8. R.P.: Parece mentira que a estas altura tengamos que estar hablando de esto pero, ¿por qué la música y la cultura es importante para la sociedad?
Fabià Santcovsky: Si me permites la irreverencia en relación a la formulación de la pregunta, yo propondría que nos recordáramos que la cultura y la música no son ni dejan de ser importantes para la sociedad, sino que son maravillosamente estructurales e inevitables en ella. No conseguiremos valorar la cultura y la música si no recordamos esto y neutralizamos todo debate sobre cuán importantes o cuán prioritarias son.
Para mí, la cultura, en el sentido en el que la comentamos ahora (como creación, como arte, como cultivo y alimento de la mente, de los sentidos y del espíritu) es como el agua; donde hay vida no falta, corre y se infiltra llegando siempre tan lejos como le sea posible; no se detiene por malas que sean las condiciones, porque si no es ramificándose de un modo se ramifica de otro. Y como la creación de cultura no nace de la lógica de lo financiero, los que la hacen la siguen haciendo más allá de toda precarización (y más allá de todo lujo también), lo que de algún modo es un sino, que conlleva estragos a nivel práctico en un mundo en que la cultura se monetiza a la baja o a la nada, pero este sino nace de lo más virtuoso de ella.
Uno piensa que deberíamos poder organizarnos como sector, pero eso de nuevo es aplicar la lógica de lo comercial, eso implicaría que como colectivo nuestro objetivo es vender algo, y no creo que la cultura ni el arte se vendan, sino que se comparten, aunque el que la cree pruebe de intentar vivir materialmente a través de un valor económico asociado a ella. En todo caso hay que recordar que quienes nos dedicamos a hacer cultura también tenemos que poder tener un lugar en esta economía de mercado, pero nunca pensar que hay una importancia entredicha porque la cultura es un aspecto estructural de la sociedad, no una opción.
Quien quiera menospreciar la importancia o la propia existencia inherente de la cultura proyecta perversamente y corruptamente una idea de distinción entre una cultura útil y válida y una no útil y no válida, y sobre todo, se engaña en la inconsciencia de quien se nutre de un fruto de la labor de los demás sin reconocerla. Eso desde luego hay que responderlo en lo cotidiano y denunciarlo en lo político, pero nunca olvidarnos de que no hay contingencia en su valor.
9. R.P.: ¿Por qué se infravalora tantas veces la cultura, el trabajo del artista…?
Fabià Santcovsky: Un poco en la línea de lo que decía antes, mencionaría que creo que la cultura no se comporta con una lógica que el capitalismo pueda engullir verdaderamente, aquí la separaría del entretenimiento, aunque haya formas de entretenimiento que puedan integrar o albergar el arte y hacer espacio al sentimiento, a la conexión y a la reflexión.
Creo que el capitalismo financiero ha logrado algo mucho más oscuro y perverso de lo que a menudo se comenta a nivel popular o mediático. El verdadero monopolio del capitalismo financiero actual es el monopolio de lo simbólico. El porcentaje en bolsa, la puntuación por la agencia de análisis, el dígito en la cuenta corriente. Eso ha desterrado de toda posible valorización otras cosas que dependen de su dimensión simbólica para poder, aunque sea algo impropio de ellas, ubicarse como “productos” en un mercado o como “servicios” en una sociedad.
Creo que es mucho más grave la sobrevaloración de algunos sectores, trabajos y actividades que la infravaloración de otros, o en todo caso, es que creo que una cosa no existe sin la otra y la causa original de la segunda es la primera.
En esta infravaloración la cultura no está sola: están la ciencia en general, el sector sanitario, la enseñanza y la educación, y tantos otros ámbitos, muchos de ellos muy centrados en la dimensión relacional humana, en la atención al que aún no se vale por sí mismo o al que busca o necesita ayuda, conocimiento o cura. Hablamos mucho de la mala distribución de la riqueza y muy poco de la mala atribución del valor. Este capitalismo es, ante todo, deshumanizado y antihumanista.
10. R.P.: ¿Qué papel van a jugar las plataformas digitales, el streaming, la tecnología ahora mismo tras el confinamiento? ¿Tendrán utilidad estas herramientas tecnológicas en el futuro cercano y cuando la pandemia acabe?
Fabià Santcovsky: Estoy convencido de que sí. Y aún así no todas las infraestructuras y personas se habrán puesto al día de la virtualidad y la digitalización tras acabar esta pandemia. Vendrá otra circunstancia que lo incentivará nuevamente. Mientras no provoquemos un invierno nuclear, la tecnología avanzará en su propia dirección, que es implacable. La tecnología la hacen aquellos de nosotros que crean e investigan siguiendo una lógica determinada que tiene su forma de desplegarse desde la eficiencia y desde la funcionalidad. Es uno de los lenguajes de este universo, el de la adaptación por mejora y refinamiento en su eficacia y eficiencia. Lo que quiero decir es que los avances tecnológicos raramente son caprichosos, su sentido es su solidez, ocurren optimizándose y para cubrir necesidades preexistentes o generar posibilidades muy anheladas, y por eso vienen no sólo para quedarse sino para mejorarse, expandirse y hacerse más presentes, siguen una lógica de retroalimentación y de avance.
11. R.P.: ¿Saldremos de todo esto mejores?, ¿qué ha aprendido usted en todo esto?
Fabià Santcovsky: Intento aprender otra vez a no juzgar y a aprender otra vez a aceptar, por si se me había olvidado, que las cosas no siguen el rumbo de nuestras expectativas sino su propio rumbo.
Sobre si saldremos, sí (crucemos los dedos), pero mejores, no lo creo, ni peores. No me parece que esta pandemia haya generado un cambio de consciencia de fondo en la humanidad. Mientras nuestra especie no dé un salto evolutivo de verdad, creo que ya podemos estar agradecidos de un “saldremos”, sin adjetivos.
