ISSN 2605-2318

Atelier de músicas

Ismael G. Cabral (Colaborador) 

«Insertos en una espiral (casi) infinita»


25/04/2022

Una crítica de Ismael C. Cabral para El Compositor Habla.




CATHERINE LAMB
String Quartet (two blooms). Divisio Spiralis.
Jack Quartet (Christopher Otto, violín. Austin Wulliman, violín. John Pickford Richards, viola. Jay Campbell, violonchelo)
La página web de la compositora estadounidense Catherine Lamb (Olympia, 1982) se titula crípticamente Sacred Realism. Esta anécdota ya nos anticipa a una creadora que, por formación y obra, se sitúa voluntariamente al margen de la academia establecida. Abandonó el conservatorio para viajar a India y familiarizarse con las técnicas de la música clásica indostaní. Estudió con James Tenney y Michael Pisaro, dos creadores de enorme impronta experimentalista, conocimientos que luego continuó aquilatando con la gran dama de la drone music, Eliane Radigue, con la que comparte una búsqueda estética similar. De alguna forma Lamb viene a constatar la pervivencia de una solitaria trayectoria de la música contemporánea en la que, puntualmente, han confluido desde prismas muy diferentes compositores como todos los anteriormente citados, también Alvin Lucier y Phill Niblock. La norteamericana es una esteta de la vibración y los campos expandidos, conceptos que desarrolla profusamente en su música trabajando con sistemas de afinación basados en la entonación justa.
Desde Charles Ives a Ben Johnston no pocos músicos de aquel país se han acercado con curiosidad a unas inestabilidades armónicas que, en el caso de Lamb, ocupan el centro de todas sus inquietudes. Además, y en una clara ambición similar a la de los minimalistas no repetitivos, precisa trabajar con tiempos dilatados, algo que ya demuestra en la primera de las dos obras albergadas en este doble CD que publica Kairos en colaboración con la Fundación Ernst von Siemens, String quartet (two blooms), escrita en 2009.
 



El Jack Quartet hace de la defensa de la comprometida música de esta autora una enseña propia, y es esta una de esas ocasiones en las que sentimos que lo que abordan y cómo lo abordan está muy por encima de la competencia que en este repertorio podrían tener colegas/competidores directos como los Arditti o los Diotima. Mantener la concentración y ser capaz de transmitir esa tensión es un logro alcanzado en este primer cuarteto, en el que el espectro dinámico es tan enjuto que demanda un legato fluido y muy esmerado para no perder el horizonte. Aunque pudiéramos pensar en Feldman la comparación es estéril, este String quartet (two blooms) no se gusta en la serenidad, apenas hay delectación en la frase (contra lo que se podría pensar inicialmente); a Lamb le interesa que escuchemos cada matización de los arcos mientras nos sumerge en una textura que, si no prestamos suficiente atención, creeremos erróneamente como marmórea. Solo hacia el final la partitura se abre disolviéndose en unos compases perfectamente afinados, suerte de extrañamiento que nos prepara para la segunda y aun más exigente partitura que sigue.

Divisio Spiralis (2019) rebasa los 90 minutos de duración en lo que constituye un viaje más inarmónico que la anterior propuesta; todo aquí luce como velado por un vaho que emborrona la afinación microtonal de las cuerdas de los músicos del Jack. Cobra más relevancia la escucha de la resonancia en las larguísimas frases que cincelan una y otra vez, inagotablemente, los músicos. “La primera vez que descubrí la organización de la serie armónica que Erv Wilson hizo en 1965, a la manera de una espiral logarítmica, creó una imagen que inmediatamente resonó en mí como un medio lúcido para describir el espacio armónico”, reflexiona Catherine Lamb al respecto de la motivación para expandir su Divisio Spiralis, en puridad, su segundo cuarteto de cuerdas.
 

JACK Quartet plays Catherine Lamb from Roulette Intermedium on Vimeo.



Escrita en trece movimientos que se concatenan sin solución de continuidad, la obra, si se tiene disposición a la misma, nos sumerge en la escucha en cuatro posibles cámaras de resonancia (una por cada instrumento). Y mediante una paleta milimétricamente reducida la música crece y se repliega sin que, he ahí uno de sus mayores hallazgos, nos sintamos desorientados dentro del sonido. La brújula que guía esta pieza radical e indagativa ha sido previamente tan fijada por la compositora que, como oyentes, solo tenemos que dejarnos llevar por estas tenues pero dolorosas olas de sonido o, por el contrario, apearnos de la experiencia privándonos de una vivencia, compleja hasta cierto punto, pero muy satisfactoria.




 
©Ismael G. Cabral



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Ismael G. Cabral
Soy periodista (no solo) cultural en Sevilla. Pasé 16 años en la redacción de 'El Correo de Andalucía' (2002-2018). Actualmente escribo sobre música en las revistas 'Ópera Actual', 'Scherzo' y El Compositor Habla.
Y sobre animales en el portal 'Wamiz'. En el pasado, también investigué radio y televisión. Buscando nuevos horizontes.
Ismael G. Cabral








 

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