatura, el teatro, la danza, el cine o la música no faltan talento ni capacidad de trabajo, y es una delicia visitar los numerosos museos y exposiciones de categoría internacional que pueden encontrarse casi en cada ciudad. En cuanto a la música contemporánea, creo que es bueno buscar un modelo propio que interese, ilusione y haga ponerse de acuerdo y comprometerse a todas las partes implicadas. La cuestión es: ¿qué podemos hacer nosotros para crear ese modelo? Diría que, en todo caso, ir pasito a pasito, empezando por uno mismo y siguiendo por las escuelas y los conservatorios. En otros países, la mayoría de orquestas y ensembles tienen programas pedagógicos y de difusión que acercan la música a la infancia y a nuevos públicos a través de conciertos, talleres y otras actividades.
"En ese aspecto, es la combinación de excelencia artística y compromiso pedagógico lo que crea interés."





Seguramente me equivoque, pero me parece que organizar más conciertos y festivales con un formato tradicional e invertir más dinero en ello no sería necesariamente la receta del éxito. Considero más importante formularnos la siguiente pregunta: ¿qué es lo que puede ofrecer la música contemporánea que no tenga la música clásica de concierto u otras formas artísticas?

Para mí es, más allá de ambiciones estéticas, la curiosidad por el sonido, pero también la posibilidad de crear una experiencia creativa compartida, de la que se puede formar parte activamente con un mínimo de entusiasmo y sin apenas conocimientos previos. Un enfoque interactivo, desenfadado pero intenso llevaría muy lejos; el rigor académico es necesario, pero en un etapa muy posterior. También, por qué no, llevar la música contemporánea a nuevos espacios, como salas de exposiciones, teatros, locales alternativos; crear el contexto adecuado para el disfrute pleno de esta experiencia, quizás en combinación con otras artes afines, como la danza, el teatro, el circo, el cine y las artes plásticas, y convertir a la música y a los músicos en verdaderos canalizadores de la creatividad y la imaginación. Suena a utopía, pero la ventaja que eso tiene para mí es que cada pasito adelante es un triunfo que me reafirma en la convicción de que es posible.

6. R.P.: ¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Diego Ramos: Mis próximos proyectos incluyen varios encargos para la Academia impuls en Graz (Austria), el Festival Ultima en Oslo y solistas del Ensemble Intercontemporain en París, además claro está de la nueva pieza para el Colegio de España. Además de eso, el año que viene le daré un buen impulso a mi tesis doctoral y actuaré en varios conciertos en Alemania, Bosnia y Noruega, entre otros como violinista del Cuarteto Améi (en 2017 cumplimos cinco años de actividad). El año que viene será muy ilusionante, es un gran honor y una suerte poder trabajar tan de seguido con músicos tan excepcionales en entornos tan diferentes. Es trabajo duro, pero también muy satisfactorio. Además, con un poco de suerte, continuaré también mi labor de asistente del compositor Helmut Lachenmann que inicié a mediados de 2014 y que ha seguido de forma intermitente hasta hoy.


 

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