«Creo que la cultura es un espacio de entendimiento, de compartir, con independencia de cuál sea tu orientación ideológica»
Tiene Borja Sémper Pascual (Irún Guipúzcoa, 1976) la sonrisa ancha. Su despacho en el Congreso de los Diputados está en la quinta planta. El día que hacemos esta entrevista es un miércoles de una mañana movida, cuál no lo es ya para este político, en mitad de una semana abundante en rifirrafes políticos y en preguntas de las que jamás se obtiene respuesta. Vivió en el País Vasco tiempos duros, años de plomo. Quizá sea por eso que, su fama de conciliador, de hombre que habla y escucha, le precede. Sobre la mesa, una bolsa de papel de la que asoma una manzana. Sémper es amante de la lectura, tuvo un grupo musical hace años en el que llevaba la voz cantante y le gusta estar en contacto con la gente. Poner el oído y que le cuenten. Es vicesecretario de Cultura y portavoz del Partido Popular y está vinculado al mundo cultural casi desde su nacimiento. Apuesta de manera incondicional por la duda y cree que la educación, y ahí tiene un lugar destacado la musical, es la base sobre la que empezar a construir todo. Y todo, es todo.
1. Gema Pajares: Las redes hablan. Y en Twitter usted va al grano y se define así: “Arquitectura, Sabina, W. Allen y Berlanga, por resumir. Liberal de verdad. Vicesecretario de Cultura y portavoz del PP. Entre otras cosas. ¿Qué más cosas?
Borja Sémper: La vida. La tendencia a etiquetar y a reducir al ser humano es tan asfixiante que parece que una dimensión política, una orientación sexual o un gusto cultural nos definen en la totalidad, y yo creo que no. Los seres humanos somos más complejos y definirse en una biografía de Twitter es siempre quedarse corto.
«A lo que yo apelo es a la complejidad del ser humano y afortunadamente, a esa diversidad que todos, incluso con contradicciones, tenemos dentro»
2. G. P.: La cultura no le ha sido nunca ajena. Es vicesecretario de la materia del Partido Popular. ¿Cómo definiría su relación con la cultura y la música?
Borja Sémper: Diría que es muy intensa desde pequeño. Mi padre es músico de carrera, saxofonista, todos sus hermanos varones, que son cuatro, también. Tenían un grupo desde muy jóvenes y a medida que fueron haciéndose mayores completaron el sueldo familiar tocando en bodas y fiestas. Por parte de mi madre, también. Uno de mis tíos trabajó en el Teatro de la Zarzuela, yo estudié solfeo, aunque no lo terminé. La música siempre ha estado muy presente en mi familia y la cultura en general. Mi recuerdo de infancia es Círculo de Lectores llegan a casa. Mi madre era una grandísima lectora y la llegada de los libros para nosotros significaba una fiesta. Ese momento cuando sonaba el timbre, con el catálogo para elegir o con los libros que te traían, lo vivíamos como único. El premio por portarnos bien en casa era poder elegir un libro de Círculo. Y mi vinculación ha seguido. Mi mujer es actriz y mi suegro, que falleció el pasado verano, Juan Luis Goenaga, un pintor reconocido. Es decir, que de todo mi entorno yo soy el más torpe y el que no tiene talento, pero estoy rodeado de gente que sí que lo tiene dentro del mundo del arte o de la cultura en general, algo de lo que yo siempre me he aprovechado.
3. G.P.: ¿Valora y disfruta la música clásica?
Borja Sémper: No soy un conocedor, sería pretencioso por mi parte decir que sí, pero la música clásica siempre ha tenido una presencia en mi vida. Diría que, sobre todo, en momentos. Por ejemplo, cuando queremos calmar a los niños, cuando queremos animarles. Cuando queremos que en casa reine un momento un poco evocador, suena música clásica. Sin un orden, sin unas preferencias concretas, de manera aleatoria siempre suele sonar.
4. G. P.: ¿Tiene la cultura un papel necesario en la sociedad hoy -y la política tiene mucho que decir- o simplemente se recurre a ella, por parte de los políticos, cuando las elecciones sobrevuelan el horizonte?
