ISSN 2605-2318

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«Paisajes orquestales del siglo XXI»


21/07/2022

Una crítica de Paco Yáñez para El Compositor Habla.





MALIN BÅNG: avgår, pågår; ripost; splinters of ebullient rebellion; irimi. Uli Fussenegger, contrabajo. Jonny Axelsson, percusión. Klangforum Wien. SWR Symphonieorchester. WDR Sinfonieorchester. Enno Poppe, Pascal Rophé, Peter Rundel e Ilan Volkov, directores. Björn Gottstein, Franz Josef Kerstinger, Harry Vogt y Wulf Weinmann, productores. Helmut Hanusch, Doris Hauser, Mark Hohn, Christian Michl y Veit Wafzig, ingenieros de sonido. Un CD DDD de 62:21 minutos de duración grabado en Graz, el 9 de febrero de 2013 (irimi); en Stuttgart, 14 de noviembre de 2015 (ripost); en Colonia, el 29 de enero de 2016 (avgår); y en Donaueschingen, el 25 de octubre de 2018 (splinters). NEOS 12211.


«Asumir riesgos, explorar áreas desconocidas y mantener siempre un enfoque curioso son las principales directrices que guían mi proceso creativo». Con estas palabras definía la compositora sueca Malin Bång (Gotemburgo, 1974), en entrevista con Ismael G. Cabral para El Compositor Habla, las líneas maestras que guían su indagación estética en el campo de una música actual en la que Bång es una de las más interesantes y lúcidas voces de la creación escandinava del siglo XXI, así como de una composición en clave femenina en la que, junto con Chaya Czernowin, Rebecca Saunders, Unsuk Chin, Olga Neuwirth, Clara Iannotta y tantas otras, Malin Bång es una de sus puntas de lanza por su insobornable rigor artístico y constante exploración de nuevas soluciones para crear una música que responda a las inquietudes y a las problemáticas de nuestro tiempo, siempre desde lo que Ismael G. Cabral definía, en 2018, como «un lenguaje rotundamente radical en cuanto a búsqueda experimental».
 
Precisamente en 2018 se cerraba el arco compositivo que recorre el que es ya segundo monográfico de Malin Bång en el mercado discográfico; de nuevo, en un sello, el muniqués NEOS, que ya había publicado en 2018 un compacto que, bajo el título de structures of molten light, recogía la producción camerística de la compositora gotemburguesa entre los años 2011 y 2017. El compacto que hoy reseñamos arranca su recorrido compositivo en 2012, y lo primero que nos podríamos preguntar al respecto, teniendo en cuenta que pasamos del ámbito camerístico al orquestal, es hasta qué punto Bång mantiene sus exigencias técnicas y su notación a la hora de trabajar con agrupaciones sinfónicas de gran formato.
 


 
Pues bien, en la entrevista que mantuvo con Ismael G. Cabral la propia compositora daba respuesta a dicha cuestión, en los siguientes términos: «Hace años era muy cautelosa cuando escribía para orquesta, asegurándome usar una notación que fuera lo más fácil de entender para los músicos. Pronto sentí que esa preocupación estaba copando demasiado mi atención desde una perspectiva artística. Así que en 2014 cuando escribí la pieza orquestal ripost experimenté y utilicé un método completamente opuesto, componiendo exactamente como si lo estuviera haciendo para un grupo especializado».
 
Prácticamente coetánea de ripost, en avgår, pågår (2014) parece no haber escatimado Malin Bång dificultades o, al menos (y quizás esto sea lo más importante), fidelidad a su propio lenguaje, pues escuchamos en ella muchas de sus señas de identidad, como esa obsesiva pulsión rítmica o el mecanicismo que ya le conocíamos en algunas de sus partituras camerísticas recogidas en structures of molten light y/o tocadas en vivo en España, como kobushi burui (2012), aunque hay que señalar que (como en tantos catálogos de otros compositores europeos de primera fila) no es precisamente nuestro país donde la música de Malin Bång se programa con mayor frecuencia.
 
