ISSN 2605-2318

Atelier de músicas

Ismael G. Cabral (Colaborador) 

«Fuera del mundo, dentro del sonido»


23/07/2020

Una crítica de Ismael G. Cabral para El Compositor Habla.


TIMOTHY McCORMACK
karst survey (2016)
Klangforum Wien
you actually are evaporating (2011-14)
C. Otto, violín. K. McFarland, violonchelo
KARST (2015-16)
Ensemblekollektiv Berlin
KAIROS 0018003KAI

 
 
Cuando hablamos de creación contemporánea o digámoslo sin temor, de vanguardia (nos movamos en el ámbito en el que nos movamos), hemos de tener precaución a la hora de adjudicar el adjetivo extremo. Porque en la carrera por el más difícil todavía siempre podremos divisar como llega alguien y sitúa más lejos la linea de meta. Desde luego Timothy McCormack (1984) asume, como poco, un ideario radical.

«[McCormack] escribe música háptica y viscosa que hace audible la relación táctil y física entre un intérprete y su instrumento. A veces extasiada, a veces hermética, su música incrusta el tono dentro de densos muros de ruido para crear ecologías sonoras perturbadoras que persiguen alterar la percepción del tiempo», puede leerse en la biografía de su página web.
 
Dos de las tres obras alojadas en este disco que ahora presenta el sello Kairos (en una edición auspiciada por la Ernst von Siemens Musikstiftung) retratan al compositor como un creador más de ambientes, de espacios alterados, por momentos inhabitables, que de estructuras armónicamente estables. En una obra no recogida aquí (pero sí presente en YouTube), Worldeater (2016), para dos trombones, el magma sónico se propaga crepitante (con el añadido de resoplidos, respiraciones y alientos agonizantes) durante más de una hora. Se piensa en referentes como Alvin Lucier pero también en los tónos lóbregos, en blanco y negro, de bandas experimentales ajenas a la academia como Phurpa y Mohammad. Mientras, por duración, el material se extiende en apariencia inalterable; viene a la mente Morton Feldman.



El Klangforum se hace cargo de la primera obra del álbum, karst survey. Aquí, como también en la pieza más extensa del disco, KARST, evoca directamente McCormack un paisaje muy concreto, el karst, parajes geológicos de relieve formados por determinadas rocas como la caliza y el yeso. Y, contra lo que es habitual en el campo de la música pura, sí que hay un ánimo de resituarnos mentalmente en un lugar duro y desolado como este.

«Busco invocar en la escucha un mundo fuera del mundo pero dentro del sonido», dirá el compositor. Pero el programatismo acaba ahí, en ese afán de deslocalización.

karst survey parece ir construyéndose de manera desnortada, como queriéndonos transmitir esa erosión del terreno que invoca en la propia construcción de la escucha. Durante los primeros diez minutos nuestro camino auditivo se resuelve de forma zigzagueante, como si fuéramos conscientes del terreno que pisamos. Es a partir de entonces cuando el compositor estadounidense, literalmente, nos arroja al suelo, nos empuja hacia un muro de ruido electrónico que convierte al ensemble en una masa informe (mucho más fiera que cualquier comparación con la musique saturée). Una especie de abrupto monolito en el que seremos engullidos hasta el final de la composición. En el juego de las referencias pensaremos en una barroquización ruidista de una página como HIDDEN, de Chaya Czernowin (con quien por cierto McCormack ha estudiado), pero tampoco es ajena parcialmente karst survey al drone glutinoso de un Phill Niblock. 
 


Resulta curioso saber que KARST nació antes que karst survey porque, en su amplitud y su mayor complejidad formal, parecería una creación ulterior. Se convoca aquí a un gran ensemble, el Ensemblekolletiv Berlin, integrado a su vez por varias formaciones: ensemble mosaik, Ensemble Adapter, Ensemble Apparat y Sonar Quartett. Con todos ellos crea el músico un paisaje que es, a la vez, imaginario y real, por la propia disposición espaciada de los 22 solistas. Durante cerca de 40 minutos el viaje, tan inestable como el anterior, resulta más microscópico; se nos introduce en grietas, sumideros, cuevas y espacios con aguas estancadas. La música adquiere una tonalidad más esfumada, casi diríamos gaseosa, pero la sensación de acecho es por otra parte constante. La escucha de ambos retratos sonoros del paisaje deviene por tanto complementaria y al elevado impacto contribuyen, y de qué manera, los conjuntos aquí movilizados.


 
En medio de una y otra you actually are evaporating se configura más como un lienzo en el que McCormack experimentó con los colores, las texturas y los grosores que su música iba a tomar en el inmediato futuro. Compuesta durante la estancia del compositor en Harvard y con una directa filiación con el mundo de la danza, la partitura -de evolución más convencional- persigue, como su propio título indica, una evaporación del sonido instrumental mediante gestos balbuceantes y patrones en bucle que van desgastando, borrando, los timbres originales de violín y violonchelo. Christopher Otto y Kevin McFarland, ligados ambos al JACK Quartet, profundizan en esta escarpada estética llevando la composición a un terreno que la iza por encima de la composición de circunstancias académicas. En todo caso lo escuchado aquí (más los añadidos del citado Worldeater y el extenso cuarteto de cuerdas your body is a volume) tiene no poco de revelación; podemos estar delante de uno de los compositores más ambiciosos, valientes y quebrantadores de inercias de su generación.

Más información en la web de Kairos
 
Ismael G. Cabral
Julio de 2020
 
 

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