ISSN 2605-2318

Artistas

Alejandro Román (Compositor) 

Alejandro Román | Cada obra supone dar vida a un nuevo mundo sonoro

08/09/2014

Entrevistamos a Alejandro Román en Madrid. 2014 está siendo un año muy creativo para el compositor, varios estrenos, encargos, proyectos y colaboraciones le han tenido muy ocupado y el 2015 promete seguir igual, así que Román está encantado inmerso en su música y en su trabajo.

Es un gran comunicador y así entiende su música, como: “un medio de comunicación fundamental para conectar con el público, aunque también con los intérpretes, que son los primeros que reciben el mensaje y son los portadores de éste, los verdaderos encargados de transmitirlo”

El Compositor Habla

Ruth Prieto, para El Compositor Habla, entrevista al compositor madrileño Alejandro Román

Madrid, Septiembre 2014

1. Ruth Prieto: Para empezar: ¿de qué hablan los compositores?

Alejandro Román: Los compositores hablamos de nuestro tiempo, de nuestra cultura, de las cuestiones que nos preocupan y de los cuestiones fundamentales que se plantea el ser humano. En mi caso la música es un medio de comunicación fundamental para conectar con el público, aunque también con los intérpretes, que son los primeros que reciben el mensaje y son los portadores de éste, los verdaderos encargados de transmitirlo. Primero han de ser ellos quienes comprendan el mensaje, para poder transmitirlo como si se tratara de “su” música. Por ello, cuando escribo música pienso muy especialmente en el intérprete, buscando una cierta comunicación con él, por eso es muy importante para mí escribir la música para un intérprete concreto en el cual pienso a la hora de componer. El mensaje puede cambiar dependiendo de a quién va dirigida mi obra, pero en definitiva, escribo música para que llegue al auditor, para que le emocione, para que le haga vibrar, para despertar sus sentidos, y para hacerle pensar, por eso en mis composiciones siempre hay elementos relacionados con aspectos de la cultura que me interesan, que me apasionan.

2. Ruth Prieto: ¿Cuál es el principal rasgo de su carácter?

Alejandro Román:
Creo que si tuviera que definir mi carácter musical diría que soy “abierto”, abierto al mundo en que vivimos, un mundo postmoderno, globalizado, donde las influencias son infinitas, un mundo donde Internet y las redes sociales inundan todo, y mi música ha de estar en este contexto, y creo que lo está.

"Yo diría que soy “ecléctico”, aunque soy consciente de que ese eclecticismo se ve en determinados círculos de forma negativa, en lugar de positivamente. Parece que el estar abierto a todo tipo de influencias culturales y musicales constituye una debilidad de carácter, de falta de originalidad, de pérdida de la “voz propia”."

Sin embargo para mí cada obra es un nuevo reto y supone dar vida a un mundo nuevo. Creo que, aun siendo cada una de mis composiciones distinta en todos los sentidos, y partiendo de estéticas musicales diferentes, son todas “hijas del mismo padre” y todas tienen mi impronta y mi personalidad, para mí son únicas. No trato de imitar otras músicas del pasado, sin embargo entresaco de ellas lo que me interesa y me gusta, es algo que han hecho otros compositores anteriormente, y no puedo obviar la gran influencia que las músicas del siglo XX han ejercido en mí, no sólo las grandes músicas de Debussy, Ravel, Satie, Bartok, Stravinsky, Falla, Messiaen, Ligeti, Cage… sino también las músicas también grandes, enormes, de Ellington, Parker, Coltrane, Davis, o las de compositores como Bernstein (Elmer), Rosza, Steiner, Korngold, Herrmann, Williams o Newman (Thomas)… También hay en mi música, no sólo jazz o música cinematográfica, ni sólo impresionismo francés o expresionismo a la húngara… también hay mucha influencia de las músicas populares, el pop, el rock, y también bebo de las fuentes folklóricas de todos los países, no sólo del folklore español, que por supuesto supone para mí un punto de partida importante en muchas de mis obras.

"En cuanto al rock me interesan sus aspectos tímbricos y formales, por lo que encuentro en el rock progresivo muchas ideas que me llaman la atención."
Otra fuente de inspiración importante para mí es la cultura clásica griega, y muchas de mis obras contienen elementos e incluso músicas recuperadas que me sirven de base para la composición. La música electrónica también me interesa muchísimo, de hecho suelo trabajar a menudo con ella. En resumen, todo me interesa, no sólo musicalmente, también cualquier elemento cultural de cualquier época o región geográfica… Puede decirse como rasgo de mi carácter que me intereso por toda tipo de músicas, y estoy abierto a todas ellas para enriquecer mi personalidad musical.