avgår, pågår comparte con kobushi burui, por tanto, esa direccionalidad rítmica y esa basculación entre los elementos mecánicos y una sublimada sensualidad que no hace más que poner en primer plano algunos de los (llamémosles) 'conflictos rítmicos' que experimentan los hombres y las mujeres de hoy: entre los más propiamente fisiológicos de sus respectivas naturalezas y la repetición de patrones estandarizados en cuanto nos rodea, con la progresiva cosificación del ser humano y su transformación en 'homo autómata'. Ritmo y análisis de los conflictos sociales, económicos y culturales son dos de las coordenadas a las que las piezas orquestales de Malin Bång habitualmente nos remiten (como veremos a lo largo de esta reseña), siempre en un estado de perpetuo movimiento que marca el desarrollo de las propias partituras y su forma, tal y como la compositora sueca reconoce en sus notas para este compacto.

Es por ello que avgår, pågår es un perfecto ejemplo de la producción musical y de la estética de Malin Bång, por cuanto en ella el movimiento es trasunto de la tensión y de las capas de sonido que la compositora escuchó al visitar, en marzo del 2014, su natal Gotemburgo, de la que hacía años se había marchado (pues actualmente reside en Estocolmo). En un muy evocador y hermoso texto para esta edición discográfica, Malin Bång nos da cuenta de sus paseos por Gotemburgo y cómo los sonidos de sus industrias, de sus pájaros, de sus gentes, de su tráfico o de sus transbordadores se infiltró en avgår, pågår, con pasajes realmente poéticos, en lo acústico, como la fusión de sus pisadas sobre la grava, de camino a la Catedral de Gotemburgo, con la suerte de lentos glissandi que escuchaba provenientes de los tranvías de la ciudad en la que el Göta desemboca.
 
De este modo, podríamos decir que avgår, pågår se suma a lo que es todo un diario acústico de Malin Bång, en el que la compositora sueca va plasmando las impresiones que le han dejado las urbes que ha visitado a lo largo de su vida, pues -como ella misma afirma- «cada ciudad tiene su personalidad sonora específica que sus habitantes están creando continuamente a través de su vida cotidiana». En el caso de la Gotemburgo que Bång retrata en avgår, pågår, hay desde perturbadoras secuencias, rígidas y mecánicas, a sinuosas formas de manejar la orquesta por medio de glissandi verdaderamente plasmáticos cuya sonoridad me ha recordado tanto a la de José María Sánchez-Verdú, en lo más matérico, como a la de Salvatore Sciarrino, en lo más fisiológico, en esa respiración soterrada y genuina (aquí, de aire sin tono en los vientos) que cada ciudad expresa como pulso urbano.
 
Mientras, los febriles pizzicati en las cuerdas, así como los abrasivos y rugosos acordes en los metales, rescatan a la Malin Bång más mecanicista de kobushi burui, con la que comparte una pulsión entre lo desarticulado y lo sincopado, y en cuyos patrones tantas ciudades podrían encontrar un eco: reverberación que se va expandiendo al aparato orquestal a través de un uso muy refinado de la percusión, coronando un edificio soberbiamente respetado por Bång, al dar con el punto exacto entre masividad y trabajo camerístico de cada una de las voces y secciones de una, aquí, imponente WDR Sinfonieorchester a las órdenes de un Ilan Volkov que se convierte en primer pincel de este lienzo musical.
 
En este enorme ejercicio de paisajismo acústico, los músicos de la orquesta colonesa han de prestar sus voces, en los compases en los que se remedan los murmullos y las conversaciones de los ciudadanos gotemburgueses (bastante menos estrepitosos, ni que decir tiene, que si avgår, pågår hubiese retratado las calles de las vocingleras ciudades de España). Esa técnica vocal me ha recordado a la desplegada por el mexicano Víctor Ibarra en una partitura estrictamente contemporánea de avgår, pågår, Homenaje a Francisco Toledo (2014), concierto para saxofón y ensemble en el que los músicos también hablan (a través de conos) en sus diferentes idiomas, por lo cual algo de espíritu de su tiempo, de globalización y fascinación por la voz del otro, parecía deslizarse a través del continente (pues la partitura de Ibarra fue estrenada por Vertixe Sonora en España en aquel mismo 2014 en que Bång componía avgår, pågår).
 



