ISSN 2605-2318

Artistas

Ismael G. Cabral (Colaborador) 

Lucier y Bach, un diálogo cordial


07/12/2021

Una crítica de Ismael G. Cabral para El Compositor Habla.

 
 

ALVIN LUCIER / JOHANN SEBASTIAN BACH
I am sitting in a room. Öffne dich, mein ganzes Herze, BWV 61. Stumme Seufzer, stille Klagen BWV 199. Mein gläubiges Herze, BWV 68…
Hanna Herfurtner, soprano. Clara Blessing, oboe. Joosten Ellée, violín. Elina Albach, clave, órgano. Linda Mantcheva, violonchelo.
bastille musique 17.
 
 
Puede que este que comentamos, publicado recientemente por el sello alemán bastille musique, sea uno de los discos más arriesgados en cuanto al diálogo entre siglos que propone. No son extraños a la fonografía los correlatos estilísticos que muchas veces se sugieren entre la música antigua y la contemporánea; pero lo que se plantea en este trabajo conceptual supera, seguro con mucho, incluso las más avezadas perspectivas de los programadores con mayor predisposición a la permeabilidad inter épocas. Se une aquí a Alvin Lucier (1931) con Johann Sebastian Bach (1685-1750), en lo que resulta una operación reflexiva que funciona mejor cuando la escuchamos que al sernos explicada sin exponernos previamente al resultado.
 
I am sitting in a room (1969) es -nada descubrimos- una obra tan icónica del modernismo musical como lo fue y lo es 4’33’’, de John Cage, seguramente tan escasamente entendida como la pieza que aquí se referencia. Desde luego, sobre el papel, su hilazón con Bach no salta a la vista. Hay que recurrir, si queremos comprender los porqués iniciales del proyecto, a la profusa carpetilla de esta (como siempre) esmerada producción editorial. En ella se nos da cuenta de un grupo de músicos especializados en el repertorio histórico y de sus vivencias durante los meses de confinamiento por la pandemia de Covid19. La riada de cancelaciones y la obligatoriedad del encerramiento despertó controvertidas sensaciones y reacciones que, en el caso de la soprano Hanna Herfurtner, cristalizaron en una idea que parecía improbable. “Busqué una obra que reflejara todo lo que estaba experimentando durante el enclaustramiento obligatorio”, dice. Fue así como llegó a la creación de Lucier, una obra “sobre la resonancia, eso que de un día a otro había sido evaporado porque dejamos de tener feedback de los demás, se abolió el contacto con la gente (…) Me pregunté entonces, ¿qué podría ser de mí, siendo yo misma una cantante, si nadie me escucha?” En efecto, I am sitting in a room se convirtió así en el eco de la propia voz de Herfurtner, ella se daba la respuesta en la expansión de su voz hasta que esta, en una paulatina y densa desfiguración, fuera desintegrándose, perdiendo todo atisbo de semántica, de identificación con el original, “quizás con la sola excepción del ritmo”, si nos atenemos a lo que el propio Lucier expone en el texto que sirve de único sustento a la obra.
 


 

En otro orden más discutible es la decisión de la cantante de optar, tras múltiples y ulteriores grabaciones en distintas salas para testar la acústica, el elegir finalmente por fijar en el disco la primera que ella mismo pudo hacer, en su casa, mediante su teléfono móvil. No negamos la autenticidad que esta exhala y también la pulcritud de la referencia sonora conforme al ánimo conceptual del disco, pero de entrada, cuesta acostumbrarnos a una sonoridad un tanto amateur. Especialmente porque aunque I am sitting in a room sea ya patrimonio vivo del siglo XX la voz del propio Lucier, en las múltiples versiones que ha hecho, resuena en nuestra memoria auditiva como para habituarnos, en una primera toma de contacto, a la locución de Herfurtner. Reflexión esta que se evapora conforme avanzamos en la escucha y el drone empieza a imponer su presencia, generando a partir de entonces los momentos más inspirados y radicales de un disco que confiere casi el mismo minutaje a Lucier que a Bach, tratados con igual respeto.
 
En este sentido el trabajo resulta de un posicionamiento soberbio, no es este un álbum Bach enmascarado con cierto esnobismo avantgarde en forma y manera de una pincelada de Lucier. Constituye un diálogo cordial e impensable entre ambos; propiciando una escucha que no deja de sorprendernos durante los 75 minutos por los que se extiende. Desacostumbrados a esta alternancia, cada aria bachiana adquiere una (re)significación completa. La selección, que alterna entre arias de continuo y con oboe solista, buscó poner el foco en la exposición de afectos y sensaciones anímicas diversas (muy en consonancia, de nuevo, con lo experimentado durante el confinamiento), ya estados de impaciencia, depresión, calma, incomprensión o esperanza. La grabación, como siempre en este label, es modélica, llevada a cabo en la Deutschlandfunk Kammermusiksaal y dando una gran amplitud acústica a los instrumentos, dejándolos respirar, no trayéndolos a la primera línea de nuestros altavoces. Igualmente tanto Herfurtner como la oboísta Clara Blessing y la clavecinista Elina Albach comparten una notabilísima parte del éxito del excelente Bach que sirven mientras, entre pista y pista, avanza impertérritamente la degradación semántica de I am sitting in a room.
 

 
 
 
Ismael G. Cabral
Diciembre 2021

Más información en Bastille Musique
  
 


 

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