3. Ruth Prieto:
¿En qué (obra/proyecto) está trabajando ahora?

Alejandro Román: Para mí este 2014 está siendo un muy buen año, por lo que estoy realmente muy feliz en términos creativos. El año comenzó con la composición de mi primera obra para fagot solo, “Pulso Vital, Op. 49”, estrenada en el RCSMM por el gran Salvador Aragó, y dedicada a mi abuelo fagotista Manuel Román. A continuación recibí el encargo de componer una obra para cello y piano que han grabado en disco Eduardo del Río y Ángel Huidobro para la colección “Joyas del Violoncello Español”. Es una composición que he titulado “Epojé, Op. 50”, y de la cual estoy muy contento. Estrené en enero en la Universidad de Michigan mi cuarteto para fagotes “Seguiriya, Op. 34“. También fue estreno la interpretación de mi composición para flauta y arpa “Tirsos, Op. 33” por Vicente Martínez y María Rosa Calvo-Manzano en el RCSMM. Acabo de estrenar en concierto mis “Acuarelas de Irlanda, Op. 42”, en el Auditorio Nacional, por la Orquesta Filarmonía dirigida por Pascual Osa, que hicieron un preciosista y magnífico trabajo. En la “53 Semana de Música Religiosa de Cuenca”, el Sax Ensamble dirigido por Santiago Serrate interpretó “Argos, Op. 26“, y el momento más esperado del año es el estreno de la obra obligada del 56 Concurso Internacional de Piano “Premio Jaén”, que he titulado “Gaiena, Diez Paisajes Jienenses, Op. 47”. Ahora mismo tengo varios proyectos en marcha: estoy componiendo una suite sobre los temas de la película “El Perfecto Desconocido”, que escribí como música cinematográfica y que ahora estoy llevando a gran orquesta, estoy colaborando con un videoartista francés magnífico llamado Pascal Lemoine, y tengo un encargo para el Trío Arbós.

Por otra parte, estoy editando un libro con los mejores trabajos de fin de carrera de mis alumnos de “Composición para Medios Audiovisuales” del Conservatorio Superior de Música de Madrid, y acabo de presentar mi tesis doctoral titulada “Análisis Musivisual: una aproximación al estudio de la música cinematográfica”, que leeré el próximo mes de mayo en la UNED. En el mes de agosto colaboro en la música de una película con producción norteamericana, y hay en cartera algunos proyectos más de películas que serán a final de año. En definitiva, puedo decir que no paro de trabajar, por lo que estoy muy agradecido y feliz.

4. R. Prieto: ¿Qué tiene de oficio componer?

Alejandro Román: Para mí todo, lo que ocurre es que hay un elemento que hace que este oficio de la composición sea mucho más que un oficio, y es la creatividad. Hay compositores que sólo reelaboran, copian, etc. Aquellos son sólo artesanos, profesionales de la composición, y no sólo hay músicos de este tipo en la composición aplicada, también creo que los hay en la composición autónoma. El oficio es necesario, un compositor ha de conocer las herramientas y saber aplicarlas con corrección, esto es fundamental, pero del compositor se espera algo más… y es ese punto de originalidad, de personalidad. No creo en la palabra “creación”, el compositor no crea de la nada, sigue una tradición, la tradición del lenguaje musical, por lo tanto cuenta con un bagaje cultural bien importante que le permite “recrear” a partir de unos contenidos de significación ya establecidos.

"El compositor es como el literato, que cuenta con una lengua, unas normas sintácticas, gramaticales, etc. con las que elabora su mensaje"

Éste puede ser muy personal, y de algún modo, idear un nuevo estilo, un estilo propio, incluso inimitable, pero siempre en base a unos códigos de comunicación que comparten escritor y lector, si no la comunicación se hace imposible y se rompe. En el caso de los compositores no podemos seguir rompiendo la línea de comunicación entre los músicos y los auditores, porque éstos “dejarán definitivamente de comprar nuestros libros”, ya que no son capaces de entender el mensaje. El oficio del compositor requiere de un conocimiento profundo de estos códigos, si no el mensaje se puede hacer indescifrable.

5. R. Prieto: Podría definir ¿contemporáneo?

Alejandro Román: Antes “contemporáneo” era sinónimo de música experimental, de música de vanguardia en la que sólo aquella que innovara era válida. ¿Pero qué es innovación? ¿Es necesario estar en constante innovación? ¿Se puede limitar la libertad del compositor y su capacidad de expresión sólo porque es necesario innovar constantemente?. Para mí “contemporáneo” ha de tener el significado que la propia palabra muestra, es decir, relativo al tiempo en que vivimos, por tanto la música contemporánea ha de ser fiel al tiempo que vivimos actualmente y no a otros aspectos que quedaron en el pasado. Hay compositores que creen que tienen que hacer música del siglo pasado para ser llamados “contemporáneos”. Yo creo, sin embargo, que es la música que suena en las emisoras de radio, en las salas de cine, en los programas de televisión, en los canales de Internet, la verdaderamente contemporánea, nos guste más o nos guste menos. Y la que los compositores sinfónicos escribimos es también, ha de ser, música contemporánea, en constante renovación, en constante pulsión por encontrar nuevas vías de expresión, en no anclarse en las formas del pasado. Ahí está la verdadera vanguardia. Pero no todas las músicas contemporáneas han de ser necesariamente vanguardísticas.