Pasando al segundo corte de este compacto, como en su entrevista con Ismael G. Cabral explicitaba la propia Malin Bång, ripost (2014-15) fue la primera partitura en la que escribió para orquesta en los mismos términos que lo haría para un ensemble especializado en música contemporánea. De ahí, su complejidad e increíble cantidad de detalles, que vuelven a convertir en música la visita de la compositora sueca a una ciudad europea.
 
En este caso, se trata de Stuttgart, donde Malin Bång conoció a un Helmut Lachenmann que le sirvió de cicerone para recorrer algunos de los lugares para él más significativos de su ciudad natal. En dicho trayecto, realizado en plena hora punta y, por tanto, atestado de tráfico, el espacio que más atrajo a Malin Bång fue, precisamente, uno de los emplazamientos acústicamente más agresivos de dicha urbe: el Wagenburgtunnel, que conecta el centro de Stuttgart con la parte oriental de la ciudad suaba. ripost pretende ser, por tanto, una sonorización de la experiencia de travesar dicho túnel, en la que la parte más humana la ponen los solistas de contrabajo y percusión (unos estupendos Uli Fussenegger y Jonny Axelsson), que se lanzan a explorar dicha cavidad, que es orquestalmente remedada por una no menos soberbia SWR Symphonieorchester bajo la dirección de Peter Rundel.
 



Curiosa situación, por tanto, la que para los músicos de la SWR habrá supuesto el convertirse en un trasunto musical de ese túnel que muchos de ellos atravesarán con frecuencia, sintiendo la urgencia temporal que contrabajo y percusión padecen en la siempre curiosa dilatación del tiempo que se experimenta en dichos pasajes subterráneos; máxime, cuando éstos presentan la agresividad acústica que impone el Wagenburgtunnel en sus momentos de mayor densidad circulatoria. Tal y como indica Malin Bång en sus notas, los grados de presencia de los solistas y la orquesta van cambiando a medida que avanza la partitura, ganando notoriedad la SWR hacia los compases finales, más masivos y en los que sonoridades que nos recordarán a campanas parecen anunciar el paisaje acústico de la ciudad en la lejanía, así como una luminosidad recobrada, en los metros finales del Wagenburgtunnel.
 
Entretanto, se producen diversos episodios de confrontación entre solistas y orquesta, pues la percusión adopta por momentos un rol de tuneladora musical, incorporando a su set percusivo lo que Malin Bång denomina «túneles portátiles», como tuberías y objetos de drenaje. Dicha construcción parece presidir, del mismo modo, los primeros compases de ripost, tan focalizados en sonoridades ruidistas mínimas, ampliadas y puestas en un primer plano gracias al buen hacer compositivo de la sueca y a la minuciosidad de solistas y SWR, convertida la orquesta stuttgartense en un microscopio musical, frente a la labor más 'magnetofónica' que la WDR desarrollaba en avgår, pågår.
 
Por otra parte, ripost, partitura compuesta para el festival que en noviembre de 2015 celebró, en Stuttgart, los ochenta años de Helmut Lachenmann, muestra esa evolución personal que Bång reconocía en su estética con respecto a la del propio Lachenmann (o así lo exponía en su entrevista con Ismael G. Cabral). Dentro de la gran integración orgánica de los eventos sonoros, hay en ripost una concepción del ruido más desligada del instrumento, una búsqueda de un ruidismo más indeterminado y que pretende musicalizar situaciones acústicas cotidianas y extremas, revelando una pulsión que ya diría del siglo XXI y que Malin Bång comparte con compositores europeos que van de las primeras horas de la Musique saturée francesa a compositores en España tan próximos a Bång como el Ramón Souto de la segunda década del siglo XXI.
 
