Con la muerte, el pasado 10 de octubre, de Luis de Pablo (Bilbao, 1930 - Madrid, 2021), la música española ha perdido a uno de los compositores más importantes de su historia, así como a uno de los dinamizadores que consiguió trascender las encarceladoras fronteras de la España franquista, llevando nuestra creación contemporánea a los centros referenciales de la nueva música internacional.
Compositor comprometido con sus raíces vascas, con la cultura española más universal y con las corrientes compositivas más avanzadas de su tiempo, a comprender mejor la importancia y el legado de Luis de Pablo nos ayudará, en esta entrevista, el compositor guipuzcoano Ramon Lazkano (Donostia, 1968), amigo personal de Luis de Pablo y un buen conocedor de su obra, así como de su eco en Europa.
1. Paco Yáñez: Creo que la primera pregunta, en esta ocasión, es obligada: ¿cuándo conoció tanto la música de Luis de Pablo como al compositor en persona?
Ramon Lazkano: La proximidad de Luis ha sido para mí, recordando a Didi-Huberman, un proceso en hojas de cebolla. De pequeño, estudiando en el Conservatorio de San Sebastián, su nombre era ya de ésos que todo el mundo cita sin conocer la obra o el pensamiento, blanco de la malevolencia reaccionaria y de la utopía de quienes aspiraban a cambios en nuestro ambiente conservador. Hablar de Luis era la metafísica envolvente de la posibilidad de otra música vasca —porque, claro, éramos vascos y en aquella época, los inicios de los 80, nuestro entorno se definía en esos términos—. Luis se encarnó en París, durante unos seminarios que vino a dar en el Conservatorio: tendría yo 19 o 20 años, y recuerdo que habló de su
Fragmento para cuarteto de cuerda [1985-86], cuya partitura guardo desde aquella época, fotocopia prohibida cuidadosamente encuadernada. Pasaron un par de años y, necesitando una carta de recomendación, un compañero me dijo: «Pídesela a Luis de Pablo, conoce tu música y habla muy bien de ella». Me costó decidirme a escribirle, pero cuando lo hice me encontré con una acogida, tanto de él como de Marta [Cárdenas, mujer de Luis de Pablo], de un calor y de una generosidad inolvidables y que nunca cambiarían. Como ellos venían a Bidania, a unos 35 kilómetros de Donostia, los veranos nos veíamos en su casa y los cuatro debatíamos interminablemente en su terraza mirando a los montes que van hasta Aralar. En 1998, me propuso acompañarle en su residencia en Estrasburgo y quizá fue éste el momento en que nuestra amistad adquirió una familiaridad que ha durado hasta hoy y que prosigue con Marta —Marta que, curiosamente, había estudiado en el mismo colegio que mi madre en San Sebastián—.
2. P.Y.: Aunque Luis de Pablo no figure entre los maestros con los que cursó sus estudios musicales, sin duda habrá aprendido de él lecciones, tanto artísticas como humanas, que lo habrán marcado.
Ramon Lazkano: Creo que tanto el carácter como la erudición de Luis han dejado impronta en muchos de nosotros. No sé si son lecciones, porque no había en Luis, a mi parecer, nada de docto o de profesoral, él que siempre empezaba con coletillas como «Sin duda recordarás que...» o «No te voy a decir nada que no sepas...», y sabía decir con naturalidad casi banal la más extraordinaria de las anécdotas o la cita más ignota. La serenidad del hacer creativo que emanaba de él me liberó la mano en un momento dado, aunque mi relación con la escritura de la música siga siendo más bien tortuosa. Siempre tuve la impresión de detectar en él una forma fluida de ser radical, una
radicalidad tan
enraizada que no necesitaba de aspavientos ni de proclamas —y esa fluidez, que acompañaba una fidelidad sin fallas, es algo que algunos quizá no han sabido entender en su forma de ser—.