Borja Sémper: Hay gente que dice al hablar de cultura:
“Las personas cultas son mejores personas”. Yo no lo creo. Conozco a melómanos, a grandes lectores, a quienes tienen un don para el arte y la cultura que son unos absolutos mezquinos. Lo que sí creo es que tener acceso a la cultura nos ofrece la posibilidad de ser mejores, nos abre el universo y nos permite caminar por esta vida de otra manera, nos da la opción de transitar mejor. Hay quien utiliza la cultura como una plataforma para hacer política y me parece legítimo, aunque no lo comparto.
«Me interesa mucho más esa parte en la que la cultura nos interpela a todos, independientemente de nuestra orientación ideológica»
Que puedas leer a un autor de izquierdas si eres de derechas o viceversa, oír música de un compositor que se ha manifestado de una manera muy rotunda y no compartes sus postulados. Creo que la cultura es un espacio de entendimiento, de compartir, con independencia de cuál sea tu orientación ideológica. Y esto a la política actual le viene muy bien, lo necesita. Siempre existe la tentación por parte de algunos políticos de utilizar cualquier cosa para obtener un beneficio político y la cultura es una de las plataformas más accesibles para hacerlo. En estos tiempos es mucho más importante que nunca interpretar la cultura y sus diversas manifestaciones, al menos de una manera que no nos lleve a la confrontación, sino a hallar puntos de encuentro. Me gusta encontrarme en conciertos con gente que está lejos ideológicamente de mí, compartir espacio. Al final son puntos de encuentro de la sociedad en general y de la política en particular.
5. G. P.: Puntos de encuentro que hoy parecen estar más distantes que tiempo atrás, que cuesta más hacer el esfuerzo y tender puentes. Artistas apartados, músicos, pintores, escritores, por su pensamiento.
Borja Sémper: Es producto del sectarismo que vivimos hoy. Se señala y se cancela, que es un eufemismo para no decir censura, en función de la orientación ideológica del artista. Es el debate sobre la persona y su obra. Y este debate yo lo resumo de una manera muy fácil: no me importa nada la orientación ideológica, sino la obra, respetando a quien piense lo contrario. Creo que es una manera de limitarnos la posibilidad de la duda, de entender cómo, por qué y de qué manera crean determinadas personas. A mí me gusta mucho dudar. Nos hace falta una sociedad que dude más, políticos que duden mucho más y que lo digan. Leer, conocer, saber de autores que están alejados ideológicamente de ti no debería convertirse en un obstáculo para sentir emoción por su obra. Picasso y el
Guernica me fascinan. Él se definía como comunista y yo no tengo el menor problema en admirarle, todo lo contrario. No veo a un comunista cuando miro una obra suya, sino a un autor extraordinario.
«La cultura no forma parte de la conversación política. Y, probablemente, tenga que ver con que en España no consideramos la cultura como una política de Estado»
6. G. P.: Durante la pandemia la cultura, a la que definimos como
“un bálsamo para el alma”, se convirtió en fundamental. Hay quienes pensaron entonces que incluso nos haría mejores. Han pasado cinco años y parece que lo hemos olvidado y la hemos olvidado. Y que ustedes la han olvidado también.
Borja Sémper: La cultura no forma parte de la conversación política. Y, probablemente, tenga que ver con que en España no consideramos la cultura como una política de Estado. Independientemente de quien gobierne, las políticas culturales deben preservarse. La política cultural no solo corresponde al Ministerio de Cultura, sino también al de Exteriores, Hacienda, al de Transporte, al de Sanidad porque todos pueden tener expresiones culturales que beneficien también a la ciudadanía, aunque finalmente, la política cultural lo impregna todo. Y esto debería estar ajeno a quienes están en el poder, que se preserve y se mantenga ajena a los vaivenes de la política. Tenemos como ejemplo el caso francés, donde cultura y política cultural se intentan mantener al margen de quien gobierne. No digo que no haya un debate político en torno a ella, sino que se preserva y que el Estado protege a sus autores con independencia de su ideología y los ciudadanos también lo perciben así. Sin embargo, si los políticos lo utilizamos como arma arrojadiza, cómo vamos a pretender que la ciudadanía no lo haga también. Durante la Transición la explosión cultural buscaba ensanchar los espacios de libertad, la transgresión se abrazaba, la investigación alrededor de la cultura se reconocía y se aceptaba, pero ahora parece que todo tiene que ser mucho más normativo, más políticamente correcto. Y a mi juicio es bastante más aburrido.