6. R.Prieto: ¿De qué manera Alejandro Román es contemporáneo?

Alejandro Román: Soy contemporáneo porque escribo música de hoy para hoy. Pretendo escribir la música del siglo XXI, y ésta está marcada por el período en que vivimos, el de la postmodernidad, un período donde la globalización ha borrado las fronteras, los límites culturales, donde toda la música del planeta puede escucharse en todos los lugares, donde un músico brasileño puede ser influido por la música de uno indonesio, donde un compositor europeo puede emplear elementos musicales o culturales de un músico de Madagascar. Recuerdo aún perfectamente mi encuentro en Madrid con Philip Glass. Eso fue en el año 2001, y en su conversación con él me decía que el futuro de la música pasa inexorablemente por la fusión de culturas, por la multiculturalidad, por la mezcla sumamente riquísima que se produce en el intercambio entre músicos de culturas, etnias y costumbres completamente diferentes. Para mí eso mismo es en 2014 ser contemporáneo, estar abierto a todo tipo de influencias, de culturas, de estilos, de posibilidades sonoras. Atrás quedaron las vanguardias del siglo XX, sobre todo las vanguardias negativas, que fueron quizá necesarias, pero que han hecho tanto daño a la música culta, en el sentido de que han alejado al público, al que inevitablemente tendremos que recuperar si queremos sobrevivir y poder seguir creando música tal y como lo concebimos los compositores occidentales.

7. R.P.: Como compositor ¿qué le inspira a usted?

Alejandro Román: Mi inspiración la puedo encontrar en muchas cosas, pero mi afán de conectar con el “escuchante” (como dirían ciertos locutores de radio) hace que busque todo aquello que pueda ser de interés para ambos, “escuchante” y yo mismo.

"Se trata de establecer una especie de “diálogo virtual” en el que existe un moderador, que en este caso es el intérprete. Me baso en la teoría de la comunicación para expresar mi música, y el mensaje es importante, pero para mí lo más importante es que haya comunicación"

Pero entrando más directamente en la pregunta, me interesa mucho la búsqueda de la impresión sonora, de pintar paisajes, de expresar emociones, de contar historias, por lo que una imagen, ya sea una fotografía, un cuadro, una película, puede constituir la génesis de una de mis composiciones (“Miniaturas para piano, Op. 1“, “Tres Preludios Nocturnos, Op. 2“, “La Persistencia de la Memoria, Op. 15”). En otros casos son otras músicas las que pueden inspirarme, y encuentro una base fabulosa en la utilización de material melódico preexistente, como por ejemplo melodías recogidas del folklore, y he utilizado algunas de la música española (“Tríptico, Op. 18”, “Don Quixote en Nueva York, Op. 29”, “Gaiena, Diez Paisajes Jienenses, Op. 47”), de la música irlandesa (“Acuarelas de Irlanda, Op. 42”), de la de los Balcanes (“Balcania, Op. 38”, “Biser Mara, Montenegro airs, Op. 43”), de la música griega antigua (“Bacantes, Op. 8”, “Argos, Op. 26”, “Ménades, Op. 28”, “Khitara, Op. 35“), o de música de otros compositores, como Bach (“Júbilo, dulce sueño, Op. 46), Alonso Mudarra (“Ludus Ludovico, Op. 30”), Rameau (“Tambourin, Op. 13”) o Ravel (“Ave María”) . También me inspira basarme en algún aspecto relacionado con la cultura (“Monólogo de Sancho Panza, Op. 24”, a partir de un texto del Quijote, o “Levedad del amor, Op. 37”, tras la lectura de “La insoportable levedad del ser” de Kundera). En otras ocasiones encuentro la inspiración en obras de otros compositores, como es el caso de Debussy con su “Sonata para flauta, viola y arpa” (“Sonata, Op. 9”), o su “Sonata para violoncello y piano” (“Epojé, Op. 50”), o la “Iberia” de Albéniz (“Iberia, doce perlas de la aeronáutica española, Op. 39). En definitiva, cualquier excusa es suficiente para encontrar un motivo para escribir música, la inspiración se puede hallar en todas partes.

8. R.P.: ¿Cuáles son sus raíces musicales (reales o imaginarias)?

Alejandro Román: Uf!, mis raíces musicales deberían ser inconfesables… Sin embargo he de decir que aún teniendo una formación clásica, académica, de conservatorio, también me he formado en el mundo del jazz y he tocado piano y sintetizadores en numerosos grupos de jazz, soul, pop, rock progresivo, etc. Formé mi propio trío de jazz, y he liderado un grupo de acid-jazz. Por otra parte, también he acompañado durante un tiempo a cantantes clásicos. Me siento a gusto en ambos mundos, tanto en el del “clásico” como en el del “moderno”, por eso creo que el punto intermedio, que es el de la música de cine, me cautiva tanto. Así es que mis raíces musicales son muy amplias, siempre he tenido curiosidad por todas las formas y estilos musicales, por todos esos “idiomas” que creo, enriquecen a un músico. En cuanto a mis raíces en cuanto a de dónde procede mi vocación, es verdad que mi familia por parte materna es una familia llena de músicos, mi abuelo fue fagotista de la Banda Municipal de Madrid, y mis tíos, todos músicos. Mi padre fue pintor, dibujante e ilustrador, por lo que siempre he estado rodeado de música y arte.

9. R.P.: ¿Tiene usted “compositor de cabecera” o algún compositor que le haya influido especialmente?

Alejandro Román: Mis referencias proceden fundamentalmente de la música francesa, especialmente y sobre todo de Claude Debussy, Maurice Ravel, Erik Satie y Olivier Messiaen; pero también de Bela Bartok, Sergei Prokofiev, Igor Stravinsky, y luego de algunos compositores cinematográficos como John Williams y Thomas Newman, además de los compositores e intérpretes del jazz, Richard Rodgers, Duke Ellington, Miles Davis, Chick Corea, Keith Jarrett, Pat Metheny... Diría que no tengo un único “compositor de cabecera”.

