ISSN 2605-2318

Atelier de músicas

Ismael G. Cabral (Colaborador) 

¿Es este el Piano Concerto nº4 de Schaeffer?


29/06/2022

Una crítica de Ismael G. Cabral para El Compositor Habla.




BOGUSLAW SCHAEFFER

Piano Concerto nº4
Boguslaw Schaeffer, piano. Polish National Radio Symphony Orchestra. Bogdan Oledzki, director.
BOLT Records. 55’. 2021.


 










Hay compositores cuya obra, por más tiempo que transcurra, parece renuente a salir a la luz. Del amplio catálogo de Boguslaw Schaeffer (1929-2019) probablemente esté disponible, en formato discográfico (con algunas referencias de muy difícil acceso), solo un diez o un quince por ciento de toda la música que escribió. Tampoco se ha visto beneficiado por ningún volcado digital en plataformas como Youtube, en las que su representación es bastante irregular. Y el sello polaco Bolt, editor del disco que centra estas líneas, no comparte (legítimamente) sus publicaciones en ninguna plataforma de streaming popular. Todo ello incide en la agigantada imagen de compositor de culto de Schaeffer, creador bien asido a las vanguardias de la segunda mitad del siglo XX. Buena muestra de ello lo tenemos en un reciente lanzamiento del dúo de música electrónica experimental de club, Matmos. El grupo de San Francisco ha dedicado su último disco, Regards / Uklony Dla Boguslaw Schaeffer (2022), al músico polaco, tomando fragmentos de algunas de sus obras que aparecen incrustadas en el magma de psicodelia instrumental pop de este singular trabajo.
 



Miembro del autodenominado Grupo de Cracovia (donde militó Krysztof Penderecki), Schaeffer (que había nacido en Lviv, Ucrania) y acabaría enseñando y viviendo en Salzburgo por más de 20 años, abordó todos los géneros posibles, de la música sinfónica a la religiosa, de la creación electroacústica a la ópera, con un amplio corpus dedicado a la música de cámara. Complejo de clasificar en un sentido estético u otro, podríamos afirmar que practicó durante toda su vida creativa un poliestilismo descarnado que asemeja algunas de sus páginas a los collages más furibundos del primer Alfred Schnittke, autor de una Sinfonía nº1 nunca lo suficientemente reivindicada. También cultivó la obra abierta, la notación gráfica, la composición pura con medios electrónicos y tanteó un personalísimo acercamiento a lo improvisatorio que tendrá uno de sus momentos más profusos en el Piano Concerto nº4 que ahora comentamos.


Seis fueron los conciertos para piano que dejó escritos Schaeffer (de los dos últimos no hay constancia de su interpretación, tampoco certeza de su existencia), siendo los más notables el Tercero y el Cuarto. En el Tercero (del año 1990, que podemos escuchar momentáneamente en la banda sonora de la película de David Lynch, Inland Empire (2006)) la parte confiada a la electrónica tiene tanta importancia como la que es responsabilidad del pianista. Durante una hora somos inmersos como auditores en una música de colisiones y tumultos en la que resuenan los ecos de Déserts, de Edgar Varèse; y de algunas de las composiciones más experimentalistas de Karlheinz Stockhausen, se piensa en Mixtur.
 



El Cuarto concierto para piano, que ocupa esta nueva publicación, se esparce por todo el disco extendiéndose durante 55 minutos. La grabación es la única existente, hasta ahora propiedad de la Polish Radio. Fue registrada en 2007 por la Polish National Radio Symphony Orchestra, dirigida por Bodgan Oledzki. En el piano, como en una pretérita y poco accesible grabación del Tercero, el propio Boguslaw Schaeffer se encarga de la interpretación pese a que, como él mismo reconocía, distaba de ser un gran virtuoso del instrumento. Paradójicamente la escritura de la parte solista dista de ser sencilla. ¿Cómo entonces? Con la partitura a la vista y el registro en los oídos se observa con facilidad como la ejecución de Schaeffer está lejos de ser fidedigna. Su interpretación queda en el terreno de la aproximación a lo escrito. Esto plantea naturalmente varias cuestiones que quedan irresueltas ante la ausencia del compositor. ¿Era este un propósito firme suyo, el de escribir una música compleja sin obligatoriedad de hacerla presente en la interpretación? (Iannis Xenakis y Francisco Guerrero también validaron aproximaciones de los intérpretes en tanto por ciento muy elevado a  sus obras, pero ellos nunca fueron ejecutantes de las mismas), ¿se trataba quizá de un empleo muy sui generis de la improvisación a partir de un material dado? Szymon Atys, en las notas del disco, plantea una tercera posibilidad: ¿Estaría el compositor ironizando con toda la cultura de la interpretación clásica del siglo XX? Al fin y al cabo, en el estreno de la obra, nadie (o casi nadie) pudo saber que lo que se estaba escuchando no correspondía exactamente con las hojas de la partitura que se aseguraba estar interpretando. Lo que nos lleva a otra disquisición, ¿qué música entonces tenemos en las manos al sostener este disco, titulado Boguslaw Schaeffer, Piano Concerto nº4?, ¿cómo evitar la disonancia entre la gozosa audición de esta procelosa música y la consciencia de que lo que oímos no es exactamente lo que escribió el autor aun cuando el autor es el mismo intérprete?
 