7. G.P.: El presidente Sánchez ha adelantado un Plan Nacional de Acción Cultural en el Exterior 2025-2028. Una hoja de ruta de cara al futuro. Habla de
“incorporar a los actores, a las actrices, a los agentes protagonistas de la presencia cultural y creativa de España en el exterior”. Pero el mundo de la cultura es bastante más amplio. ¿No le parece?
Borja Sémper: ¿Y los directores de orquesta, los compositores, los guionistas? Yo creo que existe un reduccionismo por desconocimiento. Conviene que la cultura no se reduzca solamente al cine y que los políticos hablemos de música, de compositores, que conozcamos cuál es la realidad socioeconómica, que conozcamos el sector, cuál es la situación de las orquestas, por ejemplo. Que sepamos que hay expresiones culturales alrededor de la música que son populares, como las bandas de música y a las que hay que atender también. Desconocemos que existe una labor pedagógica extraordinaria en muchos ayuntamientos a través de los conservatorios de música. Yo he sido alumno de conservatorio y sé lo que sucede ahí y lo importante que es para los menores en un proceso más amplio de evolución personal e intelectual. Todo eso no forma parte de la conversación política, en la conversación pública, al menos en el ámbito de la administración general del Estado. Después, bajas a la local y ahí sí tiene mucho peso, los alcaldes, los concejales, me da lo mismo cuál sea su color, saben de esto. Lo que demuestra la visión reduccionista que hay de la cultura o del entretenimiento, que tiene una industria muy potente que orilla con la cultura que puede ser también expresión cultural, que es muy variada y muy plural. Yo no desdeñaría ninguna de ellas.
8. G. P.: La educación musical, la base, ¿continúa siendo una asignatura pendiente en la enseñanza? La asignatura, cuando se imparte, es considerada aún una
“maría”, coloquialmente hablando.
Borja Sémper: Es difícil que alguien disfrute con “El Quijote” si antes no ha leído otro tipo de literatura. Lo mismo sucede con el cine de Tarkovski, hay que llegar a sus películas teniendo una cultura cinematográfica básica. Igual pasa con la música. Si no has tenido la ocasión de alfabetizarte musicalmente durante tu formación difícilmente vas a poder tener acceso a otro tipo de expresiones musicales. Parece razonable que desde pequeños, y porque es una parte fundamental de nuestra educación como seres humanos, la música formara parte de la educación porque, además, supone uno de los ejemplos de equidad que debemos preservar. Yo soy hijo de la educación pública, a mucha honra, y muchas veces no ofrece esos conocimientos. Creo que la asignatura de Música debería de estar a la altura de la de Historia o de Geografía. Es aprender a jugar con un instrumento, que el niño lo toque, se familiarice, y con el tiempo, enseñarle lo importante que es una partitura y por qué. Yo sabía leerlas y hoy soy un analfabeto, he perdido esa capacidad y, por tanto, he perdido un idioma y no ponemos en valor lo extraordinariamente relevante que es.
«Saber leer una partitura es saber un idioma»
9. G. P.: ¿Qué se puede hacer entonces, señor Sémper?
Borja Sémper: Primero, valorar, identificar y acordar la importancia de la asignatura, igual que entendemos que el deporte tiene unos beneficios físicos e intelectuales. Falta esa concertación en el mundo de la música. Si somos capaces de tener la talla suficiente para acordarlo podremos implementarlo en el sistema educativo con la importancia que tiene y que debería de tener. A la altura de cualquier otra asignatura. No conozco a nadie que le haya supuesto un problema saber de música y sí que conozco a quienes les va un poco peor no saber de ella.