10. R.P.: Alguna manía a la hora de componer….

Alejandro Román: No me considero un compositor nada maniático… No tengo ninguna manía, cada proyecto de composición lo planteo como algo nuevo, como un nuevo reto, no necesito nada especial, sólo un poco de soledad y de silencio, y sobre todo, como es normal, de tiempo… con eso basta.

11. R.P.: ¿Qué cualidades tiene que tener un compositor? ¿Y…defectos?

Alejandro Román: Para mí un compositor ha de tener sensibilidad, musicalidad, cultura, en el sentido no tanto de conocer, como de querer saber. Es importante estar abierto a las circunstancias del momento, estar al tanto de la historia, la política, la cultura, el arte, las músicas del mundo… Yo creo que el compositor no debería tener defectos… pero los tiene… El problema de algunos compositores es que se creen “dioses”… de algún modo lo son, ya que son capaces de desarrollar nuevos mundos sonoros, pero en ocasiones su “ego” les hace pensar que el centro de todo son ellos mismos. Me refiero a determinado pensamiento (para mí equivocado) que se fraguó en las vanguardias del siglo XX en que las composiciones tenían que ir al límite de las posibilidades de los instrumentistas y de los propios instrumentos, por lo que lo importante era precisamente esto, la escritura de obras con una dificultad máxima, que en realidad son intocables, al menos tal y como fueron escritas en la partitura por el compositor. Estos compositores preferían escribir estas obras deshumanizadas (véase la “Deshumanización del arte” de Ortega), cuyo destino es “el cajón” y no vuelven a interpretarse jamás (ya que aún siendo posible su estreno, los intérpretes se aproximan sólo a lo que pide el compositor), que escribir música más cercana al “mundo mundano”, pero más accesible, tanto al intérprete como al “escuchante”. Con esto no estoy abogando por una música fácil (ni de escuchar ni de interpretar). No. De hecho, los intérpretes de mis obras no hacen más que decirme que mi música “parece fácil” sobre la partitura, pero que realmente es muy difícil… Que sea difícil es una cosa. Que sea intocable es otra muy distinta. Ese (creo yo) fue uno de los errores más difundidos de las antiguas vanguardias (desgraciadamente hay aún compositores que piensan así). Ese es el defecto que veo yo incluso en algunos compositores jóvenes de hoy en día. Esto hace que la comunicación compositor-intérprete-escuchante sea imposible, bajo mi punto de vista.

12. R.P.: ¿Qué dificultades entraña componer una banda sonora?

Alejandro Román: Para mí muchas. En contra de lo que piensan muchos compositores dedicados exclusivamente a la música de concierto, la composición audiovisual es una especialidad no menor, quizá la ópera sea lo más cercano a esta idea. En el caso de la música de cine, un compositor ha de tener una formación técnica, estética, estilística, etc. formidable. Y me refiero, claro está, al compositor cinematográfico completo, quien es capaz de componer y orquestar, e incluso utilizando todas las herramientas técnicas disponibles, como es el caso de los medios informáticos y electroacústicos. El uso de samplers, sintetizadores, efectos, técnicas de sincronización, grabación, edición, mezcla y masterización. Pero, además, un compositor de música audiovisual ha de conocer los mecanismos técnicos cinematográficos, y me refiero a manejar el lenguaje cinematográfico en términos de fotografía, movimiento, montaje, guión, siendo capaz de extraer el significado que los directores de cine otorgan a sus películas a través de estos procedimientos. Todo esto es mucho, pero no basta. A la hora de enfrentarse a una nueva película, todos estos ingredientes son fundamentales, pero no suficientes ya que, como toda nueva composición, una nueva película se constituye en un nuevo reto.


"La dificultad se hace mayor en este caso, mucho mayor con respecto a la música autónoma, ya que no basta con que la música compuesta satisfaga al propio compositor, sino que ha de satisfacer muy fundamentalmente al director del film (y en muchos casos también al productor)."

Y esto la mayoría de las veces es un problema. En primer lugar la comunicación entre ambos es algo fundamental, y lo que suele ocurrir es que en la mayoría de las ocasiones el director no sabe transmitir lo que quiere realmente aportar con la música a la película, por lo que suele haber un intercambio de propuestas hasta que una de ellas consigue tomar la forma definitiva. El problema es que la música es una materia en sí misma muy abstracta, y es muy difícil comunicar qué es lo que se quiere, más aún cuando el director no es músico. Pero por otra parte, la música de cine ha de tener las características que requiere la propia narración, por lo que en muchos casos, una muy buena música compuesta para una secuencia puede ser excesiva y no funcionar bien con la imagen, sin embargo una música de menor calidad musical puede ajustarse perfectamente a dicha secuencia. Encontrar el punto justo de calidad musical y buen funcionamiento fílmico es quizá lo más difícil a lo que se enfrenta un compositor cinematográfico, lo que no es poco.

