ISSN 2605-2318

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Querido Maestro


28/11/2020

El compositor Joan Guinjoan hoy hubiera cumplido 89 años.


«Soy un compositor del Mare Nostrum con mentalidad cartesiana, y cuando me han preguntado de dónde vengo y a dónde voy la respuesta ha sido: voy a encontrarme, buscando cada vez mis raíces de autóctono recalcitrante, con la humildad de origen ligada indisolublemente a la realidad de cada momento.» Joan Guinjoan


 
Joan Guinjoan 1931 - 2019





 
Hoy 28 de noviembre de 2020 el Maestro Guinjoan hubiera cumplido 89 años, en un día como hoy quiero recordar al compositor Joan Guinjoan, figura clave de la música contemporánea de los siglos XX y XXI. Su música imprescindible, su gran legado, su originalidad, sus obras y su enorme simpatía quedarán por siempre en nuestra memoria y en nuestros corazones.


El Compositor Habla - Entrevista a Joan Guinjoan en el Teatro Real Mayo del 2013.
 


El año pasado, en recuerdo de un gran compositor, algunos de sus amigos más cercanos, algunos compositores, periodistas y colegas de El Compositor Habla quisimos enviar nuestros testimonios a su familia, como recuerdo y homenaje.
Hoy también, me permito recordar estas palabras de reconocimiento y admiración, homenaje a un gran hombre y a un gran compositor.

Siempre en nuestros corazones.



Teresa Catalán. Joan Guinjoan fue un músico total: pianista, director, compositor. Coherente con la búsqueda de su expresión personal, consiguió una obra implicada con su momento histórico en lo que él llamó “un pacto conmigo mismo”, que consigue definir el presente al que se dirigía. Una lección de saber hacer, de equilibrio entre la naturaleza y la creación, de interrogación, de mundo en el mundo. Descanse en paz.




 
Carlos Cruz de Castro. El fallecimiento de mi querido amigo Joan Guinjoan me retrotrae irremediablemente a la época en la que nos conocimos y que tomo como referencia la aparición del grupo instrumental Diábolus in Música fundado por él en Barcelona a mediados de los años sesenta. Por aquel entonces yo estaba metido en la actividad de Juventudes Musicales de Madrid, que desarrollaba una intensa actividad en la vanguardia musical española. Los recuerdos de todo tipo se me amontonan, tanto los relativos a su música como los personales, pero dejando a un lado los que se refieren exclusivamente a lo primero, se me hacen presentes tantos momentos personales que siempre me gusta distinguir unos de otros en circunstancias como ésta en la que la muerte dicta su máxima indiscriminada. Si normalmente del artista desaparecido suele decirse que nos queda su obra como lo más importante, su obra como legado imperecedero y esencial de su existencia, la muerte física es un brutal mazazo que nos golpea con la dolorosa ausencia en nuestro presente. La música de Joan Guinjoan la tenemos y la tendremos siempre en toda su riqueza y calidad como exponente de la mejor música contemporánea española, pero no tendremos al amigo, no tendremos a nuestro amigo Joan que ya sólo lo  tendremos mientras permanezca en nuestra memoria.

