ISSN 2605-2318

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En homenaje a Rosa Sabater


29/11/2013

En homenaje a Rosa Sabater en el 30º aniversario de su fallecimiento, el pianista, compositor y productor Miguel Bustamante nos envía estas notas sobre Rosa Sabater. Estos comentarios pertenecen al CD ‘Rosa Sabater’ publicado en 2003 por RTVE Música dentro de la colección ‘Grandes Pianistas Españoles’, que Miguel ha querido compartir con todos nosotros.

 
ROSA SABATER, PIANISTA Y MAESTRA

Rosa Sabater fue una de las más insignes representantes del pianismo español de todas las épocas. Hija de Josep Sabater, durante largo tiempo director de la Orquesta del Gran Teatro del Liceo, había nacido en Barcelona el 9 de agosto de 1929. Inició sus estudios musicales en el seno familiar. Fue alumna desde muy temprana edad de la Academia Frank Marshall, continuadora, como es sabido, de la Academia Granados que creara este gran compositor. Fue, por tanto, heredera directa de la tradición interpretativa de Enrique Granados, a través de su maestro Frank Marshall, e intérprete magistral e indiscutible de su obra. Con tan solo trece años, en 1942, debutó en el Palau de la Música de su ciudad natal junto a la Orquesta Ibérica de Conciertos bajo la dirección de Hugo Balzer. El compositor Xavier Montsalvatge, en su libro Papeles autobiográficos. Al alcance del recuerdo, evocaba esos años precoces: “Las primeras veces que escuché a Rosita Sabater al piano era casi una niña de cabellos rubios recogidos por dos pequeños lazos, con un traje vaporoso y una sonrisa que se reflejaba en su manera de interpretar Mozart que le había enseñado su maestro Franck Marshall. Después de Mozart pasó a Bach, Scarlatti y enseguida a los románticos. En pocos años Rosa Sabater se convirtió en una concertista de indiscutible mérito, dotada para traducir la música de cualquier época.”

Rosa Sabater se presentó en París en 1948 junto a Eduard Toldrà y desde entonces dio conciertos en toda Europa, actuando como solista con orquestas como la English Chamber Orchestra, Philarmonia, Suisse Romande, Filarmónica Checa, Concertgebow de Amsterdam, Gulbenkian, Leos Janacek, Lamoreux de París, entre otras, y prácticamente la totalidad de las españolas. Entre los directores con los que colaboró se encuentran Eugen Jochum, Hugo Balzer, García Asensio, Louis de Froment, Gamba, Ros-Marbà, Frühbeck de Burgos, Smetaceck, Eduard Toldrà, Sabater, Kubelik, etc. Sus recitales de piano se pudieron escuchar en gran cantidad de auditorios. Asimismo fue frecuente su intervención en emisoras de radio y televisión. No descuidó la práctica de la música de cámara, con músicos como los violonchelistas Marçal Cervera y Lluis Claret o los violinistas Agustín León Ara y Gonçal Comellas. Junto a Comellas y Cervera formó un excelente trío cuya actividad se vio bruscamente interrumpida por la muerte de la pianista.

La otra gran faceta musical de Rosa Sabater fue la de su dedicación a la enseñanza, desarrollada paralelamente a sus apariciones como concertista. Desde 1967 hasta el año de su muerte enseñó ininterrumpidamente en “Música en Compostela”, los cursos dedicados a la música española que cada verano se desarrollan en Santiago de Compostela. Concretamente impartió música de cámara desde 1967 a 1969, piano y música de cámara de 1970 a 1973, y ya solo piano de 1974 a 1983. Por otra parte, desde 1976 hasta 1983 se ocupó de la enseñanza pianística en los Cursos “Manuel de Falla”, que entre junio y julio se celebran anualmente en Granada, en el entorno de su Festival Internacional de Música y Danza. Sus antecesores habían sido maestros tan celebrados como Lelia Gousseau, Paul Badura Skoda y Eduardo del Pueyo. No menos importante fue su tarea en la Staatliche Hochschule für Musik de Friburgo (Alemania), donde fue titular de la Cátedra de Virtuosismo desde 1977 y tuvo discípulos procedentes de todo el mundo.

