ISSN 2605-2318

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«Doblegados y cautivados por la música de Pierluigi Billone»


06/06/2020

Una crítica de Ismael G. Cabral para El Compositor Habla.


PIERLUIGI BILLONE
Mani. Giacometti (2000)
Distractfold Ensemble
2 Alberi (2017)
scapegoat
KAIROS 0015064KAI
 
 
El sello Kairos está decidido a convertirse en el faro fonográfico del compositor italiano Pierluigi Billone (1960), siendo la reciente grabación monográfica que hoy reseñamos la sexta que acoge el catálogo del sello austríaco. En todo caso, digámoslo ya, esta adición a la colección del músico de Sondalo es la más recomendable (por su amplitud instrumental) conjuntamente con la inmediatamente anterior, consagrada a la obra FACE (2017), verdadera piedra de toque en el corpus del autor por cuanto en ella se concentra buena parte de la gramática y la gestualidad que durante años ha venido caracterizando su música.
 
El ensemble inglés Distractfold lleva mucho tiempo interpretando Mani. Giacometti, para trío de cuerda. Fruto de ese rodaje vivencial es al fin la plasmación en disco de una obra que solo conocía en la discografía la versión del estreno, a cargo del ensemble recherche. En la siempre enriquecedora comparación de aproximaciones, esta del grupo de Manchester destaca por ser notablemente más serena (tanto en el proceder de los músicos como en la misma calidez de la grabación, siendo la del conjunto alemán fruto de un concierto). Pese a la complementariedad de ambas, la del Distractfold es capaz de extraer una panoplia de matices ausente en la más furibunda lectura del recherche. Bien es cierto que Billone, alumno de Salvatore Sciarrino y Helmut Lachenmann, se encontraba aún en el año 2000 muy cercano a las estéticas de ambos compositores por lo que un acercamiento colérico es solo una de las posibilidades que permite la obra.


 


Mani. Giacometti es una pieza que podríamos llamar táctil. Mucho de lo que en ella acaece proviene del toque de la mano de los músicos a través del arco y de su consecuente resonancia por medio de la madera de los instrumentos. Más que en la cuerda la partitura evoluciona espasmódicamente mediante la intervención en los amortiguadores y los cordeles del trío. El ambiente sonoro de la pieza es así un crepitante catálogo de crujidos, chasquidos, tapping irritado, voces quedas y alaridos inesperados. Billone parece invocar el ocaso del trío de cuerda como formación y en su radical deconstrucción se acerca tanto como se aleja del tono poético y flemático de Sciarrino y de la exploración formal de Lachenmann.
 
Ese carácter arcaico, primitivista en una forma profundamente eurocéntrica, siempre presente de una u otra forma en la música del italiano se sustancia aún más aquí con las incrustaciones de textos (recitados fonemáticamente) de la filosofía del lenguaje de Martin Heidegger. La entrega de Linda Jankowska, Emma Richards y Alice Purton a la partitura se advierte plena, siendo su comprensión de la misma clave para una certera transmisión de una música que se esfuerza por resultar renuente a cualquier brizna de calidez.
 
Desde luego que 2 Alberi, compuesta 17 años más tarde, presenta a un Billone en el que la impronta de sus maestros es mucho menor, acaso restan algunos jirones que solo hacen empacar la voz propia de uno de los compositores fundamentales para comprender (o si quiera, atisbar) eso que llamamos modernidad. Es aquí el dúo scapegoat (Joshua Hylde, saxofón alto y Noam Bierstone, percusión) el que se hace cargo de una extensa página que se integra en un ciclo en desarrollo en el que el silencio y la violencia espejean en forma de islas.




Hay un trasvase musical de la teleología de la poesía de Emily Dickinson, que sirve como motor inspirador, en los meandros de estos 2 Alberi, percusión y saxo, dos árboles que cohabitan en un mismo espacio y que parecen verter en forma de emulsiones sónicas sus distintas personalidades. ¿Hay comunicación entre ellos, por pequeña que sea, o resultan ser trasuntos de individuos desconocidos obligados a compartir espacio pero remisos al diálogo? No es una pregunta que podamos contestar ni siquiera tras la audición reposada de una obra que hiere dramáticamente en la escucha mediante las bruscas intervenciones de la percusión que rara vez se yuxtapone (si acaso sí que lo hace en las resonancias fusionadas) con las cascadas de multifónicos y zumbidos del saxofón. La preparación de scapegoat con el propio Billone abrocha la pertinencia de una grabación que embelesa y avasalla por igual. 

 
Ismael G. Cabral
Mayo de 2020
 
 

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