Josep Maria Guix. He tingut l’enorme privilegi d’haver pogut conèixer i compartir amb en Joan Guinjoan molts moments, tant en l’àmbit públic com privadament. Sempre el vaig considerar un mestre al qual calia escoltar –tant en els comentaris que feia com per la música que ens ha llegat. Encara que entre ell i jo hi havia una diferència d’edat notable, s’establia la complicitat geogràfica: ell, de Riudoms; jo, reusenc; ambdós, tanmateix, barcelonins d’adopció.
Se’m fa molt estrany escriure un homenatge pòstum perquè encara puc sentir en el meu cap la seva veu, quan parlàvem per telèfon o quan anava a visitar-lo. Amb aquelles frases tan nostres: “Hola maco”, “Passa, passa xiquet”, etc.
M’ha meravellat sempre la seva vitalitat, fins i tot en els darrers moments de la seva vida. Quan vaig escoltar per primer cop l’assaig general de l’última partitura simfònica, Fiat lux, em va fascinar com aquella persona de 80 anys, més enllà del control absolut de l’orquestra, era capaç de compondre una música tan viva, amb una empenta rítmica que compositors molt més joves no tenim. Escoltar el seu veredicte quan jo li mostrava una nova obra ja era tot un repte i, abans que res, una gran sort. Però sobretot valoro la gran generositat per voler compartir el seu temps –un bé preuadíssim-, el seu coneixement i les seves composicions més recents –aquells manuscrits que es presentaven “de l’hort a l’olla”.
Ens quedem orfes, els compositors catalans. No podrem evitar pensar en ell cada cop que enfilem el carrer Pàdua. Cal que mantinguem viu el seu record i la seva música -que, ara més que mai, ja és patrimoni de tots. Personalment, a més a més, intentaré seguir el consell que no va deixar de repetir-me aquests darrers anys: “Has d’escriure més, Josep Maria”.

José Luis García del Busto. Con motivo de un homenaje que le tributaron las ciudades de Tarragona y Riudoms, estuve junto a Joan, quien me llevó con orgullo al Instituto de Enseñanza Media de Riudoms que lleva su nombre: Institut INS Joan Guinjoan i Gispert. Allí me presentó al alcalde. Pero no olvidaré, sobre todo, su emoción cuando me llevó ante la puerta de su casa natal.
Después de problemas múltiples y aplazamientos, se estrenó en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, con retraso sobre las previsiones, la gran ópera Gaudí, de Joan Guijoan. Naturalmente, viajé a Barcelona para disfrutar de una de las representaciones y quedé con el propio Guijoan en el Teatro. Acudió también al encuentro Xavier Güell, y teníamos entradas juntas en el patio de butacas. De repente sentí que estaba experimentando algo difícilmente repetible. Asistía a la representación de una ópera y tenía a mi izquierda al descendiente de uno de los principales personajes de la obra -Güell- y a mi derecha al autor de la misma. El maestro Guinjoan observaba como extrañado de que todo aquello lo hubiera escrito él y de que, al fin, hubiera culminado exitosamente el larguísimo proceso de encargo, realización del libreto, composición de la partitura, montaje y estreno de su Gaudí. Dirigió su buen amigo e intérprete Josep Pons, a quien saludamos al acabar la función para, a continuación, irnos a cenar como mandan los cánones.