3. P.Y.: ¿En qué sentido se produjo esa liberación en su escritura musical a través del contacto con Luis de Pablo?
Ramon Lazkano: Como decía, fue más una liberación de la mano que de la escritura; siempre me he sentido libre de hacer la música que me parecía necesaria o que mi deseo no podía esquivar, y sigo convencido de que es esto una de las grandes virtudes, por no decir el privilegio mayor del que aún disfruta nuestra práctica artística. Creo que el ser libre es a la vez origen, función y resultado de lo que intentamos hacer. En la preocupación por mi mano y su rigidez, la serenidad de Luis frente al papel pautado me mostró una vía de abandono, de soltura; me permitió recuperar una gestualidad y una familiaridad con el lápiz que el contacto con el Conservatorio de París había tensado. Reconocerse es todavía más costoso que conocerse, me atrevería a decir, y ver a Luis trabajar y ser fértil con una labor que no desatendía nunca, ni en los hoteles ni en los aeropuertos, fue para mí la manera de un reencuentro con mis impulsos de siempre.
4. P.Y.: En alguna ocasión se ha referido usted a que su música está muy marcada por lo vasco, no sólo en cuanto a una vivencia cultural o a las referencias artísticas que dialogan con su obra, como la de Jorge Oteiza, sino por el hecho de que su lengua materna ha sido el vasco, y su prosodia ha improntado su propia música. ¿Encuentra en Luis de Pablo elementos semejantes? ¿Hasta qué punto, desde Euskadi, se percibe esa filiación de Luis de Pablo con su tierra natal?
Ramon Lazkano: A decir verdad, no creo haber dicho que es mi música la que está influida por lo vasco, sino yo mismo, mi ser, mi manera de estar en el mundo, condicionados por ese origen y por ese útil lingüístico, el euskera, para mí indeleblemente ligado a lo afectivo. He vivido debates metafísicos y discusiones eternas sobre la
vasquitud de la música... ¿Es vasca la música de Luis porque nació y creció en el País Vasco? ¿O es vasca cuando la titula
Zurezko Olerkia [1975]? ¿O porque se apropia de útiles de las músicas tradicionales? Tengo la impresión de que el
momento vasco en la música de Luis es un tiempo ideológico, el período de desorientación ideológica de las identidades en la que derivó el franquismo tardío; y que los años 80 le permitieron reencontrarse, a través de la poesía, con la lengua de sus afectos, el castellano, él que hablaba tantas lenguas y con una soltura que le envidiábamos. Me parece que esa misma diversidad con la que se puede percibir la música de Luis, esa movilidad tan propia de los espíritus infatigablemente inquietos, hace que su recepción en el País Vasco sea basculante, como si mirásemos atónitos la posibilidad de un ser creativo
sin cautiverios.
5. P.Y.: En el contexto español, la de Luis de Pablo es una de las referencias ineludibles en la renovación de nuestra música en la posguerra. ¿Qué obras cree más destacadas y progresivas en ese sentido?
Ramon Lazkano: Bueno, yo no me atrevería a hacer una valoración de este tipo, porque cada una de las obras habrá sido para Luis la más esencial durante el tiempo de su elaboración y cada una se habrá ido quedando
vieja según aparecían nuevos ensueños, retos y fantasmas. Quiero decir que cada una de ellas es
progresiva en un sentido específico para el autor, que la vive y la inserta en su tiempo vital, como umbral de nuevas aventuras creativas. No estoy muy seguro de que el arte
per se sea progresivo: creo que pueden ser progresivos los útiles, los medios, los instrumentos —la fábrica que hace posible que la
tekhné se revele, diría a la manera heideggeriana, en cada momento, como una verdad desvelada. Pero supongo que en este punto estoy hablando más de mí que de Luis, que no tenía simpatía por Heidegger...—. Y, claro, para mencionar obras de Luis estaré hablando también más de mi historia y de mis afinidades que de lo que estas músicas puedan ser para la generalidad de nosotros... Pero si hay una que me sigue impactando por su ambición y amplitud, y porque me parece que traduce de forma milagrosa la transición-mutación de Luis en los años 80 tanto como transparenta su jardín más secreto, es
Tarde de Poetas [1985-86].