10. G. P.: En los 2000 hubo una explosión cultural sin precedentes. No había ciudad que no presumiera de tener su auditorio o su museo o sala de exposiciones. Han transcurrido 25 años, ¿cuál es la situación hoy de los auditorios de música, de las orquestas españolas?
Borja Sémper: El problema de esas infraestructuras culturales no es construirlas, levantarlas, sino dotarlas de contenido y de continuidad. Yo tengo la referencia de San Sebastián, una ciudad donde la música posee una presencia continuada, pero a lo largo y ancho de España y en capitales de provincia esos auditorios que se construyeron y los que vivieron después se llenan si se programa con nivel. Ahí el público responde siempre. Y eso requiere de inversión pública destinada a ello, a consolidar una programación de nivel, al tiempo que dar espacio a autores noveles, a artistas que buscan su primera oportunidad, a gente que está investigando.
«No está de más tener el continente, pero lo que sí está de menos es no darle contenido»
11. G. P.: Y en este sentido, ¿es importante la política de descentralización? Las grandes capitales disfrutan de programas más o menos bien armados, pero hay cantidad de ciudades huérfanas de esas oportunidades.
Borja Sémper: Es muy importante la decisión estratégica de cada ayuntamiento y la oferta. Más que de una descentralización deberíamos hablar de un convencimiento de los políticos de turno.
12. G. P: ¿Pero se puede conseguir el equilibrio o estamos ante una quimera?
Borja Sémper: El Ministerio de Cultura tiene un papel fundamental. La política cultural es una política descentralizada en nuestro país y, por tanto, el Ministerio tiene unas competencias tasadas, y la mayor parte recae en las comunidades autónomas y en los ayuntamientos. Pero, ¿qué papel juega la Administración General del Estado? Se tiene que incentivar, crear un mapa y un universo cultural homogéneo en toda España. Ofrecer posibilidades para que la Orquesta Nacional de España o la de Radio Televisión Española giren y toquen donde era impensable que pudieran hacerlo. Eso requiere de compromiso y de coordinación y el Ministerio de Cultura creo que tiene un recorrido por hacer que es hablar de un paisaje común en España. Hablamos mucho de la cultura vasca, de la catalana, la gallega, la andaluza, pero muy poco del paisaje que nos une, de los que convierte en iguales a un señor de Cuenca, otro de Irún y un tercero de Gerona, que son las expresiones culturales con las que nos sentimos identificados. Y en este sentido, Cultura creo que puede hacer más de lo que está haciendo, coordinando a las administraciones, creando programas para que nos entendamos y entendamos el paisaje común de España, por ejemplo, a través de nuestra música.
13. G. P.: La música clásica es un patrimonio cultural valioso, pero ¿cómo se puede atraer a nuevos públicos sin perder su esencia?
Borja Sémper: Es un tema indisociable de la educación. Es complicado hacer una política cultural para crear conciencia y generar interés si esto no va concertado y no va de la mano de las políticas educativas. Hay muchas casas en este país en las que no hay un libro ni un reproductor de música. Y el único lugar que van a tener los niños para asomarse a un compositor de música clásica es la escuela. Hay un esfuerzo de equidad pendiente en ofrecer lo que parece propio de élites para que esté en la escuela. Me gustaría que el ministro de Cultura de turno fuera menos político y más un comercial de la cultura española.
14. G. P.: Vender las bondades de nuestro producto cultural, entonces.
Borja Sémper: El ministro de Cultura tiene que estar permanentemente hablando bien de España, de nuestros creadores y generando interés por la creación artística. Tendría que ser como un comercial pesado y hablar bien de la música que se hace en España y que cuente lo que se hace aquí: que hacemos muy buena música, que tenemos a grandes creadores y que tenemos verdadero talento. Nos pasa en muchos sectores industriales o económicos y el cultural es uno de ellos y nos lo tenemos que creer.