Acudí varias veces a visitar a Joan y Monique Guinjoan en su casa de Monells. Allí coincidí con otro insigne habitante de la villa medieval -el formidable pintor August Puig (que me daba la bienvenida a la “República Independiente de Monells”) y con su mujer, Ingrid; con Montse y Alain Milhaud, con el maestro Josep Pons… En una de las ocasiones, ya en su casa, después de haber comido en la preciosa plaza del pueblo, Joan me dijo: “Ven, que te quiero enseñar algo (…) ¿Te acuerdas de que te hablé del acordeón con el que me inicié en esto de la música? Pues aquí lo tienes”. Y me sacó el pequeño y viejo instrumento, trayéndolo en brazos como si llevara un bebé. Pero lo maravilloso fue que, cuando lo examiné, lo volvió a tomar entre las manos, se sentó, cerró los ojos y, tras unos momentos de tanteo, empezó a tocar alguna de las cancioncillas populares que, siendo niño, había acertado a sacar del acordeón sin más bagaje que su oído y su intuición musicales. Estaba como en trance. Alguna lagrimilla le resbaló por la mejilla. Yo contuve las mías.
Asistí con Guinjoan a unas jornadas en las que un pequeño grupo de músicos dimos a conocer y a escuchar obras de compositores españoles contemporáneos, nada menos que en el Conservatorio Chaikovsky de Moscú. Joan no estaba bien: creo que eran los primeros síntomas serios del lento y progresivo deterioro de su salud, proceso que acaba de “culminar” fatalmente. Pero dispusimos de una mañana libre, y aceptó acompañarme, ilusionadísimo, a la visita que yo había planeado hacer por mi cuenta al Museo Tetriakov. Le encantó la visita, y creo que más aún la estupenda comida que hicimos en el restaurante del propio Museo, después de varios días de alimentación digamos precaria. No fue fácil convencerle de que nos merecíamos un “homenaje”, pero lo conseguí y disfrutó como un niño. En otro de los días fuimos invitados por la Embajada española en Moscú -o por alguna de sus dependencias- a un cóctel al que asistieron autoridades moscovitas relacionadas con la Música y la Cultura, entre ellas el director del Museo Glinka, que visitamos por la tarde. Uno de los asistentes rusos al cóctel se presentó como cuñado (creo recordar que ese era su parentesco) de Stoichkov, unos de los grandes futbolistas del Barça de entonces, y nos hizo reparar en que lucía una corbata blaugrana que le había regalado el susodicho. Con la dispersión típica de esas situaciones en las que, copas en mano, se van haciendo corrillos y apartes, en un momento dado reparé en que Guinjoan estaba vis a vis con un ciudadano ruso, hablando en voz alta y gesticulando. Me acerqué a “poner paz” en lo que, obviamente, no podía ser una discusión, pero lo parecía. Joan me explicó la situación: estaban junto a un mapa de España en el que él le había señalado al caballero ruso su lugar de nacimiento, y el interlocutor, con la mejor voluntad de mostrarse conocedor de la cultura española y de halagar al invitado, había celebrado la coincidencia de que Guinjoan fuera “catalán, como Dalí”. Nuestro entrañable personaje se estaba esforzando en aclararle que no eran tan paisanos como él creía, porque Dalí había nacido en Figueras, en el Alt Empordà, y él en Riudoms, en el Baix Camp… “¡¡Nada que ver, nada que ver!!”, decía Guinjoan con vehemencia, mientras apoyaba su protesta con amplios gestos negativos. Le hice ver que, estando donde estábamos y dadas las dificultades idiomáticas, quizá era demasiado sutil lo que pretendía. Poco después brindaban por los artistas catalanes y por España y se incorporaban al grupo para seguir libando y picando. Aquel fue mi primer (y último) éxito diplomático. Inefable Joan. Único. Gran músico y hombre afable, sincero y buen amigo de sus amigos. Lo recordaré siempre con admiración y cariño.