13. R.P.: ¿Qué aporta su música a una película?

Alejandro Román:
Siempre que escribo música para una película tengo en mente dos cosas, como acabo de decir: que la música sea de calidad y que funcione bien con la película. Pero es fundamental para mí encontrar una música que sea “el alma” de la película. Me explico: la música, por su materia abstracta, es capaz de comunicar significados que van más allá de lo que imagen, gesto y palabra comunican en las películas. La música es para mí lo inmaterial, lo que no está presente en la pantalla, pero que es capaz de impregnar de significado una secuencia o una película completa. Trato de encontrar una música que sea algo así como el “resumen” sonoro del significado del film, de tal forma que el espectador sea capaz de relacionar determinado pensamiento o significado fílmico directamente con la música, y viceversa. Mi mayor preocupación, por tanto, es encontrar una música que sea recordada y que cuando se vuelva a hacer escuchar, incluso independientemente de la película, sea capaz de evocar aquellos pensamientos, situaciones o significados que eran propios de la película. Para ello es fundamental que la música sea única, original, propia, auténtica, nueva, aun tomando, evidentemente, todos los elementos necesarios de la tradición (de la música culta, popular o cinematográfica) para que la comunicación entre compositor, director y espectador sea fluida y clara. En definitiva, siempre busco una música con personalidad propia que aporte el significado directo que necesite el film, una música “única”.

14. R.P.: Con respecto a los compositores que como usted trabajan componiendo bandas sonoras: ¿lo ve usted como una especialización o puede representar a veces una etiqueta?

Alejandro Román: Es una verdadera especialización, como decía. Anteriormente podía ser una etiqueta, lo difícil está en combinar ambos mundos, el de la música de concierto y el de la de cine… Para muchos compañeros el que un compositor se dedique al cine es algo menor, de algún modo, inferior, aunque cada vez más se va borrando esta etiqueta, ya que muchos de los compositores de música autónoma actuales, sobre todo los más jóvenes, han tenido algún contacto más o menos directo con la composición audiovisual, y han comprobado por propia experiencia las dificultades que entraña. Hay que decir que ya en el siglo XXI y con más de un siglo de música cinematográfica, la composición de bandas sonoras está ya más que asentada y se trata no sólo de una profesión cualificada y muy bien remunerada (según los casos, claro está), sino de una labor artística que en muchos casos ha dado como resultado músicas de gran calidad y que están pasando incluso al repertorio de las orquestas sinfónicas.

"Es muy probable que, dentro de cincuenta años, las músicas de John Williams o de Ennio Morricone se escuchen en las salas de conciertos tan habitualmente como las de Tchaikovsky o Bramhs."

15. R.P.: ¿En qué género o estilo se encuentra usted más a gusto como compositor?

Alejandro Román: La verdad es que en todos los géneros y estilos me encuentro muy a gusto… todo es empezar. En cuanto a géneros, he escrito mucha música de cámara, también música sinfónica, electroacústica, alguna incursión en la ópera y la danza, y tengo mucha música para instrumentos solistas, para piano sobre todo. La música para arpa, que es técnicamente bastante difícil de escribir, es una de mis especialidades, dado al impulso creador que he recibido de María Rosa Calvo Manzano, a la que he dedicado más de una decena de obras para arpa o con arpa. Por otro lado me encanta escribir música para los niños, que es uno de los géneros más olvidados por muchos compositores creyendo que se trata de un género menor. Para mí la música pedagógica es fundamental. Con ella estamos haciendo que los niños, futuros consumidores de música y, quién sabe, futuros músicos profesionales, se acerquen a la música desde obras contemporáneas escritas para ellos. Las obras del pasado, de la tradición, son fundamentales para la formación de un músico, pero igualmente es muy importante que los niños tengan un contacto directo con músicas de hoy, con compositores vivos. En este sentido he escrito bastantes obras para niños, o con criterio pedagógico, como mi “Suite Antigua, Op. 22”, “Seis Pequeños Cuartetos”, “Clavicosmos, Op. 23”, las “Flaurituras para Emma, Op. 44 ”, o las “Violituras para Lydia, Op. 41”. De hecho, imparto en el Conservatorio desde hace años una asignatura de “Composición Aplicada y Arreglos para el aula” para que los futuros profesores de instrumento sean capaces de escribir estudios, pequeñas piezas y arreglos para sus alumnos.

16. R.P.: ¿Cuál ha sido la última alegría que le ha dado la música? ¿Y el último disgusto?

Alejandro Román: La última ha sido el estreno en concierto de mis “Acuarelas de Irlanda, Op. 42”, con una preciosista y magnífica interpretación por parte de Pascual Osa y la Orquesta Filarmonía. El último disgusto también en ese concierto, ya que no se pudo grabar… se ha perdido para siempre. Es lo que tiene la música, es una arte efímero… aún grabado, la magia estaba en la sala, no es posible de recuperar.

17. R.P.: Con todo esto de la crisis, ¿qué es componer hoy en día?

Alejandro Román: Es un auténtico reto, es amor por lo que quieres hacer y por lo que apuestas. Los cachés necesariamente han bajado, los encargos escasean, las subvenciones casi han desaparecido, las producciones, los estrenos, el dinero en general es cada vez más escaso… En definitiva, hay que seguir apostando por hacer música y por apoyar la cultura, y esperar a que pase el temporal, aunque mucho me temo que todo ha cambiado bastante. Aún así, la creación musical no acabará nunca, se transformará, se adaptará a las nuevas condiciones, pero necesariamente seguirá existiendo, es parte fundamental del ser humano.

