ISSN 2605-2318

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Compositores Imprescindibles del siglo XX: Xavier Montsalvatge


09/05/2017

El primer compositor de nuestros Imprescindibles del siglo XX es Xavier Montsalvatge y lo va a presentar el musicólogo, editor de Mundo Clásico y gran conocedor de la música española del siglo XX: Xoán M.Carreira. Muchas gracias a la Associació Xavier Montsalvatge por la información facilitada.





Xavier Montsalvatge i Bassols

1912 - 2002





 
"Xavier Montsalvatge era un artista con una capacidad casi insólita: capaz de crear música contagiosamente feliz en tiempos de desolación"









 


Entrevista al musicólogo Xoán M. Carreira

por Ruth Prieto

1. Ruth Prieto: ¿Cuándo conoció a Xavier Montsalvatge?

Xoán M.Carreira: A Montsalvatge me lo presentó Rosa Sabater en 1974, en primavera, en Santiago, a raíz de la interpretación de su Concierto breve, dirigido por Antoni Ros. Desde entonces fuimos amigos. Recuerdo que nuestra primera conversación fue sobre la influencia de Messiaen sobre Pink Floyd, era un grupo que le gustaba mucho. Y siempre con Rosa como catalizadora. Montsalvatge era un hombre muy abierto un gran conocedor de la música de su tiempo.
Cada vez que nos encontrábamos, ya fuera en Santiago, en Granada, en Barcelona, en Madrid… parecía que retomábamos la conversación donde la habíamos dejado meses antes. Creo que lo que realmente nos unía era nuestro espíritu irreductiblemente gamberro. A lo largo de 26 años, muchas veces, pero insuficientes, tuve la fortuna de ver como nacían algunas de sus obras
Cuando lo conocí estaba obsesionado con el concierto de arpa. Sobre cómo escribir un concierto para un instrumento diatónico por naturaleza.
 
2. Ruth Prieto.:
¿Cómo definiría a Montsalvatge como compositor?

Xoán M.Carreira: Xavier Montsalvatge era un artista con una capacidad casi insólita: capaz de crear música contagiosamente feliz en tiempos de desolación. 

3. R.P.: ¿Cómo era su música?

Xoán M.Carreira: Como necesaria consecuencia de mi anterior respuesta, diría que la música de Montsalvatge es una música capaz de hablar al corazón de los hombres. Es una característica emocional y espiritual que Montsalvatge comparte con un selecto grupo de compositores del siglo XX, Rachmáninov, Berg, Gershwin, Xenakis, Piazolla y muy pocos más. En nuestros días, quizás Roberto Sierra.

4. R.P.: ¿Cuáles son sus hitos musicales más destacables?

Xoán M.Carreira: Mis predilectas son las Cinco canciones negras (1945), y la Sonatina pour Ivette (1962), sus conciertos para solista y orquesta, especialmente el Concerto Capriccio (1975) para arpa y orquesta y su última composición, la casi adolescente Sinfonietta-concerto para flauta solista, orquesta de cuerda, piccolo, arpa y un percusionista (2001).

5. R.P.: ¿Qué aporta la música de Montsalvatge a la música contemporánea del siglo XX?

Xoán M.Carreira: Lo considero el compositor español más influyente y atractivo bajo la dictadura de Franco. No el más relevante, pues ese rol se lo gano Joaquin Rodrigo por méritos propios. En el contexto internacional, creo que Montsalvatge es quien mejor supo integrarse en las corrientes principales de la época de la guerra fría. Por otra parte, sus obras posteriores a 1990 son de asombrosa actualidad, coincidentes en no pocos aspectos con los compositores emergentes tras la caída del muro.
 
6. R.P.: ¿Por qué nos recomendaría a Montsalvatge como compositor imprescindible del siglo XX?

Xoán M.Carreira: Me inclino por considerarlo un compositor imprescindible del siglo XXI junto a Haydn, Rossini, Schubert, Dvorák, Copland, Ginastera, Britten, Shostakovich, Xenakis y desde luego Gubaidulina y John Adams. Todos ellos comparten su radical independencia estética y su no menos radical autonomía ética, así como la convicción de que el público es el único destinatario posible de la creación artística, sin renuncia a la imperativa necesidad de escribir pensando en todo momento en los intérpretes.