El prestigio adquirido por Rosa Sabater, tanto como intérprete como en su calidad de maestra excepcional, fue motivo para que fuera invitada a formar parte de numerosos concursos nacionales e internacionales. En cuanto a sus grabaciones discográficas hay que destacar las realizadas en 1967 dedicadas a los cuatro cuadernos de Iberia de Albéniz y a varias obras de Federico Mompou: Preludios 5, 6, 8 y 9, Suburbis, Escenas de niños e Impresiones íntimas, registros que fueron reeditados en disco compacto en 1997. También grabó en 1968 Tres divertimentos, Sketch y Sonatine pour Yvette de Xavier Montsalvatge. Precisamente Mompou y Montsalvatge, con quienes mantuvo una entrañable amistad, fueron seguramente los dos compositores vivos que más orgullosos pudieron sentirse de la dedicación de nuestra pianista a sus obras: las interpretó, las “reencarnó” y enseñó magistralmente.


PERSONA INOLVIDABLE

Rosa Sabater falleció en un terrible accidente ocurrido el 27 de noviembre de 1983: un jumbo de la compañía Avianca se estrelló en Mejorada del Campo, cerca del Aeropuerto madrileño de Barajas. Murieron 181 pasajeros. Cuando se difundió la noticia, confirmando que en ese vuelo viajaba Rosa Sabater, el mundo musical español, y también de fuera de nuestras fronteras, se sintió profundamente conmocionado. Nos negábamos a creer que fuera verdad. Nuestra gran pianista viajaba de París a Bogotá, vía Madrid, para comenzar un gira de conciertos. Se encontraba en la plenitud de su vida, tanto personal como musical. Pero no pudo llegar a América. Su familia y amigos, pero también compositores, pianistas, camaradas en la vida de conciertos y de la enseñanza, aficionados, y tantos, ¿cientos?, alumnos que habíamos tenido la dicha de recibir sus enseñanzas, todos sentimos de pronto como si hubiéramos perdido a uno de los más amados allegados. Y es que Rosa era un ser especial, que se hacía querer, aún por encima de la admiración que podíamos tenerle como pianista. Quienes en algún momento estudiamos con ella quedamos prendados de su persona ya desde el primer instante. Asistir a sus clases era un placer inconmensurable. Sabíamos que la música nos vendría envuelta en un clima de calidez humana singular; que nos encontraríamos cómodos, pero al mismo tiempo ávidos de aprender y de aprehender todo cuanto nos iba a enseñar tan generosamente. Cuando se sentaba al piano para que escucháramos lo que nos quería explicar, el deleite era aún mayor, si cabe. Porque su forma de tocar era envolvente; nos atrapaba y seducía.

En todo caso, el nombre de Rosa Sabater no será olvidado. Además de permanecer en la memoria de quienes la conocimos y de quienes podrán recordarla por sus grabaciones, está presente en instituciones y eventos diversos. Por citar sólo algunos, el Concurso Internacional “Premio Jaén” de Piano denomina desde hace años como Premio “Rosa Sabater” al dedicado al mejor intérprete de música española; y los Cursos “Manuel de Falla” de Granada dieron también su nombre a una de sus más visitadas y activas aulas.


