ISSN 2605-2318

Entrevistas

Ismael G. Cabral | Entrevista con Lars Graugaard: «Busco una música inmensamente antigua e incondicionalmente nueva»


06/02/2019

Una entrevista de Ismael G. Cabral para El Compositor Habla.
 

"Solo me mueve la voluntad y mi estilo de vida es sencillo y cómodo. La libertad personal es el mayor tesoro"







Es otro de esos creadores en los márgenes. Para encontrarnos con Lars Graugaard (Copenhague, 1957) pero también para contextualizar y entender su trabajo debemos excursionar más allá de los tradicionales focos en los que se mueve la música contemporánea. El sello Kairos acaba de lanzar Engage and share, un monográfico interpretado por el Grup Instrumental de València. Su contenido, de mesurado modernismo, es también contumazmente personal. El compositor danés se desmarca de estéticas imperantes y, por si fuera poco, se desenvuelve con idéntica soltura en el ámbito de la música de baile. 
 

 
1. Ismael G. Cabral: Engage and share es su primera grabación para Kairos, uno de los sellos más importantes para la difusión de la música de hoy. ¿Cómo ha sido el alumbramiento del proyecto?
 
Lars Graugaard: He mantenido un contacto muy estrecho con el Grup Instrumental de València, encargado de la grabación. Sin embargo hemos tenido que hacer frente a distintos problemas de órden logístico, sobre todo, presupuestarios. Esto ha tenido que ver con la fuerte crisis económica e institucional que España ha padecido en años anteriores. Finalmente todo ha salido perfectamente y mucho ha tenido que ver con ello el personal empeño del director de la formación, Joan Cerveró. El hecho de que yo mismo hable español también ha sido una ventaja. Para mí era muy importante sacar a la luz este disco porque Kairos, efectivamente, es un sello internacional de prestigio y tiene una distribución  muy potente. Ahora mi música está todavía más accesible a los interesados.



 
 
2. Ismael G. Cabral: Las tres obras registradas -Engange and share, Slonk y Blind Lemon- se adscriben a la forma 'sinfonietta' que, como oyentes, nos remite inmediatamente al pasado (desde luego, a Janacek). ¿Qué es lo que le interesa de este tipo de conjunto instrumental?
 
Lars Graugaard: Fue una decisión de índole práctica. Lo que hice fue tener en cuenta las dimensiones del Grup Instrumental y reunir tres obras que pudieran ser perfectamente interpretadas por el conjunto. Este disco supone además el final de una residencia artística mantenida con ellos sustentada, en buena medida, por la Danish Arts Foundation.
 



3. Ismael G. Cabral: ¿Qué relación guardan entre sí las tres obras registradas?
 
Lars Graugaard: Aparte de lo obvio (mismo conjunto, instrumentación y periodo de composición, de 2013 a 2017) las tres comparten aspectos comunes en cuanto a la metodología compositiva. Pero no hay una relación discursiva entre las tres piezas, no constituyen una trilogía ni nada que se le asemeje. Hay cuestiones técnicas muy personales en ellas, sí, como la investigación sobre cómo suspender la sincronización del tiempo concurrente o la búsqueda de una noción del tiempo más elástica. Pero esto está presente en varias de mis obras anteriores y posteriores a Engage and share, Slonk y Blind Lemon, por lo que no es algo que las caracterice. Varias ideas compositivas en Blind Lemon (2013) se remontan ya a Tear of Dionysius (2001/08), que es un trabajo muy importante en mi catálogo. En Slonk (2017) hay aspectos novedosos que actualmente estoy expandiendo en mi residencia artística con el conjunto islandés Caput Ensemble, que finalizaré en 2020 y que, con suerte, dará lugar a otra grabación para Kairos.
 
 
4. Ismael G. Cabral: Su música, en lo que concierne a las obras que centran en el disco, se desenvuelve en la escucha como trabajos de gran inestabilidad instrumental, en la que el material está sometido a constantes cambios. Sin embargo es fácilmente advertible en la audición un gusto por no experimentar con el sonido; esto es, la expresión no deja de ser clásica en cierto sentido. ¿Podemos usar la palabra posmodernidad?
 
Lars Graugaard: Creo que tiene razón al ubicarme como un creador de la posmodernidad, de la era posmoderna. Con respecto a las obras que ha grabado el Grup es cierto que la música se pliega continuamente sobre sí misma y, de esta manera, las partituras se desarrollan de una manera muy ajustada y clásica. Y, por otra parte, las cualidades inestables a las que se refiere quizás las hacen entroncar más con una estética quebrada, modernista. Técnicamente las tres piezas juegan a esa dicotomía entre continuidad e interrupción, que es importante para conferirles una idea de progresión. Ahora bien, no hay ningún intento por mi parte de volver a formas clásicas y tradicionales, del mismo modo que tampoco me inquieta que mi música pueda ser considerada más o menos modernista. Yo intento indagar, crear en definitiva, una música que busca sonidos, formas y densidades y que conecta con una cierta idea arcaizante. Esto yo lo veo percibible en muchas secciones de Slonk, en las que extraigo un sonido puro, de la madera y la tierra, de la piedra también, de la sensualidad pura y directa. Es una música que quiere sonar exultante, sin trabas, como intemporal. En definitiva me interesan todas las cosas que se conectan con el aspecto evolutivo de nuestra capacidad de escucha, lo que nos remonta a un tiempo anterior al advenimiento de nuestra cultura judeocristiana. Una música que es a la vez inmensamente antigua e incondicionalmente nueva.
 