 
Ruth Prieto

 


 
Xoán M.Carreira (Noia, A Coruña, 1954) es musicólogo y editor del diario digital Mundoclasico.com Ha sido editor de recensiones bibliográficas de Revista de Musicología (1989-96), coeditor de la monografía The origins of the Bolero School, colaborador en The music in Spain during Eighteenth Century; (Cambridge Un. Press) y fundador y consejero de redacción de Cairon: Revista de Ciencias de la Danza. Miembro de diversos equipos internacionales de expertos, proyectos del Consejo de Europa y de numerosas asociaciones científicas internacionales, ha participado activamente en congresos internacionales de musicología celebrados en Europa y Norteamérica.







 



 

Artículos




Montsalvatge: el músico que sonreía como el Gato de Cheshire, por Xoán M. Carreira
 
Hace unas semanas me pasaron copia de una vieja foto de Alicia de Larrocha, Rosa Sabater y Federico Mompou, procedente de un archivo familiar. La remitente se preguntaba por el motivo de las risas –poco frecuentes en el caso del habitualmente hierático Mompou- . Le contesté que quizás del otro lado de la cámara estuviese Xavier Montsalvatge contando una anécdota. Y mi corresponsal estuvo de acuerdo, pues ella también mantiene en el recuerdo la imagen de un Montsalvatge socarrón poniendo cara  de “para mí no miréis, que yo no fui”

Montsalvatge, al igual que Jatchaturián, era una persona que desbordaba felicidad, lo cual es un defecto grave en los artistas que desarrollan su trabajo bajo una dictadura. Una gran musicóloga, Marina Frolova-Walker, definió la estética del estalinismo como “el arte del aburrimiento” y desde esa perspectiva la música de Jatchaturián resultaba herética. Números tan eróticos como el pas-de-deux de Espartaco ponían del hígado al antiguo seminarista georgiano rebautizado como Iosif Stalin. De un modo semejante los inquisidores estéticos del franquismo se encontraron en un atolladero ante las Canciones negras de Montsalvatge, hasta que al único de ellos que poseía suficiente cultura e inteligencia, Enrique Franco, se le ocurrió crear la etiqueta de “antillanismo musical”, la cual –aparte de no significar absolutamente nada- integraba el estilo de Montsalvatge en el canon del nacionalismo musical más rancio, es decir, la música colonialista.

En todas las ocasiones en las que le pedí a Montsalvatge su opinión sobre esta etiqueta, empezó a volverse invisible dejando flotar en el aire su sonrisa socarrona. Para cuando yo me había repuesto de la impresión, Montsalvatge ya había cambiado de tema y me contaba cosas evidentemente más interesantes como el motivo por el cual su viaje anual en coche desde Barcelona al Festival de Granada tenía una duración muy variada pero nunca inferior a los tres días. Montsalvatge año tras año planeaba el recorrido eligiendo una ruta distinta, siempre que se tratara de carreteras pintadas de amarillo o blanco en el mapa. Si a eso sumamos su perenne disposición a hacer parada y fonda en cualquier pueblecito lindo, que ofreciera una buena comida y mejor vino, uno acaba sospechando que disfrutaba tanto o más del camino que del Festival.

A lo largo de toda su vida profesional Montsalvatge ejerció el periodismo cultural (desde 1942 en el semanario Destino y desde 1962 en el diario La Vanguardia) e incluso fue el director, nominal según le gustaba decir, de Destino en momentos políticamente difíciles (1968-1975). Sólo ejerció la función pública, y durante pocos años, tras la instauración de la democracia en España: catedrático de Composición en el Conservatorio Municipal de Música de Barcelona a partir de 1978. El día 11 de marzo de 1982 se jubiló como docente y periodista. Recuerdo que cuando le llamé ese día para saludarlo y sondear cómo estaba de ánimo, me contestó que se sentía muy feliz, porque a partir de ese momento ya no tenía ninguna responsabilidad y podría dedicarse a escuchar la música que le gustara “aunque fuese mala”. Diez años después de jubilarse decidió dejar la composición, tras lo cual compuso un grupo de obras sinfónicas deslumbrantes por su radiante optimismo y modernidad.