ROSA SABATER Y GRANADOS

Radio Nacional de España tuvo la fortuna de poder grabar en numerosas ocasiones a Rosa Sabater, especialmente en actuaciones públicas. Así, por ejemplo, el magnífico concierto que ofreció el 29 de marzo de 1975 en la Antigua Iglesia de San Miguel de Cuenca, dentro de la Semana de Música Religiosa, con obras de Bach, Antoni Besses, César Franck, Liszt y Messiaen. O el homenaje que dedicó a Mompou en el Palau de la Música Catalana de Barcelona el 4 de noviembre de 1980. El Archivo Sonoro de RNE conserva asimismo varios registros sonoros en los que actuó como solista con la Orquesta Sinfónica de RTVE. Con la dirección de Enrique García Asensio interpretó el Concierto en Sol mayor de Ravel (Teatro Real de Madrid, 8 de febrero de 1970 y 11 de junio de 1976) y Noches en los Jardines de España de Falla (Granada, 3 de julio de 1976; y Teatro Real de Madrid, 10 de mayo de 1977 y 12 de noviembre de 1980). Con la misma orquesta, esta vez dirigida por Odón Alonso, tocó el Concierto nº 2 en Sol menor, Op. 22 de Saint-Saëns (9 de noviembre de 1975). Además de otras actuaciones públicas y grabaciones en estudio.

Como todo Granados, Goyescas era, en manos de Rosa Sabater, única, incomparable. Enamoraba, literalmente. Tenía una vida interior en constante movimiento, nunca maquinal. La manera en que la pianista empleaba el rubato, su modo de destacar aquello que debía y quería, su sonido, todo resultaba encantador. La Radio le pidió que nos ofreciera esta magna obra en uno de los Lunes de Radio Nacional que se celebraban en la Sala Fénix de Madrid. Así, el 14 de enero de 1974 pudimos escucharla en un concierto memorable. Casi treinta años han pasado ya desde entonces y, tarde o temprano, el momento de trasladar esa grabación al disco compacto, tenía que llegar. Era una deuda pendiente que, por fin, se ha podido saldar. Con el añadido de otras obras del autor, que nuestra artista grabó para la “Antología del piano” en los Estudios Celada, también para RNE, se completa un documento sonoro que me atrevo a calificar de histórico. Se cubre, además, un vacío discográfico: Goyescas de Granados, en la recreación de Rosa Sabater, está, finalmente, a disposición de cuantos lo deseen.

Goyescas. Los majos enamorados, en sus dos partes, con el complemento de El pelele, es, sin duda, una de las más importantes obras para piano compuestas en España, junto a Iberia de Albéniz, Fantasía bética de Falla y algunas piezas de Mompou. Son elocuentes las palabras del propio Granados, cuando escribe a Joaquín Malats: “Yo he compuesto una colección de “goyescas” de gran vuelo y dificultad. Son el pago a mis esfuerzos por llegar. Dicen que he llegado. Me enamoré de la psicología de Goya; de su paleta. De él y de la Duquesa de Alba; de su maja señora, de sus modelos, de sus pendencias, amores y requiebros. Aquel blanco rosa de las mejillas contrastando con blondas y terciopelo negro con alamares; aquellos cuerpos de cinturas cimbreantes, manos de nácar y de jazmín posadas sobre azabaches, me han trastornado”. Como es sabido, Goyescas sería más tarde transformada en la ópera del mismo nombre, sobre libreto de Fernando Periquet, y estrenada de esta manera el año 1916 en Nueva York.

La Goyescas original para piano fue publicada en dos partes. La primera, que fue concluida entre 1909 y 1910, está conformada por cuatro piezas: Los requiebros, Coloquio en la reja, El fandango de candil, y Quejas o La maja y el ruiseñor. La segunda, publicada en 1914, la integran otras dos piezas: El amor y la muerte. Balada, y Epílogo. Serenata del espectro. Excepto la cuarta pieza, todas están dedicadas a grandes pianistas de la época: la primera a Emil Sauer, la segunda a Éduard Risler, la tercera a Ricardo Viñes, la cuarta a su esposa Amparo, la quinta a Harold Bauer y la sexta a Alfred Cortot. Aunque El pelele no se editó como parte de la obra, está, no obstante, íntimamente relacionada con ella: fue subtitulada como Escena goyesca, formó parte posteriormente de la ópera y, cuestión importante, Granados la había tocado en numerosas ocasiones como integrante de Goyescas.