«Hay espacio para que los políticos hablen de cultura, más allá de decir yo sí y tú, no, o para decir que la cultura es mía y no tuya»
15. G. P.: El sector cultural vive en precario, es una realidad innegable.
Borja Sémper: El sector cultural está muy precarizado y hay que dar oportunidades, abundar en la colaboración público-privada, hay que dar facilidades para el desarrollo de proyectos empresariales. La cultura es también industria cultural y es necesario generar espacios para que pueda haber cada vez más empresas, más iniciativa privada en el entorno de la música. Lo público no puede llegar a todos los lados y generar esa esperanza de que aquí hay oportunidades y que los que se han marchado fuera buscándolas, pueden volver. Pero esto no se consigue en cuatro años de legislatura y quien diga lo contrario creo que miente. Es una labor intensa pero lenta.
16. G. P.: La visibilidad de las mujeres en la música clásica ha sido históricamente limitada. ¿Qué acciones se deberían tomar para garantizar la igualdad de oportunidades en este campo?
Borja Sémper: Los datos no dicen que hay más mujeres en los conservatorios de música y ese espacio se va ensanchando a base de empujar y dar codazos para abrirse hueco. Así me lo transmitió un grupo de directoras musicales del País Vasco con quienes me reuní hace poco tiempo. Ese hacerse hueco va cambiando con políticas activas que se están desplegando pero, al mismo tiempo, porque la propia realidad se impone. Cada vez hay más mujeres interesadas en la música, en dedicarse profesionalmente a ella, algo que en la generación de mi madre por ejemplo, era impensable. Hay muchas que se están labrando una carrera en España y eso demuestra el cambio social que estamos viviendo. Falta mucho por hacer, pero seríamos muy injustos si no mirásemos hacia atrás y reconociéramos lo que se ha avanzado. No podemos instalarnos en la autocomplacencia, pero tampoco en el derrotismo. La situación está cambiando y hay que seguir impulsando. Que cueste tanto tiene que ver también con la maternidad. Hay techos de cristal para la mujer relacionados con su propia condición de mujer y los poderes públicos tenemos que responder para que eso no se convierta en un problema. Una directora orquesta que se quede embarazada tiene que seguir teniendo una carrera profesional, por lo tanto, ahí tiene que haber una concertación social, política y económica.
17. G. P.: ¿A qué desafíos a los que se enfrenta la música clásica en España?
Borja Sémper: Primero, a seguir peleando contra la idea de que la música clásica es propia de una élite, ya sea intelectual o económica, quitarle esa pátina de que es dura de entender o difícil. Tiene que sonar y esto es fundamental. Profundizar en la programación público-privada, garantizar una financiación pública y garantizar unas buenas condiciones y una buena concertación entre las administraciones. Allí donde lo municipal no llega ha de entrar lo autonómico y donde lo autonómico no llega tiene que hacerlo la Administración General del Estado, conseguir esa coordinación, infraestructuras, salarios y profundizar en esa idea más genérica de hablar de la música clásica como algo accesible. Y la educación, que, lo repito, es crucial, la escuela y la universidad.
18. G. P.: Si tan claro está, ¿por qué no se pone en práctica? Da la sensación de ser una patata caliente que los diferentes gobiernos se pasan como pueden. Parece tan asignatura pendiente como lo es, por ejemplo, la Ley de Mecenazgo, que se antoja una norma quimérica, una aspiración imposible.
Borja Sémper: Entender que hay gente que en un momento de su vida quiere apostar, ayudar, empujar, ser mecenas de creadores artísticos y eso tiene que tener un reconocimiento público. Es algo muy anglosajón. Tenemos que reconocer al mecenas. Lo público no puede llegar a todo y cada vez los recursos económicos van a ser más limitados y vamos a tener una sociedad más envejecida, con más nivel de dependencia, cada vez vamos a tener que destinar más recursos al tercer sector, a la asistencia, con lo cual me temo que habrá políticos cuya tentación sea obtener recursos económicos recortando partidas de cultura. Con lo cual, si los recursos son limitados y esa amenaza está en ciernes convendría incorporar la financiación de la cultura a la iniciativa privada a través de una Ley de Mecenazgo que lo canalice, que otorgue seguridad jurídica y que ofrezca un reconocimiento a quien decide aportar sus recursos a impulsar el trabajo de un artista, a ser mecenas. Tengo un borrador de una Ley de Mecenazgo que estamos tratando con el vicesecretario de Hacienda, Juan Bravo, porque sé, no me voy a engañar, que las propuestas culturales tienen que tener el visto bueno de Hacienda.
