«El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo», es un proverbio chino y es también el origen junto (sobre todo) a las investigaciones del meteorólogo y matemático Edward Lorenz, de una de las teorías físicas más fascinantes de todos los tiempos: el efecto mariposa.
Según este concepto vinculado a la Teoría del Caos, el aleteo de un insecto en Shanghai puede desatar una tempestad en Nueva York. Una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación continuada, puede acabar generando un efecto enorme e impredecible a corto plazo. Pero en realidad, ¿es esto verdad? ¿es posible que el aleteo de una simple mariposa en Asia pueda provocar un huracán en Norte América?, ¿es posible que una enfermedad local en una provincia de China pueda paralizar el mundo?
Si alguien tenía alguna duda probablemente esté a punto de disiparla.
Unos mercados de animales vivos en Wuhan son el epicentro de un virus que salta a los humanos, y a pesar de las dispares (¡y numerosas!) teorías de la conspiración, científicos de distintos países después de analizar los genomas del agente causal, concluyen de forma abrumadora, que el origen del virus está en los mercados donde se comercia con la vida silvestre y la fauna salvaje de China. Y aunque al principio se dijo que el virus no podía saltar de la fauna a las personas: saltó, y aunque luego se dijo que el contagio entre personas era muy bajo: no ha sido así. Por cierto esa fauna salvaje que tal vez en algunos países... ¿deberían entender que no es apta para el consumo humano?, a ver si esto sirve de una vez por todas para que los humanos aprendemos a respetar la naturaleza. Esta no va a ser la última pandemia, mientras los animales salvajes sigan siendo utilizados en China como alimento y en la medicina tradicional, habrá más enfermedades de alcance mundial. Una lección vital de esta pandemia para evitar la próxima es que los humanos deben eliminar estos animales salvajes de su dieta.
Wuhan, foco del primer brote de la enfermedad, es la capital de la provincia de Hubei en China y epicentro de la enfermedad. La rápida expansión del virus ha dado lugar a un sinfín de hipótesis ridículas que están desmentidas y carecen de rigor científico. La responsabilidad de todos es ser juiciosos, no llenar las redes sociales de noticias falsas y bulos, no estigmatizar a nadie, apoyar nuestro sistema sanitario, quedarse en casa y no colapsar las consultas y hospitales, pero también hacer una reflexión responsable.
La enfermedad surgió en China, y siempre que pasa esto de una enfermedad grave en tierras lejanas, como ha pasado anteriormente con el SARS y con el Ébola, en occidente nos creemos (falsamente) a salvo. Esta vez el virus saltó con tanta rapidez a Europa, que ha dejado claro ya que nadie está "a salvo", podemos "echar la culpa a los chinos", podemos invocar mil veces nuestros derechos: a viajar de vacaciones a donde nos dé la gana, a manifestarnos en plena alarma internacional, a ir de cañas, a salir cuando nos dé la gana, a presentar nuestro disco, a acudir a teatros, salas de conciertos y exposiciones, a ir a los supermercados y acaparar alimentos, pero uno no vive solo, ni vive solo con sus derechos, tenemos deberes y responsabilidades, y ser responsables es lo que ahora toca. Hemos cometido errores enormes, sobre todo nuestros políticos, y no son fruto del coronavirus, son fruto de la ignorancia, de lo contrario, no estaríamos en esta situación. Desafiar al virus con muestras de buenismo optimista o, ataques de pánico no sirve de nada, de momento lo que se impone es ser juicioso y seguir las indicaciones de médicos y científicos, escuchar a la ciencia y a los científicos. Desafiar al coronavirus, supone sobre todo aislarlo y romper su progresión. Nos enfrentamos a algo que nunca antes habíamos visto. Pero sin lugar a dudas, es la ciencia la que acabará parando al virus. De esto no hay duda.