18. R.P.: ¿Si no fuera compositor qué le hubiera gustado ser?

Alejandro Román: Siempre me gustaron las ciencias, estudié dos cursos de Biología, quería ser investigador en microbiología. Mi pensamiento siempre ha sido muy científico, se me daban muy bien las matemáticas y me gustaba la investigación… siempre he sido muy curioso. Pero con dieciocho años comencé a tocar en un grupo de amigos y en él, el bajista, que era pintor, me dijo que tenía que decidirme, o por la música o por las ciencias… Finalmente lo hablé con mis padres y decidí con ellos dejar la carrera de Biología para centrarme de lleno en mi carrera de piano. Poco a poco fui descubriendo las humanidades, que siempre me habían interesado, sobre todo la filosofía, y ahora resulta que me voy a doctorar, precisamente, con una tesis en la Facultad de Filosofía de la UNED.

19. R.P.: ¿Cuál ha sido su mayor extravagancia en la vida?

Alejandro Román: Nunca he sido nada extravagante, he sido bastante normal, diría yo. Aunque se espera de nosotros los artistas, los músicos, los compositores, que tengamos un aura sobrenatural, especial, ser únicos, etcétera, la verdad es que creo que no he tenido nunca una extravagancia… que yo recuerde… En todo caso, algunas “performances” tocando en directo… como utilizar una tabla de planchar como soporte para mis teclados, ¡qué locura!

20. R.P.: ¿Qué aporta la música a la educación?

Alejandro Román: Aporta vida, ilusión, inteligencia, pensamiento, capacidad crítica, creatividad, cultura, amor, todo lo positivo que hay en la vida. La música, como cualquier otra actividad artística o cultural, aporta capacidad de pensar, es el “alma” del hombre, es lo único que merece la pena para pasar por una existencia que no se limite al día a día, a lo cotidiano, es lo que nos hace ser más humanos. Por ello es tan importante que los niños, desde muy pequeños, estén rodeados de música, de pintura, de libros… que será lo que les haga pensar. Desgraciadamente no son buenos tiempos para ello, ya que en la educación los políticos ponen todo el peso en las enseñanzas “instrumentales”, las matemáticas y el lenguaje, en fin, en materias que desarrollan la lógica, el hemisferio izquierdo del cerebro, dejando de lado todas aquellas asignaturas que se basan en la creatividad, que desarrollan la intuición, que ayudan a forjar lo individual, la personalidad de los más pequeños. Pretenden uniformarnos, que todos pensemos igual, que no haya criterios dispares. Es una lástima, perdemos riqueza, la riqueza potencial que se encuentra en los niños.

21. R.P.: ¿Qué le da miedo?

Alejandro Román: No me gusta pensar en cuestiones que me causen temor… Pero supongo que aquellas que asustan a cualquier ser humano, nada más… y nada menos…

22. R.P.:  ¿Perdió algo por el camino?

Alejandro Román: No acabé la carrera de Piano… tampoco la de Biología. Terminé dos titulaciones superiores, la de “Improvisación y Acompañamiento” y la de “Composición”, pero el no haber acabado Piano hizo mella en mí. Estuve dos o tres años preparando un repertorio con obras de nivel superior para llenar esa pérdida. Pero quizá debido a esa pérdida encontré un nuevo camino… Es la biografía la que moldea nuestro destino vital, y seguramente si hubiera continuado mis estudios de piano clásico no sería el mismo Alejandro Román. De hecho continué estudiando piano, pero piano de jazz, lo que me permitió abrir nuevos mundos, sobre todo desde el conocimiento de la armonía, que en el jazz tiene una riqueza extraordinaria.

23. R.P.:  ¿Qué es el silencio?

Alejandro Román: El silencio es parte fundamental de la música… sin silencio es imposible la música. Me encanta el silencio…, de hecho, mis obras son en general muy poco “ruidosas”… creo que están más cerca del silencio que del sonido. En el cine el silencio es fundamental, un significado único que lo hace imprescindible.

"El silencio es contraste, y el contraste en música es algo fundamental… Sin silencio no hay sonido."






24. R.P.:
Liberté, egalité, fraternité….¿añadiría algo?

Alejandro Román: Musicalité ! Sí, en el mundo se necesita más música, pero no en cantidad, que hay mucha, sino de calidad. La música industrial está matando la capacidad crítica de la juventud, no reciben más que porquería, desechos y detritus sonoros. Cuando apareció el rock las generaciones mayores lo criticaron diciendo que, más que música era ruido. Creo que a más de uno nos gustaría escuchar más a menudo aquella música más que la de hoy. No ha habido desarrollo positivo, sino una destrucción paulatina : los grandes grupos de música pop y rock hicieron verdaderas piezas de arte musical, y me refiero sobre todo a los grupos del denominado « art-rock », « rock sinfónico » o « rock progresivo », (Genesis, Pink Floyd, Yes, Led Zeppelin, Marillion, etc.) y también el « jazz-rock » o « jazz-fusión ». Los músicos que desarrollaron este tipo de rock fueron grandes músicos. El panorama actual, sin embargo, ha cambiado mucho. Ahora existen intérpretes muy formados, muy virtuosos, pero se echa en falta mayor creatividad… la hay, pero está muy encubierta por músicas de muy baja calidad. Así que… « ¡liberté, egalité, fraternité y musicalité ! »