6. P.Y.: En varias de las entrevistas que he realizado a lo largo de los últimos años, así como en conversaciones con compositores e intérpretes europeos, la de Luis de Pablo es una de las figuras más recurrentes a la hora de citar exponentes de la nueva música española. Usted, que vive parte del año en Francia y que suele estar presente en importantes festivales europeos, ¿cree que la de Luis de Pablo es una figura suficientemente valorada en Europa?
Ramon Lazkano: Vivimos un siglo extraño para los que crecimos antes del ordenador personal, de internet y del teléfono móvil, es un lugar común decirlo. Las prácticas artísticas están mutando, las experiencias sensoriales no proceden con los mismos mecanismos; las músicas han integrado lo visual y lo gestual hasta puntos que enmascaran la concentración en lo sonoro y la creación plástica ha tenido tendencia a instalar un rumor de fondo que ahoga formas de escucha que parecen envejecidas. En este entorno, las músicas de Luis, de amplio formato temporal, instrumentales o vocales sin ayuda de microfonía, laberintos formales de rumbos rapsódicos, no parecen adecuarse a lo que los programadores, asfixiados por la penuria del público, aspiran a fomentar en adecuación con el
jeunisme ambiente: fugacidad de objetos y gestos, hiperactividad excitante, posibilidad de multitasking intelectual —quizá en reacción a la ataraxia a la que se aspiró en un momento en el que pensamos que el planeta podía ser pacífico—.
Lo que es indudable es que Luis de Pablo es referente, que su música y su acción son admiradas y tenidas como exponentes de lo sucedido en España en nuestra galaxia de compositores.
7. P.Y.: Como muchos compositores que han vivido bajo un régimen dictatorial, Luis de Pablo tuvo que sortear no sólo la censura, sino que lidiar con el régimen cuando ocupó cargos relevantes, como la presidencia de Juventudes Musicales. ¿Cree que hubo algún tipo de colaboración por parte de Luis de Pablo con lo que el régimen representaba? ¿Mantuvo conversaciones sobre aquellos años con él?
Ramon Lazkano: La complejidad de la cuestión viene por el uso del término
colaboración, que tiene una carga connotativa expresa en aquéllos que la han utilizado para referirse a esos años de la vida musical de Luis de Pablo y de tantos otros bajo la dictadura. Por mi lado, sólo puedo hablar de lo que sé sobre Luis: de sus orígenes y de la adscripción ideológica de su familia tal y como él me la describió; de nuestras conversaciones sobre el mundo y la política, que siempre fueron apasionadas y nunca nos llevaron a enfrentamientos antagónicos o insolubles, muy al contrario. Hay aspectos de las vidas de los compositores de esa generación que se nos escapan, me parece, porque no supimos escuchar con la atención suficiente la manera en la que estos creadores podían o no inscribirse en la vida pública y sobrevivir, financiera y artísticamente. Algunos tuvieron recursos acomodados, por sus familias o por sus matrimonios, otros fueron funcionarios y transitaron por el mundo con compañeras nada convencionales.
8. P.Y.: Además de esas conversaciones a las que se acaba de referir, parece que su contacto con Luis de Pablo, a nivel epistolar, fue extenso, o eso se podría deducir de la fotografía que compartió usted en Instagram el pasado 11 de octubre. ¿Cómo era Luis de Pablo en ese medio y, si no violentamos la privacidad de aquellas cartas, cuáles eran sus temas más recurrentes por escrito?