Volvamos a la teoría del caos y el efecto mariposa. Ambos vienen a explicar que algo tan complejo como el universo (caótico a más no poder): es impredecible. Esta teoría del caos también explica por qué no se pueden realizar pronósticos del tiempo fiables más allá de tres días, es útil para abordar el estudio de fenómenos sociales, que no pueden resolverse en términos causa-efecto y tal vez pueda arrojar luz para entender cómo hemos podido llegar a esto. La consecuencia práctica del efecto mariposa, nos recuerda que en sistemas complejos (el estado del tiempo, la bolsa de valores, la progresión de una enfermedad, si la gente volverá o no a llenar las salas de conciertos...) es muy difícil predecir con seguridad, por eso hablamos de probabilidades.
En 1963 Edward Lorenz, el padre de la teoría del caos, estaba realizando una investigación sobre previsiones climatológicas a través de ecuaciones con ordenador, mientras se hacía un café (no es broma), el ordenador simuló unos resultados que no se parecían en nada a los que ya tenía previamente. La diferencia venía de un pequeño redondeo para simplificar las operaciones, ya que la impresora no aceptaba más de tres decimales y Lorenz decidió reducir de seis a tres los decimales de uno de los distintos parámetros con los que calculaba las predicciones. El paradigma estaba claro: una mínima variación inicial puede producir grandes alteraciones a corto y medio plazo. (Lorenz publicó sus conclusiones en el Journal of the Atmospheric Sciences bajo el título en 1963).
El 25 de enero de 2020, China ya confirmó 1.320 casos del nuevo coronavirus, la mayoría en la provincia de Hubei. En los primeros días del brote, había rumores sobre la misteriosa enfermedad, pero no hubo alarma. A finales de enero, Zhong Nanshan, investigador principal del equipo de una Comisión Nacional de Salud enviado a Wuhan, contó a la televisión estatal china que había evidencias de transmisión entre humanos. El gobierno impuso restricciones de tránsito en Wuhan, una megaciudad con 11 millones de habitantes, y más adelante las amplió al resto de la provincia. Habían aislado una región con casi 60 millones de personas y con el doble de la superficie de Portugal. Días después el nuevo coronavirus corría como la pólvora y el escenario era de una emergencia sanitaria internacional.
El 30 de enero Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS declaró la emergencia sanitaria internacional por la nueva epidemia de coronavirus. Se trata de la categoría de alarma más elevada de la OMS y se reserva para brotes que amenazan a personas fuera del país de origen del patógeno y que exigen una respuesta internacional coordinada. Tras la emergencia sanitaria vendrá la emergencia económica, y el mundo de la cultura está en la cuerda floja.
Muchos se han contagiado, también muchos se han curado (no nos olvidemos de esto), otros dirán, pero qué tiene que ver esto con una revista de música de los siglos XX y XXI. Pues os lo explico: entre los compositores, intérpretes, críticos, periodistas culturales y todas las personas que trabajan en teatros, salas de concierto, orquestas, ciclos, festivales etc.... todo está cancelado. Muchos de los trabajadores de la cultura en general y de la música en particular somos autónomos. ¿Qué pasa con todas estas personas que de la noche a la mañana se encuentran con numerosos conciertos, clases y eventos cancelados? Podemos echarle la culpa a quien sea, pero el valor de una sociedad está en saber dar soluciones a los problemas, el valor de una sociedad está en saber cuidar de sus elementos más débiles. Si en los próximos dos o tres meses los autónomos no tenemos ingresos, ¿cómo pagaremos nuestros alquileres, hipotecas y facturas?. Una medida que sin duda podría ayudar y mucho pero que no está confirmada es la reducción del pago de la cuota de autónomos a la Seguridad Social durante tres meses consecutivos para autónomos, pero a día de hoy esta medida acerca de la cuota de autónomos, no ha sido aprobada. El coronavirus lo superaremos, pero las consecuencias económicas tal vez no, si no se dan los pasos necesarios.
Los gobiernos tendrán que tener esto en cuenta porque si no, hay mucha gente del mundo de la cultura que lo vamos a pasar muy mal, y esta vez la culpa no será del coronavirus.
© Ruth Prieto para El Compositor Habla