25. R.P.: ¿Tiene una idea de lo que puede ser la felicidad musical?

Alejandro Román: Sí, para mí siempre que un intérprete ha tocado una obra mía tal y como yo mismo la había concebido, en otro caso cuando el intérprete la ha tocado de forma distinta, y sin embargo con una emoción especial que me ha cautivado. Y sobre todo cuando estoy escuchando mi música en un concierto o proyección y siento cómo el público está vibrando con ella y al finalizar me expresan que les ha encantado y les ha tocado la fibra sensible.
También he encontrado la felicidad musical como “escuchante”, ha habido unas cuantas ocasiones en mi vida que he encontrado la felicidad musical en salas de conciertos. Recuerdo muy especialmente algunos recitales que me hicieron verdaderamente feliz: Pollini tocando a Debussy y a Stockhausen, Vladímir Spivakov interpretando a Prokofiev, Pat Metheny y su “Orchestrion”, asistir a un concierto de un coro góspel norteamericano, escuchar en directo al grupo de rock progresivo King Crimson, la puesta en escena de Marillion, los espectáculos multitudinarios de Bruce Springsteen, etc.

Pero si tengo que definir la absoluta felicidad musical, creo que la he encontrado fundamentalmente como intérprete. Creo que el intérprete es quien está más directamente en contacto con la materia musical. Cuando te encuentras rodeado de público que te escucha tocar se siente de cerca la emoción. Es una verdadera comunicación que también he experimentado cuando he dado una conferencia, un curso, y también habitualmente en mis clases, cuando siento que mis alumnos han conectado con mis ideas, las han comprendido y se han emocionado por ello. En este caso recibo el “feedback” y es sumamente enriquecedor. Creo que un profesor ha de ser primero un buen comunicador.

26. R.P.: ¿A quién rescataría del pasado?

Alejandro Román: A Roberto Gerhard… Uno de los más interesantes músicos del siglo XX, uno de los más grandes, que no es ni reconocido en Inglaterra por no ser inglés ni recordado en España por haberse exiliado. Fue un verdadero innovador, y su música es de una modernidad absoluta y de un interés musical evidente. Si no somos nosotros, los músicos españoles quienes apoyamos nuestra música y la valoramos en su justa medida, ¿quién lo va a hacer? Supo extraer de la tradición de la música española lo fundamental, su raíz y llevarla a una expresividad universal. Para mí es el continuador de la labor de Pedrell y Falla, y como alumno de Schoënberg creo que supo llevar a su música con mayor eficacia y expresividad la ciencia de su maestro. Uno de los grandes olvidados del Siglo XX…

27. R.P.: ¿Qué tiene el presente de interesante?

Alejandro Román: Todo. Es lo que vivimos, es nuestra vida, es lo que importa. El pasado y el futuro no existen, sólo existe el ahora. Nuestra existencia es nuestra razón, la “razón vital” orteguiana es mi filosofía. El presente será el pasado y genera el futuro, ¿no hay algo más interesante?

28. R.P.: ¿Qué espera del futuro?

Alejandro Román: Espero que haya más justicia social, más paz, más igualdad, menos guerras, eliminar el hambre, que no haya más enfermedad, más felicidad…más amor!. No es poco lo que espero… En cuanto a mí, con seguir como estoy me conformo de sobra. Los humanos siempre queremos más y más, nunca nos basta… más dinero, más éxito, más popularidad, … el reconocimiento… Bueno, claro que me encantaría llegar a más gente, que mi música se escuchara mucho más y la llegara a apreciar más gente. De todos modos, con las nuevas tecnologías eso ya está mucho más al alcance de cualquiera… Debemos aspirar a más, pero siempre dentro de una “ecología” que ponga al amor por encima de todas las cosas.

29. R.P.: ¿Qué consejo le daría a un joven o a una joven que quiere ser compositor?

Alejandro Román: Le diría que esté abierto a todo tipo de músicas, a todas las tendencias, que se forme lo más posible, pero no sólo como compositor, también como intérprete. Que lea, que se cultive. Que sea respetuoso con los demás, con otras propuestas musicales o vitales. En definitiva, que lo importante para ser creador, es ser culto y buena persona. En eso estoy muy de acuerdo con Aristóteles… “ética” y “estética” han de ir de la mano.

30. R.P.: ¿Qué le hace reír?

Alejandro Román: Las preguntas de mi hijo de seis años, Jaime, que son una preciosidad, además de ser muy inteligentes. La inocencia de los niños es un aspecto de la humanidad que se infravalora, sin embargo creo que en ellos está la verdadera sabiduría, como en los ancianos, porque su “mundo fuera del mundo” es lo más cercano a la verdad. El buen humor, el buen carácter, la inocencia (esa es la “madre de la ciencia”), son valores que no se tienen en cuenta en nuestra sociedad, lamentablemente. Pero ellos, niños y ancianos son los más sabios. En eso me considero taoísta.

