El compositor suizo Klaus Huber perteneciente a la generación de  compositores como Pierre Boulez, Bruno Henze y Karlheinz Stockhausen acaba de fallecer a los 92 años en Perugia.
Huber inició su formación como violinista y posteriormente estudió composición con Willy Burkhard en Zúrich y con Boris Blacher en Berlín. Sus primeros éxitos como compositor llegaron en 1959 y en los años siguiente se convirtió en uno de los principales compositores europeos, además de un destacado pedagogo. En 1970 se le concedió el Beethovenpreis por Tenebrae, en 1978 el Kunstpreis der Stadt Basel, en 2009 el Ernst von Siemens-Musikpreis y el Musikpreis Salzburg, en 2013 el Deutscher Musikautorenpreis.

Al comienzo de su carrera Huber se orientó hacia un serialismo post-weberniano que luego abandonó en favor de un estilo más abierto. En los años ochenta se interesó por la música árabe, su técnica y sus escalas, que a menudo combinaba con elementos puramente occidentales y clásicos. En sus últimos años se dedicó preferentemente a la música religiosa -que ya le había interesado desde décadas antes-, aunque de un modo muy personal, espiritual y humanista, pero no adscrito a una religión concreta. Desde los años setenta su editorial fue Ricordi. Actualmente gran parte de sus manuscritos se conservan en la Fundación Paul Sacher de Basilea.

Entre 1964 y 1973 Huber fue profesor de composición en la Academia de Música de Basilea. En 1973 fue nombrado profesor de composición en la Musikhochschule de Friburgo, donde se jubiló en 1991. Posteriormente fue profesor invitado en diferentes universidades y conservatorios. Entre sus numerosos alumnos figuran Brian Ferneyhough (que se convirtió posteriormente en su asistente), Kaija Saariaho, Younghi Pagh-Paan, Toshio Hosokawa, Michael Jarrell y Wolfgang Rihm.