Nunca pude corroborar documentalmente su presunta respuesta al entonces ministro Manuel Fraga –“mi musa no es proclive al género heroico”- cuando este le encargó una obra conmemorativa de los 25 años de dictadura, en 1964. Tampoco conseguí que Montsalvatge me dijera nada al respecto. Era un tema que le incomodaba, pues –según me contó- aquel encargo fue una de las experiencias más desagradables de su vida profesional.

La última vez que estuve con él fue en julio de 2001, en su querido Santiago de Compostela participando en un coloquio con Alicia de Larrocha, moderado por Antonio Iglesias, quien pretendía obtener de ambos genios la más absoluta condena de los jóvenes pianistas, especialmente de Pogorelich. Larrocha manifestó que sentía muchísima envidia por la técnica de esta generación, Montsalvatge dijo que él de piano no entendía, que lo que había escrito para piano fue gracias a los consejos de Alicia de Larrocha y Rosa Sabater, y que en esto no influían sus cuarenta años de ejercicio de la crítica musical, que el periodismo no era una actividad de la que se sintiese orgulloso pues –aunque le dio de comer- nada hizo digno de mérito en esta profesión.

Tras el debate tuve mi última conversación con él y luego nos despedimos. Me llevé la sensación de que a Montsalvatge le fastidiaba empezar a sentirse viejo. Desde entonces cada vez que lo recuerdo se dibuja en el aire su sonrisa, la misma omnipresente en su obra, incluso en su magnífico Concierto para piano, del cual lamentaba haber utilizado el látigo más de una vez, “lo cual es un abuso manifiesto y una muestra de falta de gusto”.
 
© 2017 by Xoán M. Carreira
 
 
 

Biografia de Xavier Montsalvatge

por Mònica Pagès

Xavier Montsalvatge es una de las figuras más representativas de la llamada "generación perdida", intermedia entre la de los compositores de la república y la actual. Su obra ha logrado una gran proyección internacional, convirtiéndose en una referencia fundamental en la música contemporánea de nuestro país.

El primer éxito internacional lo obtuvo en la década de los cuarenta con las Cinco canciones negras (1945), que marcan el inicio de un periodo posnacionalista que derivó hacia un estilo calificado de "antillanismo" perceptible también en su Cuarteto indiano (1951). El Concerto breve (1953) para piano y orquesta marca el punto de partida hacia normas más abstractas, en las que han tenido cabida obras de influencia impresionista, como la Sonatine pour Yvette (1960), o próximas a recursos seriales, entre las que destacan Cinco invocaciones al Crucificado (1969), Laberinto (1970) para orquesta y Sonata concertante para violonchelo y piano (1971). Posteriormente, el compositor se reafirma en un eclecticismo que parece sintetizar el resto de su producción, de la que se podrían destacar los conciertos para arpa Concerto-Capriccio (1975), para clave Concierto del Albaycín (1977) y para guitarra Metamorfosis de concierto (1980), la Sinfonía de réquiem (1985), la Fantasía para arpa y guitarra (1983), Sortilegis (1992) y Bric à Brac (1993). Destaca también su producción operística con las obras El gato con botas (1946), Una voce in off (1961) y Babel 46 (1967).

Sus obras han sido estrenadas, interpretadas y dirigidas por intérpretes y directores de gran prestigio como Eduard Toldrà, Sir Neville Marriner, José Serebrier, Franz-Paul Decker, Rafael Frühbeck de Burgos, Antoni Ros Marbà, Jean-Pierre Rampal, Henryk Szeryng, Angelika Kirchschlager, Marilyn Horne, Alexis Weissenberg,  Kathleen Battle, Victoria de los Ángeles, Alicia de Larrocha, Montserrat Caballé o Barbara Hendricks.
 
 
Mònica Pagès

 


Más información en la web del compositor Xavier Montsalvatge

Nuestro agradecimiento a la ASSOCIACIÓ XAVIER MONTSALVATGE, que llevan con tanto cariño la web dedicada al compositor y que nos han atendido muy amablemente, facilitándonos mucha información.

Nuestro agradecimiento a Mònica Pagès por permitidnos reproducir su biografía dedicada al compositor.

Nuestro agradecimiento al musicólogo Xoan Carreira que ha compartido con nosotros sus recuerdos, sus conocimientos y su profunda admiración hacia el compositor Xavier Montsalvatge, esperamos que este perfil sirva para ayudar a difundir su obra y su figura.



 

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