Ramon Humet. Siento una enorme gratitud por su generosidad: siempre tenía la puerta abierta para visitarlo, para compartir inquietudes creativas. Sus lápices en fila ordenada sobre la mesa de trabajo eran un signo tangible de una radical actitud creativa basada en la investigación, dedicación, compromiso y muy buenas dosis de sano humor.  ¡Gracias, Joan!







Ricardo LLorca. Joan Guinjoan fue un músico sembrador de ilusiones y constructor de sueños; un compositor con un idioma personal que ha llevado a cabo una de la obras contemporáneas españolas con más marcado lenguaje internacional. Se nos ha ido un musico irrepetible y un artista excepcional.






Tomás Marco, A lo largo de la vida personal y profesional se cruzan siempre muchas personas y en algunos casos la relación es larga y positiva, más allá de las realizaciones personales. Con Guinjoan hemos perdido todos a un gran compositor muy original, yo personalmente también a un amigo.
 Le conocí cuando aún era un pianista en activo, asistí a la creación y desarrollo de su impagable Diabolus in Musica, tan importante para la música española e internacional, vivimos juntos algunos de sus estrenos como los que escribió para RNE, muy especialmente Acta est fabula, sobre Marco Aurelio. O su Concierto para piano y orquesta, dedicado la memoria de Ernest Lluch y tocado por la Orquesta Nacional. O aquel ventoso y señalado día en que su Concierto para guitarra y orquesta se estrenara en el Festival Internacional de Alicante en la explanada del Castillo de Santa Bárbara con una enorme expectativa. También hablábamos de lo que estábamos haciendo cada uno, de aspiraciones logradas o no, de inquietudes. Recuerdo ahora una gira invernal por Alemania con el dúo Uriarte-Mrongovius, yo haciéndole de traductor en presentaciones y coloquios, o acompañándole en características germánicas a las que él, de raíz tan francesa, tenía cierto miedo. Con su mujer, la entrañable parisina Monique, formaban un dúo que exhibía lo mejor de una cultura mixta de Cataluña, Francia y España. Joan era un gran trabajador en todo lo que emprendía, una persona orgullosa de sus raíces payesas que apostaba a la vez por la gran cultura. Su obra demuestra hasta que punto era un gran compositor, pero su vida lo retrata como hombre. Profesional, trabajador y amigo. Mucho más de lo que puede decirse de la mayoría.

Manuel Martínez Burgos. Conocí a Joan Guinjoan en 1992 cuando fui alumno suyo en un curso de composición que impartió en Zaragoza. Recuerdo perfectamente la explicación de su obra Tensión-relax y la claridad con la que nos trasladó su pensamiento compositivo. Me gustó mucho su estilo de afrontamiento a la composición. Además tuve la suerte de poder departir con él en la comida al finalizar el curso. Descubrí, además de a un grandísimo compositor, a una bellísima persona. Desde entonces mantuve contacto intermitente con él. Uno de los momentos en los que más me ayudó fue cuando preparaba mi libro "La teoría de la composición musical en la Generación del 51". Uno de los capítulos iba dedicado a él y siempre atendió mis dudas con gran diligencia. Igualmente, en mi época de Vicedirector del Real Conservatorio Superior de Madrid (2009-12) le invité a venir al centro a dar una conferencia y fue una de las experiencias más enriquecedoras que se organizaron para los alumnos en ese curso académico.
De Guinjoan, que para mí ha sido uno de los compositores españoles más brillantes de los últimos tiempos, destaco su sabio manejo del timbre y el uso de un lenguaje personal alejado de convencionalismos. Su música es sinónimo de saber hacer y de buen oficio. Hasta siempre, querido amigo.

Eduardo Polonio. Joan, te recuerdo con mucho cariño. Gran músico y gran personaje humano, dispuesto siempre a ayudar.






Ruth Prieto. Conocí al compositor Joan Guinjoan personalmente muy al principio de la andadura de la web de El Compositor Habla en el año 2008, y compartimos desde entonces una gran amistad. Había escuchado muchas veces sus obras y seguía con mucha atención su interesante carrera como compositor, pero fue en septiembre del 2011, cuando le entrevisté para la web por primera vez. Descubrí en él un compositor único y un ser humano excepcional. Desde entonces no he dejado de seguir cada paso de su carrera, cada nueva obra. Estos años han estado jalonados de interesantes conversaciones, varias entrevistas, pero también de conversaciones entre amigos, nos llamábamos por teléfono cada semana desde hace 10 años. En el mes de marzo del 2018 recordó que la web cumplía 10 años y quiso estar aquí de nuevo hablando conmigo, me pidió que le entrevistara y me dijo entonces que sería su última entrevista, no quería hablar más. Con él se podía hablar de todo. Me encantaba su originalidad artística, su sentido del humor y su lúcido pensamiento. Guinjoan será ya siempre un grande de la música, un clásico contemporáneo y mediterráneo que pasó su vida dedicado a la composición, creando obras que forman ya parte del repertorio imprescindible de intérpretes de todo el mundo, un clásico del siglo XXI. Un artista inconfundible, auténtico, con un estilo  propio, que supo combinar el tener un amplísimo catálogo, con la enorme virtud en un compositor de no repetirse nunca, y con una ética en el trabajo difícil de encontrar hoy en día. Merecedor de todos los honores que uno pueda imaginar, no ha sido compositor que haya perdido tiempo en gestiones ni pasillos, porque como a un Picasso de la creación contemporánea a Guinjoan la inspiración siempre le encontró trabajando. Su música quedará siempre en nuestra memoria, su simpatía en nuestros corazones. El mundo ha perdido un gran compositor, yo he perdido a un gran amigo. 

