ISSN 2605-2318

Atelier de músicas

Ismael G. Cabral (Colaborador) 

«Enjambres, o el vértigo de la escritura sinfónica»


16/10/2022

Una crítica de Ismael G. Cabral para El Compositor Habla.




13-10-2022. Madrid. Teatro Monumenal. Nuria Núñez Hierro (1980): Enjambres (XXXIX Premio Reina Sofía de Composición). Leos Janácek (1854-1928): Misa glagolítica. Gun-Brit Barkmin, soprano. Marie Luise Dressen, contralto. Ludovit Ludha, tenor. Wojtek Gierlach, bajo. Orquesta y Coro de RTVE. Pablo González, director.


Atractivo programa el que la Orquesta de Radio Televisión Española ha afrontado esta semana combinando el estreno de una obra importante (en duración y efectivos) de la compositora jerezana Nuria Núñez Hierro y la infrecuente Misa glagolítica de Leos Janácek. De la primera autora atendimos el estreno absoluto de Enjambres, XXXIX Premio Reina Sofía de Composición que concede la Fundación Ferrer-Salat. Un galardón, a punto de cumplir sus primeros 40 años que, en su trayectoria deja una desigual lista de premiados, destacando positivamente nombres como los de Witold Lutoslawski, Joan Guinjoan, Gonzalo de Olavide y Octavi Rumbau, entre otros.

Tras la escucha de Enjambres sigue siendo palpable la impresión que ya nos causó la audición de la obra de Nuria Núñez Donde se forjan las quimeras (2010), tras su interpretación en 2015 por parte de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Esto es que la escritura camerística y orquestal de la autora, aun advirtiéndose naturalmente en ellas trazas de la misma mano, corren caminos parejos pero diversos. Ante el aparato sinfónico la compositora jerezana alisa su lenguaje sin desbaratarlo, haciéndolo más accesible y reconocible para un público amplio. Una obra como la que nos ocupa tiene un sesgo estético mucho más lenificado que el que destilan partituras como Kafka is dead (2012) o Der rote Faden I (2018).

Insistiendo en los apuntes que tomamos tras aquella otra obra sinfónica, sigue presente en el quehacer de Núñez un refinamiento tímbrico que se hace aún más palpable en estos Enjambres concebidos a partir del estudio y la reflexión sobre estos superorganismos o “redes ecológicas”, comenta la compositora en las notas de la obra refiriendo un término debido a la bióloga Donna Haraway. Durante buena parte de la misma la orquesta opera en forma de riadas que se extinguen una y otra vez, lo que provoca en la escucha un hábil efecto de movimiento similar al que observamos en los enjambres de abejas o las bandadas de aves. La Orquesta de RTVE, a las órdenes de Pablo González, se desenvolvió bien en la plasmación de estas constantes cargas y descargas de energía antes de que la pieza comenzara a dar señales de agotamiento. A Nuria Núñez no le interesa (o no lo demuestra especialmente aquí) el trabajo textural ni la búsqueda de sonoridades no previstas; su escritura y el resultado de la misma es hasta cierto punto convencional. Porque donde adquiere notoriedad su pluma es en puntuales asociaciones tímbricas muy bien urdidas. Es el caso por ejemplo del soberbio apagamiento de la obra, con esmeradísimas coincidencias entre el piano, los contrabajos y los tambores metálicos (steel drum); instrumento este casi siempre mal empleado por sobrexpuesto y al que la creadora concede un papel importante y nada ornamental en el tejido global.

Hay asociaciones difíciles de explicar y que, por alguna razón, acaban funcionando en el correlato que establecen. Sucedió así tras el alumbramiento de la obra referida cuando después comenzaron los primeros compases, igualmente austeros, de la Misa glagolítica, de Leos Janácek, esa extraña creación que marida rito y cristianismo de la óptica fervientemente atea del compositor moravo. González, en el podio, acertó con un tono entre fervoroso y pagano acentuando las fanfarrias (Intrada) y mimando con arrobo pasajes como la aparición del coro en el Kyrie o las aportaciones de la cuerda grave en el Credo. Es una pieza singular y hasta desacostumbrada esta Misa, en la que su autor, tardíamente, impone su voz propia pero en la que, queriendo o sin buscarlo, parecemos oír a algún Stravinsky (a alguno o algunos de los que encarnó) y hasta, ya desde la perspectiva del auditor actual, préstamos que luego pasarían al imaginario del irredento Carl Orff. Silvia Márquez, solista de órgano, causó una honda conmoción en su solo cuasi final (Varhany solo) antes de que la RTVE y González atacasen nuevamente la Intrada-Éxodo, efectista manera del compositor de cerrar su creación con el motivo melódico más reconocible de la Misa. El Coro de la RTVE, dirigido por Marco Antonio García de Paz, realizó una inspirada y carnosa aportación, nada circunstancial. Y los solistas vocales se las vieron y desearon para abrirse paso en el convulsivo panorama, con un tenor, Ludovit Ludha, que tuvo dificultades de proyección y se tornó algo gritón. Mejor el bajo Wojtek Gierlach y competentes Marie Luise Dressen y Ludovit Ludha.
 
Más información en la página web de RTVE
©Ismael G. Cabral. Octubre 2022

 



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Ismael G. Cabral
Soy periodista (no solo) cultural en Sevilla. Pasé 16 años en la redacción de 'El Correo de Andalucía' (2002-2018). Actualmente escribo sobre música en las revistas 'Ópera Actual', 'Scherzo' y El Compositor Habla.
Y sobre animales en el portal 'Wamiz'. En el pasado, también investigué radio y televisión. Buscando nuevos horizontes.
Ismael G. Cabral







 

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