ISSN 2605-2318

Atelier de músicas

Ismael G. Cabral (Colaborador) 

«Donaueschingen, centinela de la vanguardia»


08/02/2021

Una crítica de Ismael G. Cabral para El Compositor Habla.



DONAUESCHINGER MUSIKTAGE 2019
Mark Andre: rwh 1. Johannes Boris Borowski: Allein. Eva Reiter: Wächter. Alberto Posadas: Ojo del diablo.
Ensemble Resonanz. B. Wiegers, director. Ensemble Intercontemporain. M. Pintscher, director. M. Schmid, E. Reiter & S. Fröhlich, flautas. Deutscher Kammerchor. SWR Symphonieorchester. T. Ceccherini, director. Klangforum Wien. S. Cambreling, director.
NEOS 12013





         En el año en el que, si las circunstancias lo permiten, el Festival de Donaueschingen deberá celebrar su 100 aniversario contamos, puntualmente, con la edición discográfica que documenta una pequeña parte de lo acaecido en el certamen de 2019, último que se ha podido realizar con normalidad; pues el de 2020 quedó cancelado prácticamente en su totalidad por la pandemia de coronavirus. Aunque, digámoslo de antemano, el cedé que retrata el festival de 2019 es soberbio desde el punto de vista del contenido y de sus interpretaciones este se queda a todas luces pequeño. Por alguna razón, intuimos de orden económico, la documentación fonográfica de la cita ha ido menguando en los últimos años. Si de la de 2008 disponemos, por ejemplo, de una caja con tres discos en los últimos tiempos la tónica es circunscribir la foto fija del festival a un único álbum. Esta falta de ambición editorial es especialmente lastimosa en lo tocante al Domt19. En él tuvo lugar el estreno de una infrecuente y extensa composición orquestal de Jürg Frey (1953), Elemental realities, de una estética desacostumbrada en este faro de la música moderna que es el Festival de la Selva Negra (obra que al menos puede escucharse, en su grabación radiofónica, en Youtube). Y, de otro lado, vio la luz el ciclo Poética del espacio, la composición de más envergadura temporal de Alberto Posadas (1967), auténtica piedra de toque en el catálogo del vallisoletano, acaso su trabajo más sobresaliente hasta la fecha.
            Precisamente es Posadas quien concluye el disco que nos ocupa con Ojo del diablo, obra extraída de la citada Poética del espacio, en la que el compositor lleva su exploración sobre la dimensión poética del espacio a un terreno en el que, más que nunca, parece movido por una dimensión xenakiana (o deberíamos decir, guerreriana) del sonido. Dota a la masa instrumental del ensemble de una fiereza incluso desacostumbrada para la música del autor de la apabullante Kerguelen, también estrenada en Donaueschingen. Ojo del diablo, que toma su título del nombre dado inicialmente a los agujeros negros del espacio, plantea metafóricamente uno en el mismo contexto del ritual del concierto, diseminando a los instrumentistas en el espacio y sometiendo al auditor a una experiencia mucho más emocional que intelectual. El arsenal de percusión de la partitura es ingente y, en ciertos pasajes los oídos acostumbrados a la música cinematográfica podrán encontrar alguna similaridad con los meandros terroríficos de un Mark Korven. La presencia de armónicas de cristal amplificadas, gongs y hojas de trueno enrarece aún más un orgánico que late desbocado.
            En otra situación estética nos sitúa la audición de Allein, para ensemble, de Johannes Boris Borowski (1979), que aquí presenta la partitura más concisa y lograda de cuantas le hemos oído hasta la ocasión. Saludado tempranamente como un epígono bouleziano (el francés llegó a dirigir música del joven Borowski), su música ha venido adquiriendo con los años una solidez de la que carecían unas primeras obras muy ligadas, en efecto, a un estructuralismo de sobrio academicismo. Allein, defendida no casualmente por el Intercontemporain a las órdenes de Matthias Pintscher, plantea un relato instrumental basado en la adición y la sustracción; también en la pulcritud tímbrica de un conjunto en donde interesa el subrayado de aceleraciones y desaceleraciones dinámicas. Partitura que puede pasar desapercibida por su relativa convencionalidad en una primera escucha pero que crece y se comprende mejor en posteriores acercamientos. Pese a lo complejo de su contexto conceptual, relacionado como casi siempre con cuestiones estrictamente religiosas y filosóficas, la obra que presentó Mark Andre (2019) es rápidamente reconocible por su gramática de extrema severidad y concentración. Interpretada por el imparable Ensemble Resonanz dirigido por Bas Wiegers, rwh 1 añade un aura electrónica aportada por el SWR Experimentalstudio. Página cuyo título conecta, según Andre, con la creencia cristiana en el Espíritu Santo (!) la música parte de la ecografía sonora de la Ludwigskirche de Munich. Y es justamente ese espacio vacío y sereno el que parecemos intuir colándose por los intersticios de una partitura que, en su tramo final, alcanza sonoridades dolientes, encendidas, mediante unísonos que recuerdan, desde una perspectiva diferente, el tono quejumbroso, lastimero, de las obras camerísticas de Galina Ustvolskaya.
            De Eva Reiter (1976) es la composición con más efectivos de las registradas aquí, flauta contrabajo, dos flautas Paetzold, coro y orquesta sinfónica de tubos. Wächter (Centinela) es, sin embargo, una obra tan característica de las posibilidades creativas que permite un festival como el de Donaueschingen desplegar a los compositores como, en esta ocasión, insatisfactoria. Advertiremos en ella una enorme potencialidad y es que, como la propia Reiter reconoce, su acercamiento al aparato sinfónico proviene de un punto de partida radicalmente especulativo, experimental. La compositora alemana deja huérfanos a los profesores de la SWR Symphonieorchester de sus instrumentos para poner en sus manos unos tubos que, soplados y manipulados de diversas formas, convierten a la orquesta en un órgano gigantesco adornado por la tímbrica de tres flautas concertantes también completamente inhabituales. El coro aporta con sus vocalizaciones una fisicidad sónica mayor, pero la coexistencia no nos parece acertada y los más de 20 minutos que ocupa la llevan a un terreno de premeditada trascendencia discursiva. Aunque formalmente indagativa, el dramatismo creciente que destila la partitura genera una indefinición inexplicable.
 
Ismael G. Cabral
Febrero de 2020
 
 
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