ISSN 2605-2318

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«Con M de mujer»


22/12/2023

Un artículo de Gema Pajares para El Compositor Habla


 
Trescientos y bastantes días después volvemos a estar despidiendo el año delante del ordenador. A la terrible guerra de Ucrania que hiela la sangre se ha sumado el horror que enfrenta a Israel y Palestina, al que es imposible poner música de fondo tan desafinado suena. ¿Hasta cuándo? Qué pregunta más retórica y que imposible la respuesta.

A pesar de todo, la cultura no ha perdido pie, ahí está con su artillería haciendo lo imposible por vivir, aunque en algunos casos cabría decir sobrevivir. Estar, está. En estos trescientos apabullantes días hemos visto y escuchado de todo musicalmente hablando. De todo, incluso notas desafinadas y feísmo escénico que para la mayoría de los oídos y los ojos no han sido sino música cuasi celestial que se impone como un mantra empoderado (detesto la palabra y no creo que pueda encajar mejor que aquí) al más común de los sentidos. Pero este es otro asunto y no seré yo quien abra el melón, que estamos en diciembre, no es tiempo de la fruta y hace bastante frío.
 
En el Teatro de la Zarzuela, por ejemplo, Daniel Bianco, después de ocho años, ya lo había avisado, dijo adiós a su despacho de la ahora plazuela de Teresa Berganza. Isamay Benavente es su nueva inquilina y hace historia al ser mujer, la primera que lo dirige en la larga vida del teatro. Ella no quiere titulares que remarquen este hecho, en esta web lo dijo alto y claro, sino que no llame tanto la atención que sea una mujer quien esté a los mandos. Pero somos periodistas y llamar, llama y poderosamente, la atención que en 167 años no haya habido ninguna fémina capaz de hacerlo. La temporada que llega aún está diseñada por su predecesor. A partir de 2025 ya podremos disfrutar de una con su sello y ya avisa de un encargo interesante: una zarzuela basada en la historia de Las trece rosas. Afortunadamente, el de Isabel María (que así se llama la directora, antes al frente del Villamarta de Jerez y cabeza visible de la asociación Ópera XXI) no ha sido el único caso de mujeres que hayan accedido a puestos de responsabilidad dentro del mundo de la cultura. Marina Bollaín aterrizaba en septiembre en el Centro de Documentación de las Artes Escénicas y la Música (Benavente, conocedora de su trabajo, confesaba que ya la tiene “echado el ojo” para futuros proyectos), que había dirigido hasta ese momento Ana Fernández Valbuena, ahora en la subdirección general de Teatro y Circo, con una gestión solvente.
 
No hay que situar la lupa obstinadamente, dirán algunos, aunque no deja de ser chocante que una mujer que accede a un cargo continúe siendo noticia. La trayectoria de las tres profesionales citadas es amplia. Les avala una gestión de fuste y, sin embargo, apenas son porcentajes residuales, islas que surge en paisajes en los que el hombre domina la escena y el escenario de una manera apabullante. Todavía. Tampoco pretendo yo alcanzar la paridad, sería quimérico, sino la valía por sí misma. Y mujeres válidas las hay. Y muy válida, también. Vayamos, pues, dando pasos hacia adelante para que estos titulares dejen de serlo. Quizá en 2014 tengamos alguna nueva y buena noticia que dar en este sentido. Bollaín, que no es de las que se achante y viva en una torre de marfil, decía que aún queda un buen trecho de camino por recorrer:
 
“Por ejemplo, estoy deseando que se nombre a la primera rectora de la Universidad Complutense, ya nos vale. O que tengamos a la primera presidenta de Gobierno en España. Eso está por llegar. Sigue existiendo un techo de cristal para las mujeres. No obstante, debemos normalizar el hecho de que cada vez seamos más las que ocupemos puestos de responsabilidad para que se vea que hay referentes. Nos queda ver y aprender”
 
Con estas palabras de la cantante, profesora, intérprete, directora de escena y gestora me quedo. Feliz Navidad. De corazón.

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