«Antes de que termine este periodo de sesiones podremos presentar una propuesta ambiciosa y que intente ocupar este gran agujero negro que existe en la política española en relación con el mecenazgo»
19. G. P.: ¿Qué piensa sobre las colaboraciones entre instituciones públicas y privadas en el ámbito cultural? ¿Qué tipo de proyectos se podrían impulsar, especialmente en el ámbito de la música?
Borja Sémper: Tenemos un ecosistema que se sustenta en fundaciones que hacen una labor cultural extraordinaria en paralelo a la administración pública. Lo que yo me pregunto es por qué no se puede coordinar todo eso, aprovechar de esa fuerza que existe en la sociedad civil e incorporarla o coordinarla con la administración pública. Probablemente, porque cuando en España hablamos de lo privado parece que lo hacemos de señores con puro que lo que quieren es enriquecerse a costa de los más desfavorecidos, pero eso no es real. Y hay mucha gente que está haciendo una excelente labor desde el ámbito privado, la mayoría de las veces sin apoyo público y sin pedir dinero. Únicamente solicitan un espaldarazo de lo público, un reconocimiento, una cesión de espacios o que el ministro, el alcalde o el concejal de turno acudan y sirva así para darle mayor visibilidad a las actividades culturales. Las cosas se pueden hacer y hay que hacerlas.
20. G. P.: ¿Y eso en qué se traduce?
Borja Sémper: El apoyo formativo es fundamental. Lo mismo que la educación, lo vuelvo a repetir, tanto en la escuela como en la universidad, que en sus auditorios se ofrezcan conciertos de música clásica, que cuenten los directores y directoras su experiencia, que la compartan, que la hagan visible. Reconozco que estoy muy obsesionado con que la educación debe estar mucho más coordinada con la cultura. Absolutamente convencido de eso. De crío en el colegio escuchábamos música clásica al tiempo que hacíamos caligrafía. Y eso te marca. Mi experiencia me ha marcado. He escuchado ensayar en casa a mi padre y he sufrido lo que es aprender una partitura, porque la música es esfuerzo y sacrificio y es repetir. Es aprendizaje en definitiva y crecimiento personal.
21. G. P.: ¿Cómo imagina el panorama cultural y musical en los próximos diez años?
Borja Sémper: Siendo honesto, lo veo con serias amenazas, con nubarrones que se ciernen y, por otro lado, con una posibilidad extraordinaria de crecimiento y de consolidación y lo digo porque percibo la energía y la electricidad que hay en mucha gente y veo también que hay bastante ambición en la juventud, de crecer, de llegar. Yo lo veo, me lo cuentan, estoy en contacto con ellos y no esperan a lo público, tiran para adelante. Veo ese futuro con salud. Y hay futuro.
22. G. P.: Para terminar, usted es autor de varios poemarios. ¿Casan bien los versos con la política?
Borja Sémper: Como diría aquel, malamente. Con mucha inconsciencia. Si te dedicas a la política y solo haces política no la harías bien. Es mi opinión. O no tendrás las referencias suficientes para hacer política, por eso yo hago otras cosas. Me enriquece, me divierte la poesía. También tuve un grupo de pop-rock donde cantaba. Vivimos en una sociedad del espectáculo donde todo parece tener una intencionalidad para obtener algún tipo de rédito. El político que sale tocando la guitarra ya tiene colgado el cartel de
“este lo que quiere hacer es tal o cual”; sin embargo, vemos a Obama participar en un concierto con Springsteen y decimos,
“qué maravilla, vaya flow, que buen rollo”. La política necesita un poco más de poesía, de música, de sosiego. Soñar un poco en positivo.
Gema Pajares, junio 2025
Las fotos de Borja Sémper son de Tarek (las de exterior) y de Gonzalo Pérez (las de interior)