Me permito aquí igualmente compartir una corazonada un poco distópica. Esta pandemia tiene tono de preludio a retos mucho más desafiantes. Es el perfecto toque para contribuir, junto con cosas que aún no podemos predecir del todo, a acabar de desequilibrar un sistema globalizado que juega con el límite de los gobiernos y de las personas, que vive endeudado y es fraudulento consigo mismo y con el planeta.
12. R.P.: Avances tecnológicos, comunicación… ¿cómo se imagina los conciertos del futuro?, ¿habrá cambios en la experiencia artística?, ¿en los conciertos?…
Fabià Santcovsky: Si mi memoria no lo ha distorsionado, recuerdo leer a Valéry decir algo en relación a cuán inimaginable sería para él la forma que tomaría el arte en el futuro. A mí me pasa lo mismo. Y a ambos nos diría que también se dará la coexistencia. Mientras seamos humanos, nos juntaremos a escuchar música, aunque haya otra iluminación, otra acomodación, co-espectadores virtuales, (algunos) artistas holográficos en el escenario, etc.
"La experiencia artística para mí no sucede en el escenario o en la platea, ni siquiera tanto en la carne de las personas, sino sobre todo en el espíritu, y habrá siempre alguien siguiendo un concierto por streaming más conmovido que algún espectador en primera fila."
Por otro lado, sólo de pensar que existen tecnologías virtuales de altísima definición y que los ordenadores que las permiten aún pasarán otra revolución (la cuántica), no puedo evitar pensar que el arte deberá poder hacerse nicho también generando mundos de experiencia, torciendo, reformulando, estilizando todo aquello que permitan generar lo que en un inicio se haya concebido como funciones prácticas de una tecnología dada. El arte también encuentra su camino para subvertir la funcionalidad de las cosas y convertirlas en espacios, cuerpos y significados hechos para la admiración, la contemplación o la conmoción.
13. R.P.: ¿Qué espacio tiene la música de vanguardia en la nueva normalidad, en los futuros conciertos?
Fabià Santcovsky: Me resulta muy interesante esta pregunta, plantearla podría parecer algo tan obvio como para eludirla, y no es obvia en absoluto. Primero de todo, cabe decir que la vanguardia será de las primeras en plantear extremos de toda esta dimensión tecnológica y virtual, de un modo artístico, especulativo, experimental, innovador, y eso de por sí tiene valor y habrá que hacerlo valer.
Pero creo también importante comentar la parte más política de esta pregunta. ¿Acaso no vive la música de vanguardia en una cronificación de una cierta marginalidad? ¿Cómo algo que de algún modo parece haberse instalado en un estado crítico sobrevive o se adapta ante una crisis de orden superior, del sistema en el que habita de un modo ya muy restringido?
Puede ser un momento como para aprovechar que muchos espacios necesitarán redefinir cosas de su lógica interna para intentar revalorizar una mayor presencia de la vanguardia. Los únicos vectores o direcciones “morales” que creo que tienen poder de verdad para hacer valer la vanguardia son la necesidad de la diversidad y la necesidad de pensar el futuro a medio y largo plazo.
Defender los éxitos de abono y de taquilla sólo se explica con la lógica del mercado a corto plazo; para el medio y largo plazo vale tanto lo conocido como aquello por conocer, aquello que funciona como aquello por innovar. Aunque en L’Auditori de Barcelona ya se venía preparando un cambio mucho antes de la pandemia (un cambio que conlleva una presencia más normalizada de la vanguardia, pero también de muchísimas otras cosas), se nota que para quienes plantean un cambio con entusiasmo, esta pandemia puede acabar resultando un impulso a reafirmarse e incluso a ambicionar más, o como mínimo, saben navegarla con mucha más pericia en contraste con otras posturas de otras instituciones o equipamientos que intentan reorganizar su vieja normalidad en una futura agenda.
14. R.P.: ¿Cuál es el futuro de las artes presenciales?
Fabià Santcovsky: Podría ser que las artes presenciales se hibridaran con la tecnología permitiendo fórmulas de mestizaje entre la presencia física y la no física. Yo mismo he seguido conciertos del festival de Donaueschingen por Youtube live y me han encantado tanto como me ha parecido que ya tardábamos en normalizarlo. Quizás se puedan plantear cuotas de distinto precio entre la adquisición de una entrada virtual o física para el mismo evento, y habrá quien preferirá una cosa o la otra, o quién a falta de una posibilidad podrá optar por la otra. Como especie aún somos gregarios, por lo que dudo que se agote la necesidad de una mayoría de asistir a la reunión colectiva.
15. R.P.: Un pensamiento sugerencia para la situación actual ….
Fabià Santcovsky: Haciendo a la vez referencia al título del próximo libro de mi querido amigo Ramón Andrés, buscar consuelo en la música, y también en el arte, para aquellos que más lo necesitan en estos tiempos, dejándose acompañar no sólo de las personas sino también de aquello que les conectan con la vida y con el sentirse en relación con las cosas, porque la pérdida y el dolor se elaboran y se sostienen en el interior. Para los que están algo más liberados de dolor, al menos en lo inmediato personal, pensar que la espera puede quemar al principio pero fortalece en la medida en que la mirada se va al interior y se ensancha nuestra capacidad de paciencia, que es seguramente lo que nos permitirá actuar y pensar desde la prudencia y con mayor libertad. Aprovechar estos tiempos para soñar e imaginar intensamente antes de que vuelva el ruido.
La fotografía de Fabià es de Emma Navó y ha sido facilitada por el compositor.
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ECH-Fabià Santcovsky