Alejandro Román (Compositor) 

El día dos de junio a las 19,00 tendrá lugar en la Embajada española en Berlín un concierto a cargo del pianista Javier Herguera que inluye el estreno de la obra "Ewig" del compositor madrileño Alejandro Román.

Nos comenta Alejandro Román, que comenzó a escribir “Ewig” en 2011, año en que se conmemoraba el centenario por el fallecimiento de Gustav Mahler, y en el que el compositor nos comenta que comenzó a descubrir la profundidad de la obra mahleriana.

Ese año Román fue invitado a impartir algunas conferencias en torno a la figura de Mahler, como la que dió en la Universidad Pública de Navarra, Pamplona, titulada “Mahler y el Cine”, la comunicación “Música preexistente: función y significado desde el Análisis Musivisual” que presentó en el VI Simposio Internacional “La Creación Musical en la Banda Sonora”, celebrado en la Universidad de Salamanca, y más tarde nuevamente “Mahler y el Cine” en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, ya en 2012.

Alejandro nos comenta que 2011 fue un año, importante y complicado para él, recién cumplidos cuarenta años nos dice:

"me encontraba en una crisis personal quizá fruto, entre otras cuestiones, de la propia toma de conciencia del paso del tiempo, pensamiento recurrente en la casi totalidad de la obra de Mahler. De este modo, y en estas circunstancias, se fue gestando en mí la idea de realizar una “toccata” para piano (proyecto ya pensado hacía unos años) que planteara nuevamente, desde mi perspectiva, el tema mahleriano de la inexorabilidad del paso del tiempo."


El compositor nos comenta que:

La toccata se basa en este intervalo y en la contraposición del cromatismo representado por el de segunda menor, en una lucha ya planteada desde el inicio de la pieza, y que da lugar a secciones donde hay más o menos predominancia de uno de los intervalos. El carácter indicado, “furioso, bárbaro” hace alusión al “Allegro Bárbaro” de Bartok, cuyo tema es citado en la toccata. Entre sección y sección el tema de “Ewig” aparece como la calma entre momentos de tempestad sonora, hasta llegar al punto climático en que aparece la dulce sonoridad del final de “La Canción de la Tierra”, que es interrumpida nuevamente por la fulgurante aparición de la toccata que lleva al oyente hasta el final, donde intervienen nuevamente los dos intervalos que pugnan por vencer, siempre enmarcados por el de tritono, el cual no es más que un moderador entre ambos.

La obra está dedicada al pianista y amigo del compositor, Javier Herguera