Ramon Lazkano: Luis era un correspondiente epistolar de la vieja escuela; con una letra diminuta podía rellenar toda la superficie del papel a la manera, casi, de los microgramas de Robert Walser —lo que multiplicaba el placer de descifrar y descubrir el contenido, alargando el tiempo necesario para la lectura, que no era inmediata, como si con sus cartas pidiese un tiempo amplio equivalente al de sus músicas—. Me llamaba la atención el cuidado de los sobres, la calidad del papel, la elección meditada de las tarjetas postales que acompañaban a menudo sus envíos y que eran invitaciones a descubrir rarezas, o señales y guiños de lo que no se decía con la palabra. Una de las cartas de la que guardo un especial recuerdo, se lo contaba a Marta hace unos días, es una en la que, a falta quizá de sobres, la misma hoja escrita se pliega y convierte en continente, una práctica antigua y un ejercicio moderno de origami. Durante horas me entretuve en rehacer los dobleces para aprender a hacerlo a mi vez, es una técnica formidable con papel de gramaje superior. ¿De qué hablábamos? De música, del trabajo en curso, de nuestra percepción de lo cotidiano, del mundo que cambia y nos transforma y en el que nos vamos volviendo extraños...
9. P.Y.: Siguiendo con ese mundo que cambia, en su primera respuesta se ha referido a un concepto que parece, tristemente, en desuso: el de la utopía. En un mundo tan cargado de retos y tan acuciado por peligros para lo que consideramos (o se consideraba) humanismo, ¿qué nos aporta la figura y la música de Luis de Pablo para poder seguir mirando al futuro con cierto optimismo (si esto aún es posible)?
Ramon Lazkano: Supongo que es una cuestión personal, una toma de posición: no veo la acción y la presencia de los artistas como visiones de futuro, sino de presente, cuya inmediatez actúa y se fija como frescos, en un presente que se hace calcáreo. El recuerdo y el significado de la obra se irán transformando, tomarán matices que responderán a los interrogantes de esas otras épocas por venir, se confundirán los términos y, afortunadamente, la música seguirá siendo polisémica. La travesía de
Borís Godunov [1868-73] me ha fascinado siempre (no sólo como factura de obra en devenir): la ópera de un zarista reaccionario que se convirtió en apología revolucionaria soviética para acabar en glorificación de la ortodoxia creyente del siglo XXI...
No sé si la música de Luis nos permite intuir el futuro con esperanza, pero si posee una realidad terapéutica, es la de poder consolarnos en nuestras horas individuales, a solas en la escucha del palpitar de nuestros cuerpos.
Diciembre 2021
© Paco Yáñez
Paco Yáñez (Santiago de Compostela, 1974) desarrolla su actividad creativa en la intersección y diálogo de diversos lenguajes artísticos; destacadamente, la fotografía, la música, el cine y la literatura. Tal es el camino recorrido por sus dos novelas hasta ahora publicadas: ...distancias... (Baía Edicións, 2008) y contra(de)cadencia (Laiovento, 2014), así como por sus ensayos, entrevistas y críticas musicales, publicados en ocho idiomas en medios especializados de América y Europa, destacando su colaboración con el diario internacional Mundoclasico.com, así como sus notas para conciertos y discos. Diversos compositores europeos y americanos han creado obras musicales inspiradas en sus fotografías y textos poéticos, diálogos interdisciplinarios que articulan toda su creación. Ha pronunciado conferencias en conservatorios, auditorios y espacios culturales, como la Universidad de Santiago de Compostela, el Auditorio de Galicia, el MARCO de Vigo, la Fundación Luis Seoane, o el Centro Gallego de Arte Contemporánea, entre otros, estando disponibles algunas de sus conferencias en Youtube.
Sus fotografías han sido exhibidas y publicadas en exposiciones, catálogos y revistas de arte y música, tanto en España como en el extranjero, incluyendo instituciones y medios especializados como la revista Sibila, la revista del CGAC, Ricordi, etc. En el terreno cinematográfico, ha colaborado en la realización de los documentales Correspondencias sonoras (2013) y Enrique X. Macías. A lira do deserto (2020), obras de Manuel del Río.
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