David del Puerto. Nos ha dejado un artista profundo de verdad, un músico total que vivió la creación con la mayor pasión imaginable. Su obra, de altura enorme en calidad, riqueza y variedad, queda para todos. Pero, además, la calidez y sensibilidad de su persona no será olvidada nunca por nadie de los que tuvimos la fortuna de conocerlo.






Alejandro Román. Conocí a Joan Guinjoan en 2002, en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, en un curso que impartió junto a Jesús Villa Rojo. Ese año yo era alumno de Composición de Antón García Abril y estaba finalizando mis estudios. Años después, en 2005, formó parte del jurado que me otorgó el galardón Juan Crisóstomo Arriaga del XVI Premio SGAE. Recuerdo perfectamente su bondad y su sabiduría y, sobre todo, su sencillez a la hora de hablar de su experiencia y de su música. Esto le hace más grande, ya que es de todos bien conocida su gran obra compositiva, siempre en la vanguardia, pero una vanguardia amable, cercana. Su música quedará..., y su recuerdo. Ese es mi deseo, que nunca se olvide su música.

José María Sánchez-Verdú. Joan Guinjoan, desde su personalidad llena de vida, su apego mediterráneo y su visión artística abierta al mundo europeo, especialmente al de sus tres esferas superpuesta de las lenguas y culturas de Cataluña, España y Francia, ha sido una cercanía para mí desde hace bastantes años. Simplemente atesoraba la calidad de la conversación, del cariño, la profesionalidad y el amor por la sensibilidad y la belleza de la música. Con él se va una personalidad grande y rica, un colega y amigo músico que ponía por encima de todo el disfrute pasional por aquello que le gustaba y quería. Porque su visión era sana y constructiva, llena de sus propios retos -desde que dejo el campo para lanzarse a su carrera de piano y de composición después-, de esfuerzo por llegar allí donde intuía que vibraba un hálito de belleza y luz que podía acariciar con sus manos: manos de la huerta, manos del piano, manos del lápiz sobre el papel pautado. De la tierra al aire vibrante de la música que amaba. Descansa en paz, Joan.

José Luis Temes. No hubo milagro esta vez: Joan nos había dado muy serios sustos con su salud, pero siempre triunfó su energía vital. Finalmente Guinjoan ha entrado en la historia pasada. Todos cuantos le quisimos, le lloramos hoy; pero somos felices de las horas y trabajos compartidos y el legado musical que nos deja. En lo musical, la música española se enriqueció con él y sin él nuestra historia hubiera sido más pobre. En lo humano, su bonhomía intachable, su delicioso despiste -fruto de su ingenuidad- y su honestidad permanecerán siempre en nuestro recuerdo.

José Zárate. Joan Guinjoan no nos ha dejado, porque queda y quedará su música para muchos años. Pero además de ofrecernos un legado creativo intenso, lleno de expresión, carácter y fuerte en sentimientos, nos ha dejado su compromiso en la defensa de los Derechos de Autor que consolidó como Consejero de nuestra Sociedad de Autores. Porque Joan es un compositor comprometido para su música y para la de todos los creadores como él. Y este hecho le ennoblece más aún. Joan solo se ha ido de viaje, y cuando te vas de viaje nunca te vas para siempre, sino para un rato; y lo que dejas, si además es bueno, queda para mucho tiempo. Maestro Guinjoan: buen viaje.
 

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