La última partitura para plantilla propiamente orquestal es splinters of ebullient rebellion (2018), una obra que ya pudimos conocer en su día gracias a su inclusión en la edición fonográfica que el sello NEOS nos ofreció de las Donaueschinger Musiktage del año 2018, en las que splinters of ebullient rebellion fue estrenada; de nuevo, con la estupenda SWR Symphonieorchester; en aquella ocasión, con Pascal Rophé en la dirección. Estamos ante una partitura que continúa la radical inventiva tímbrica de las dos piezas precedentes, así como la importancia que los sonidos mecánicos adquieren en la conformación de los tensos paisajes sonoros de la gotemburguesa.
 
En esta tercera obra de su monográfico orquestal destaca otra característica (ya antes anunciada) de la música de Malin Bång: su preocupación por las cuestiones de orden político y social, sobre las que splinters of ebullient rebellion reflexiona, haciendo hincapié en cómo los discursos se simplifican, negando al 'contrario' toda legitimidad, con lo que los puentes de diálogo y el sentido mismo de la democracia se dinamitan. Para transmudar tales conceptos, utiliza aquí Bång la orquesta, pues ésta es, en su opinión, una de las instituciones sociales en las que las relaciones entre el individuo y la colectividad presentan una mayor riqueza, así como sesgos de vulnerabilidad (habida cuenta su histórica verticalidad). De este modo, la SWR se divide, en esta toma en directo grabada en las jornadas alemanas, en dos grandes bloques de naturaleza mecánica que progresivamente se van orientando hacia un ambiente más amable y evanescente en la mitad de esta versión (de 19:52 minutos de duración), alcanzando paisajes acústicos dignos del chill out que se van resquebrajando por el golpeo de otros efectivos orquestales de más furibunda naturaleza, en un proceso que se reitera hasta el final de la partitura.
 
En el marasmo abigarradamente polimorfo que splinters of ebullient rebellion nos presenta, cobra asimismo importancia lo que Malin Bång califica como mensajes e iniciativas sociales que crecen con enorme empuje, cual bolas de nieve. Estas bolas son lanzadas de diversos modos, ya transformando la orquesta canciones de carácter reivindicativo, ya por la propia elevación de discursos individuales dentro del caos organizado en que por momentos se convierte la partitura. Un tercer elemento presente en esta arrebatadora y heteróclita página es el tecleo de una máquina de escribir, definida por Bång como una de las últimas posibilidades que en nuestra sociedad tenemos de producir textos reflexivos que hagan frente a la opresión constante que padecemos, invitándonos la compositora sueca a que cada uno de nosotros encuentre su propia máquina y alce su tecleo más personal para así crear un mundo mejor; algo que, sin duda, ha realizado Bång con esta partitura.
 
Volver a escuchar splinters of ebullient rebellion supone un gozoso reencuentro con todas esas virtudes que convierten a Malin Bång en una de las voces más interesantes de la nueva composición escandinava, aunque es una pena, por otra parte, que existiendo ya una edición fonográfica de esta pieza (con idénticos director y orquesta), NEOS no nos haya ofrecido, en su lugar, alguna otra partitura de la compositora sueca (aunque no sean las páginas orquestales las que más abunden en su catálogo), como Shin-Shinai (2015) o Shinai Hara (2019).
 
Quizás por esa reducida producción orquestal (además de por todo ese marasmo que son los derechos de autor o la propia existencia de registros en buenas condiciones para ser llevados al disco), es por lo que NEOS cierra este compacto con una pieza, en realidad, para gran ensemble, irimi (2012), partitura que en esta edición se especifica como compuesta «para sinfonietta», que aquí lo es de once músicos: los del ensemble al que irimi está dedicada, el soberbio Klangforum Wien; en este registro del estreno de la partitura en el impuls Festival de Graz, comandado por el alemán Enno Poppe.
 