31. R.P.: ¿Qué le hace llorar?

Alejandro Román: Aunque parezca mentira, a estas alturas, me hacen llorar algunas películas… No, hablando en serio, me hace llorar la clase política, los grandes poderes fácticos, las injusticias del planeta, las guerras civiles, que se esquilmen los océanos, la falta de respeto por la ecología, la falta de respeto hacia los humanos, el hambre en el mundo, que no haya justicia, sobre todo para los más desfavorecidos…

32. R.P.: ¿A qué compositor invitaría a comer a casa?

Alejandro Román: Invitaría, sin lugar a dudas a Erik Satie… seguro que era todo un personaje, muy sarcástico y divertido. Su gran sentido del humor me ha llamado siempre la atención, era muy irónico, y considero la ironía una forma de inteligencia superior. En algunas de mis obras hay bastante de Satie… y algo de Cage, que era otro admirador del normando. Para mí, con sus “pros” y sus “contras”, Satie fue el primer vanguardista musical del Siglo XX, un vanguardista negativo, precursor del ruidismo, la música de ambientación, de la indeterminación, y de tantas tendencias que considero es uno de los grandes pensadores musicales del pasado siglo. Sí, invitaría a Satie “a cenar en el Elíseo”… y le serviría de aperitivo unas “piezas frías”, marisco (“embriones de edriophthalma y de podophthalma”), de plato fuerte, pescado (“pez soñador”), y de postre unas “piezas en forma de pera”, en un ambiente místico con “sonoridades rosacruces” …je, je…

33. R.P.: ¿Con cuál se sentaría a charlar horas y horas?

Alejandro Román: No sé si me sentaría a charlar horas y horas con nadie, y menos con un colega compositor. En todo caso un buen rato sí, y siempre con una copa en la mano. Los compositores somos gente “rara”, y que dos compositores sean capaces de hablar juntos sin que aparezcan sus egos es algo complicado. En todo caso, sí que lo hago habitualmente con algún querido amigo compositor.

34. R.P.: Un libro indispensable…

Alejandro Román:  Aunque sea un tópico “El Quijote”, las tragedias de Eurípides (muchas de ellas)… “La insoportable levedad del ser”, de Milan Kundera, “El amor en los tiempos del cólera”, de Gabriel García Márquez…

35. R.P.:  Una película…

Alejandro Román: Muchas… « Muerte en Venecia », de Luchino Visconti, « Los Santos Inocentes », de Mario Camus, « Camino a la perdición », de Sam Mendes, « La misión » de Roland Joffé , « Cinema Paradiso » de Giuseppe Tornatore, « La vida de Brian » de Monty Python, « Star Wars » de George Lucas, « Indiana Jones » de Steven Spielberg, « todo Hitchcock », etc.

36. R.P.: Una canción que le arregle un mal día…

Alejandro Román: Muchas canciones son capaces de arreglarme un mal día. El rock es la música que me proporciona más energía: “Born to run” o “Badlands”, de Bruce Springsteen, que me sirven para descargar la adrenalina, la música soul, como por ejemplo, “Sittin´on the dock of the bay”, de Otis Redding, y si quiero disfrutar de los colores de la mañana, cualquiera de los lieder de Gabriel Fauré o las canciones de Debussy.

37. R.P.: ¿Qué piensa de la política?

Alejandro Román: La política es maravillosa cuando los políticos también lo son. Es una labor humana a la que se dedican humanos, y cuando éstos tienen dedicación y vocación por servir a los demás, la política se convierte en un medio para hacer que la sociedad sea mejor, más solidaria y viva con mayores comodidades y confort, la política es necesaria para conseguir un mundo en el que las necesidades básicas estén cubiertas, y todos los esfuerzos puedan ponerse en llenar los espacios de humanidad de la gente, elevando la categoría social mediante la cultura, el arte, la música, el ocio bien entendido. Desgraciadamente, la política actual está muy lejos de esta utopía, porque se hace primar otro tipo de cosas, y los políticos actuales, en lugar de ser servidores del pueblo han entrado en una espiral en la que únicamente son servidores de sí mismos… egoísmo puro y duro.

38. R.P.: Algunas obras maestras de la historia de la música…

Alejandro Román: Me quedo con “todo Bach” y paso directamente al siglo XX: “todo Debussy”, “todo Ravel”, Cuartetos de Cuerda, Concierto para orquesta y Música para cuerda, percusión y celesta de Bela Bartok, Los conciertos para violín y orquesta y para piano y orquesta de Prokófiev, La Consagración de la Primavera, de Stravinsky, Noches en los Jardines de España, Concierto para clave y cinco instrumentos y El Retablo de Maese Pedro de Manuel de Falla, la Sinfonía nº 4 “Nueva York”, el Concierto para piano y cuerdas de Roberto Gerhard, la “Steel Symphony” de Leonardo Balada…

39. R.P.: ¿Qué quisiera hacer en música que no haya hecho todavía?

Alejandro Román: Muchísimas cosas… Dirigir orquesta en concierto (he dirigido sólo grabaciones), tocar con un grupo famoso en un nutrido auditorio, seguir escribiendo (le he cogido gusto), componer un musical de estilo Broadway, una ópera…

40. R.P.: ¿Qué diría Alejandro Román de Alejandro Román?

Alejandro Román: Que te queda mucho por aprender, Alejandro… mucho… y gracias a eso el impulso vital es enorme… También creo que tu momento está aún por llegar y no debes desfallecer en el intento, que no todo es la composición, que la vida hay que vivirla… aunque con la música la vida es un camino más feliz y hay que aprovecharlo.

                                            Alejandro Román, Madrid, Septiembre del 2014

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