Por su parte, la colección de Doce danzas españolas, entre las que se encuentran las números 7 y 9 del presente registro sonoro, fueron escritas muy probablemente en el período comprendido entre los años 1883 y 1888. Dos piezas pertenecientes a otras colecciones cierran el programa. La primera, Zapateado, es la última de las Seis piezas sobre cantos populares españoles compuestas entre 1895 y 1898, mientras que Mazurca es la primera de las Escenas románticas estrenadas en 1904. Esta última pieza es la que Rosa Sabater ofreció, fuera de programa, en el concierto de la Sala Fénix de Madrid. Deliciosa conclusión también para esta grabación.

Miguel Bustamante

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CARTA A MI MADRE

Me han pedido que escriba sobre ti. Recuerdo que siempre me decías que no existe nada más cursi que un padre/madre cuente las maravillas de su hijo/hija y viceversa... Yo opino lo mismo, por eso me he resistido hasta el último momento. Al final he decidido que voy a dirigirme directamente a ti y a intentar expresarte lo que nunca pude.

También me han pedido fotografías tuyas pero, claro, la más reciente es de hace ¡veinte años! Y es que el 27 de noviembre de 2003 se cumplen veinte años de aquel incomprensible -y hasta hoy parece que inexplicable- accidente aéreo en Mejorada del Campo de un avión cuyo destino final debería haber sido Bogotá. Allí tocabas el 2 de Diciembre.

Es verano y en esta época te añoro más que nunca. Los cursos de verano y su Festival en Granada, “Música en Compostela” en Santiago. Era el tiempo en que podíamos estar juntas de una forma más continuada. Y cómo nos divertíamos, y cómo nos empapábamos de música, y cómo disfrutabas con tus alumnos. (Miguel Bustamante aún lo recuerda. Sabes, es por su “culpa” que ahora me encuentro en este “trance” escribiéndote... y se lo agradezco).

A tu lado tuve el privilegio de conocer a grandes músicos, a tus amigos. Qué importante era para ti la amistad y qué feliz me siento de que me inculcaras este sentimiento. Tus ganas de vivir, de compartir, de saborear cada minuto, de disfrutar de cualquier pequeña cosa. ¡Eras tan vital!.

Había algo que te horrorizaba: envejecer, perder facultades. Siempre decías que preferías morir joven. Qué premonición: te saliste con la tuya. No querías verte enferma, sin poder tocar el piano, sin poder disfrutar de tu pasión: ir a la ópera. Te habrías dejado cortar una mano con tal de ser cantante. Menos mal que no te viste en este lance. Tu voz (que no tu afinación y entrega) era lamentable.

Y así fue, como tu quisiste.

Cuánto te hemos llorado José Miguel y yo y todas aquellas personas que tu ya sabes...

Ya no toco el piano. De vez en cuando pasa por casa algún pianista, normalmente hijo de un ex alumno tuyo (cómo pasa el tiempo), y sí lo toca. Y yo continúo emocionándome cada día más.

Me has transmitido una filosofía y una actitud ante la vida que me enorgullece y que es la que José Miguel y yo intentamos transmitir a esos dos nietos que no pudiste llegar a conocer: la bondad ante todo. Dijiste: “Cuando muera, prefiero que me recuerden como una buena persona antes que como buena pianista”. No dudes de que lo primero se ha cumplido. Lo segundo es sólo cuestión de gustos.

Gracias por darme la vida (la nuestra no fue siempre fácil), pero, a pesar de todo, ¡no sabes cuánta falta me haces!

Lograste tu objetivo: marcharte joven. Pero, francamente, qué jugada nos hiciste a todos los que seguimos aquí... La única vez en tu vida que fuiste egoísta.

Tu hija Rosa


Todo nuestro agradecimiento a Miguel Bustamante y a Rosa Oliveras Sabater por permitirnos compartir su testimonio.

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