Cabría ir más allá y cuestionarnos por cómo sería una posible nueva interpretación de la partitura. Pero dadas las escasas posibilidades de que esto se produzca nuestra única agarradera por ahora con esta composición será la muy estimable grabación (proveniente, como indicábamos, de un registro radiofónico) que ha puesto en circulación Bolt. No es esta inestabilidad virtuosa el único reto que como escuchantes reflexivos nos aguarda. Todo el Concierto está atravesado por una escritura fuertemente abstracta, con pasajes de frenético puntillismo y con un empleo de la orquesta sinfónica nada masivo. Solo en los agitados minutos finales tenemos la convicción de estar ante un orgánico de grandes dimensiones, durante todo el proceso Schaeffer parece envolver al piano de un gran ensemble que, a su vez, divide en grupos. Tampoco se cumple la convención de la clásica estructura de concierto, no hay pasajes a solo, el teclado se mueve como una corriente a libre albedrío que transcurre durante los nueve movimientos en los que se segmenta la obra (lamentablemente la grabación se circunscribe a una única pista).
Pasan muchas cosas que nos mantienen alerta en esta, considerémosla así, rara obra. Sobre el minuto diez el piano se torna momentáneamente impresionista, como aislado del agrio abrigo instrumental. Algo más adelante (19’) una secuencia percusiva nos remitirá al free jazz mientras que el piano de Schaeffer sigue a los suyo, ensimismado y desgajado del resto de sucesos. En el minuto 23 toda la orquesta, guiada por las flautas, se contagia de un inesperado todo pastoral, como si el mismísimo Milhaud hubiera poseído la partitura. Tras acabar imponiéndose de nuevo un tono inconcreto, de escritura claramente vanguardista (entiéndase, para los cánones de un compositor nacido en 1929), en el minuto 30 el Concierto deriva durante unos minutos en un clima salonesco, de auténtico café cantante, en el que escuchamos escalas ascendentes en el piano y trinos en las cuerdas. Schaeffer parece ahora revestirse del jazz animado y amable de un Vince Guaraldi. Todavía quedará, algo más adelante, una fugaz secuencia de ampulosidad cinematográfica antes de abandonarse por largos minutos en un tramo final en la que la virulencia alcanza destellos xenakianos, con glissandos en los vientos y un piano resonante que, siempre como al otro lado del espejo, termina la obra con una severidad que parece del todo ajena a alguno de los momentos vividos. La extensión de la obra no perjudica la impresión que esta nos causa, hay tanta buena -y tan extravagante- música aquí que confiamos en que este cedé llegue a seducir a numerosos oyentes venturosos.


La fotografía de Boguslaw Schaeffer es de cime-icem.net

Ms información en la página web de Bolt
©Ismael G. Cabral Junio 2022

 



Aquí tenéis todas la entrevistas, críticas y noticias de Ismael G. Cabral en la sección de Ismael en El Compositor Habla: Atelier de Músicas
 


Ismael G. Cabral
Soy periodista (no solo) cultural en Sevilla. Pasé 16 años en la redacción de 'El Correo de Andalucía' (2002-2018). Actualmente escribo sobre música en las revistas 'Ópera Actual', 'Scherzo' y El Compositor Habla.
Y sobre animales en el portal 'Wamiz'. En el pasado, también investigué radio y televisión. Buscando nuevos horizontes.
Ismael G. Cabral








 

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