 
irimi reflexiona sobre algo tan lachenmanniano como la naturaleza acústica de los instrumentos europeos y la reducida utilización de sus superficies que en la tradición occidental se ha realizado, prácticamente constreñida a la zona de más estricta producción armónica, sean las cuerdas, las teclas, las llaves, los parches, etc. Es por ello que en esta partitura Bång se lanza a explorar las superficies de cada instrumento; en especial, sus maderas y metales, por medio de acciones de naturaleza netamente percusiva, tan propias, asimismo, de la musique concrète instrumental, como rascados, fricciones, golpeos, etc. Para desplegar lo que la compositora sueca define como una «activa quietud» en la que se equilibran explosiones de sonidos con un manejo a cámara lenta de las irrupciones sonoras, Bång aplica a la gestualidad musical técnicas que dice propias del aikido, buscando ese diálogo entre el reposo y el ataque tan característico de las artes marciales niponas. A ello podríamos sumarle una concepción de la relación entre silencio y sonido que bebe, asimismo, de algo tan japonés como el shodō: el arte de la caligrafía tradicional nipona. Como en el shodō (o en la pintura de acción norteamericana de la segunda posguerra), la fisicidad del trazo se hace aquí música, vinculando de forma muy matérica a instrumentista e instrumento en este recorrido por toda una secuencia de técnicas extendidas y ruidos que son la base del desarrollo experimentado por Malin Bång en las tres piezas anteriormente vistas, con las que conforma un arco de seis años de gran personalidad y coherencia estilística, así como toda una paleta preparatoria de recursos técnico-instrumentales.
 
Con tres primeras ediciones en disco compacto (a las que se suma la de una splinters of ebullient rebellion que, en realidad, prácticamente lo es —o, al menos, lo fue en su día en el propio NEOS—), estamos ante uno de esos discos más que necesarios y que nos indican por dónde se debiera construir un buen catálogo discográfico en el siglo XXI. Mientras los grandes sellos siguen empecinados en publicar su nonagésima edición de los ciclos sinfónicos clásico-románticos, así como óperas archigrabadas hasta la exasperación, discográficas como NEOS, Kairos, Wergo, mode, Stradivarius o tantas otras, nos muestran quiénes somos en este comienzo del siglo XXI, a través de sus formas musicalmente más depuradas. Si además todo ello se sirve con los estupendos niveles técnicos que, en cuanto a sonido, presenta este compacto; sumándole unas notas muy reveladoras a cargo de la propia compositora, el resultado es un disco que se recomienda por sí solo y que está llamado a figurar entre lo mejor de los lanzamientos de música actual en este 2022.
 

Más información en la página web del sello NEOS.
 
© Paco Yáñez, julio de 2022


Paco Yáñez, Santiago de Compostela, 1974, desarrolla su actividad creativa en la intersección y diálogo de diversos lenguajes artísticos; destacadamente, la fotografía, la música, el cine y la literatura. Tal es el camino recorrido por sus dos novelas hasta ahora publicadas: ...distancias... (Baía Edicións, 2008) y contra(de)cadencia (Laiovento, 2014; EdictOràlia, 2021), así como por sus ensayos, entrevistas y críticas musicales, publicados en ocho idiomas en medios especializados de América y Europa, así como sus notas para conciertos y discos. Diversos compositores han creado obras musicales inspiradas en sus fotografías y textos poéticos, diálogos interdisciplinarios que articulan toda su creación.
Ha pronunciado conferencias en conservatorios, auditorios y espacios culturales, como la Universidad de Santiago de Compostela, el Auditorio de Galicia, el MARCO de Vigo, la Fundación Luis Seoane, o el Centro Gallego de Arte Contemporánea.
Sus fotografías han sido exhibidas y publicadas en exposiciones, catálogos y revistas de arte y música, tanto en España como en el extranjero, incluyendo instituciones y medios especializados como la revista Sibila, la revista del CGAC, Ricordi, etc.  
En el terreno cinematográfico, ha colaborado en la realización de los documentales Correspondencias sonoras (2013) y Enrique X. Macías. A lira do deserto (2020), obras de Manuel del Río. 
Paco Yáñez es colaborador de El Compositor Habla

Más información en el canal de YouTube de Paco Yáñez




 

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