5. Ismael G. Cabral: Su música parece ir a la contra de esa especie de vuelta a la vanguardia que representan muchos nombres importantes de la nueva generación de compositores. Sin salir de su país, Dinamarca, pienso en Simon Steen-Andersen.
 
Lars Graugaard: Steen-Andersen es, ciertamente, el compositor danés más visible de su generación, aunque su carrera la está desarrollando en Alemania. También podría citar a Niels Rønsholdt, Allan Gravgaard Madsen, Nicolai Worsaae Rasmussen y Christian Winther Christensen. Juntos con otros, y vistos como un grupo, comparten conceptos que caracterizaron el movimiento Fluxus de los años 60 y 70, que a su vez se remonta al dadaísmo y luego al movimiento Arts Incohérents, de corta duración y con raíces en la cultura parisina del cabaret. Como era típico de las vanguardias estos jóvenes compositores daneses combinan sin esfuerzo su trabajo con elementos extra musicales como instalaciones y arte conceptual por un lado, y stand-up y slapstick por el otro. Y así una obra de arte puede acabar siendo un artefacto sorprendente y exitoso gracias al maquillaje formal. Tampoco están lejos ellos de la noción de anti-arte de Duchamp, que por supuesto es mucho más generalizada y no constituye un movimiento artístico per se, ya que suspende la noción de arte y convierte casi cualquier cosa es un resultado potencialmente válido siempre que esté contextualizado apropiadamente.
 
Los resultados no siempre cumplen con los criterios de las formas artísticas tradicionales, por lo que se pueden ver más como comentarios críticos o, en algunos casos, incluso como un tipo de entretenimiento de corte muy intelectual. No veo ilógico dedicarse a este tipo de creación, obedece a la respuesta natural de cualquier generación de diferenciarse de las que la preceden. El resurgimiento de una vanguardia con influencia de Fluxus es, para mí, una forma de cortar lazos y moverse con total libertad. Claro que también en ello intervienen algunos factores externos, en particular el cambiante panorama de las instituciones musicales. Esto es, cada vez llegan menos encargos provenientes de orquestas sinfónicas y teatros de ópera, por lo que los artistas tienen que buscar otras salidas válidas y creativas, recurriendo a formaciones más tecnologizadas y con pocos instrumentos. Esto invita, obviamente, a prácticas más exploratorias y experimentales. En fin, el panorama de la nueva música ha cambiado radicalmente en los últimos años, esto es indiscutible.
 
6. Ismael G. Cabral: Aunque Dinamarca es un país con una importante presencia de grupos especializados, la pluralidad estilística y la ausencia de grandes citas temáticas lo diferencia de Alemania, Austria y Francia, focos tradicionales de la música de vanguardia. ¿Esto le da mayor libertad o es una dificultad añadida?
 
Lars Graugaard: No estoy muy conectado con la escena musical danesa y tampoco es que pase demasiado tiempo en mi país, por lo que quizás no sea yo el compositor que más adecuadamente pueda hacerle una radiografía de lo que pasa o deja de pasar allí. Tengo, en cambio, una mayor relación profesional con otros países europeos, pero también con lugares muy alejados de ese foco del que hablaba, en Latinoamérica y América del Norte. Pero tiene razón, innegablemente, en que Dinamarca siempre ha estado alejada de la escena musical contemporánea centroeuropea. Nunca ha habido nada allí que me interesara especialmente, más allá de las relaciones personales que guardo, claro. Crecí musicalmente en ese país, pero hace mucho que me siento distanciado de él. Me interesa más el vórtice intelectual franco italiano; y algo debieron influenciarme mis años en Nueva York, aunque en menor medida, porque llegaron más tarde y mi personalidad musical ya estaba forjada. También me interesan mucho ciertos aspectos de la musicología cognitiva que se desarrolló en el ámbito académico en Estados Unidos y en Europa pero, lamentablemente, no en Dinamarca. En fin, yo le diría que mi libertad para componer proviene de no estar amarrado a ningún país; no pertenezco a ninguna escuela musical reconocible.
 

7. Ismael G. Cabral: Tiene usted también una sólida formación científica que utiliza como base para muchas de sus composiciones. Sin embargo estas, en la escucha, parecen muy liberadas de esos anclajes, como si estos solo fueran meros resortes intelectuales.
 
Lars Graugaard: Es que no puede (o no debería) ser de otra manera. Utilizo todos los métodos, conceptos e ideas que están a mi alcance y juzgo de interés para llegar a donde quiero, pero estos siempre son un medio, no el objetivo del trabajo. Los estudios empíricos fueron necesarios para dejar atrás una mentalidad constructivista, donde se espera que la música explique sus orígenes. En cambio yo estoy centrado en conseguir que la música impresione e impacte en la escucha. A través de la psicología he aprendido mucho de todas las emociones que la música transmite al ser humano que, gracias a su evolución, este decodifica. Es complejo de explicar, pero todo este asunto explica en buena medida mi discurso musical. No me interesa que la audiencia perciba nada de ese sustrato científico porque la intención principal de mi metodología es fortalecer la comunicación no verbal, es decir, la puramente musical.
 
8. Ismael G. Cabral: Es sorprendente conocer (y escuchar) su trabajo (bajo el alias Lars from Mars) en el ámbito de la música electrónica, que está mucho más cerca de la pista de baile que de lo que cabría esperar de un compositor académico. ¿A qué se debe esa decisión?
 
Lars Graugaard: La razón es que la pista de baile puede ser incluso un mejor laboratorio que un concierto de música electrónica académica. Hoy día la noción de 'pureza de estilo' es inasumible porque vivimos en una época de mestizaje cultural constante. La música contemporánea no es ajena a ello, tampoco lo es la que se produce en la sala de conciertos, solo teóricamente más aislada del ruido exterior. Lo mismo ocurre con la música electrónica, que precisamente por ser más experimental es también más abierta a todo tipo de acercamientos. Junto con la creación de partituras, de las que venimos hablando largamente en esta entrevista, la música electrónica que desarrollo bajo Lars from Mars es otra dedicación central de mi creación como compositor. La hago con una computadora portátil que ejecuta una música generativa en tiempo real que manipulo sobre la marcha. El club, en el sentido de discoteca pero también de un espacio abandonado [habitual escenario de raves] u otro tipo de excéntricas ubicaciones, constituyen lugares de intervención fuertemente extravagantes en los que desarrollar esta música. Lugares en los que se cultiva el sentido de comunidad, donde mucha gente se reúne para celebrar y disfrutar una música que puede ser todo lo aventurera que se quiera y a la vez muy poderosa para vivirla y sentirla a un nivel puramente fisiológico.
 
En realidad la música de baile es enormemente exigente, porque tiene que cohesionar. Mis sesiones de sonido y ritmo en estos lugares duran ininterrumpidamente entre una y tres horas y en ellas se alcanzan estados que no podría reproducir ni en el estudio ni en una partitura. Por lo tanto, aunque pueda recurrir a plataformas como Spotify o Beatport, no encontrará en ellas mi música de la forma más pura, ya que esta necesita el directo y el grupo humano que la arropa y la vive. Mire, mi formación musical es la de un flautista clásico, y solo más tarde hice mi doctorado en música electrónica interactiva. Todo el aspecto performativo y de reunión con el público siempre ha sido, y sigue siendo, clave para mí.

 


9. Ismael G. Cabral: ¿Le gustaría en el futuro ser recordado como un compositor o como un artista pop?
 
Lars Graugaard: Créame que una vez que yo no esté aquí lo que me pregunta no me preocupa en absoluto. Todas mis actividades musicales tienen el mismo valor, y observo con diversión y satisfacción la respuesta que reciben. Lo único que me importa por tanto son las oportunidades creativas que tengo hoy, porque eso es lo que me permite desarrollar más ideas y compartir mi trabajo con músicos, conjuntos, directores, compositores, público, intelectuales y amigos. No me guío por el aspecto competitivo y mercantil de la escena musical, sería ingenuo hacerlo como creador experimental que soy.  No me preocupa la fama ni nada por el estilo. Y no me he echado sobre la espalda la obligación de que, en el futuro, la gente me recuerde. Solo me mueve la voluntad y mi estilo de vida es sencillo y cómodo. La libertad personal es el mayor tesoro.
 
© Ismael G. Cabral - enero 2019



Las fotos del compositor son de Manuel Alberto Claro y han sido facilitadas por el compositor patra esta entrevista.

Más información en la web de Lars Graugaard
 



Ismael G. Cabral
Soy periodista (no solo) cultural en Sevilla. Pasé 16 años en la redacción de 'El Correo de Andalucía' (2002-2018). Actualmente escribo sobre música en las revistas 'Ópera Actual', 'Scherzo', 'Sul Ponticello' y El Compositor Habla. Y sobre animales en el portal 'Wamiz'. En el pasado, también investigué radio y televisión. Buscando nuevos horizontes.



 


 

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