ISSN 2605-2318

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«Einstein en una playa de otro planeta»


24/11/2022

Una crítica de Ismael G. Cabral para El Compositor Habla



Madrid, 22-11-22. Auditorio Nacional de Música. Philip Glass, Einstein on the beach. Suzanne Vega, narradora. Collegium Vocale Gent. Ictus Ensemble. Tom de Cock, Michael Schmid, directores. Ciclo Fronteras de la temporada 22/23 del CNDM.

Cuando Philip Glass (1937) compuso Einstein on the beach (1976) probablemente fue consciente del hito que había creado, de la fractura que estaba horadando con aquellas primeras e insuperadas piezas repetitivas, en el panorama de la entonces música nueva. Lo hizo además arropado por el director de escena Robert Wilson y la coreógrafa Lucinda Childs. Los mimbres eran suficientes para provocar la sacudida, que llegó y empapó riadas de papel. Luego, como tantas otras obras feroces (por voluntad propia de tensar las mansedumbres auditivas y las estrecheces institucionales) la obra se guardó y quedó una legendaria grabación como incalculable documento sonoro de aquella pieza que pronto alcanzaría el adjetivo de icónica.

Pasaron muchos años hasta que una reposición de aquella producción se retomara y volviera a consolidar el éxito, ahora cimentado y amplificado por el paso del tiempo. La obra ya no era una travesura coyuntural, acariciaba el repertorio, contemporáneo sí, pero repertorio al fin y al cabo. Menos pudimos prever que una gira basada, aproximadamente, en una versión en concierto de una obra de estas hechuras (210 minutos sin pausa en la versión presentada), llegara a tantos auditorios envuelta con el cordón de los acontecimientos.

Tras la cancelación la pasada temporada del concierto que el Philip Glass Ensemble iba a ofrecer en el contexto de la programación del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), la institución decidió redoblar su apuesta y agendar una presentación del Einstein on the beach que, en tour, llevan el Ictus Ensemble, el Collegium Vocale Gent y la cantante Suzanne Vega. El resultado ha sido una noche histórica en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, una celebración de la música de hoy que no se veía con tanta fortaleza, tanta exigencia, desde que en este mismo espacio programara sus conciertos la desaparecida organización musicadhoy.



Hace solo unos días esta misma producción llegaba a la Cité de la musique de París coincidiendo con la interpretación de la ópera Freitag aus Licht, de Karlheinz Stockhausen, en otra de sus salas. Glass y Stockhausen suscitaron colas (sendos sold out) y una oleada de expectación. Se dirá que esto no sucedería así en España. No con la misma efervescencia, no aún. Pero quienes gobiernan el CNDM y, en fin, todas las grandes instituciones culturales, deberían hacer un ejercicio de mayor autoexigencia para poner el énfasis donde corresponde. Si el ciclo Universo Barroco del Centro Nacional está lleno de los mejores grupos especializados planteando óperas y proyectos de rotunda ambición, ¿a qué cifrar la programación de la música actual casi siempre en conciertos de cámara, con pocos instrumentistas, piezas breves, abundancia de estrenos de compositores menores, músicas de circunstancias? ¿Cuándo contará en la agenda de los grandes grupos de la música actual nuestro país? Es hora de recuperar lo no hecho, de programar las grandes piezas de la segunda mitad del siglo XX; esas que hoy, puede que hasta fetichizadas, generan una expectación similar al gusanillo que produce cada mañana al público que penetra en la sala del Museo Reina Sofía en la que se exhibe el Guernica.

La ovación este pasado martes, en Madrid, a los músicos que construyeron este Einstein fue de profunda emoción. También de agradecimiento a una tarea que, en la última media hora, empezó a ejercer su mella, especialmente, en unos cantantes que llegaban prácticamente agotados a las últimas riadas de escalas repetitivas de la secuencia final. Suzanne Vega, trasunto de Annie Hall, marcó sin afectación los textos, sin querer imponerse en sus declamaciones, como una más, alcanzando un instante sinceramente conmovedor por su belleza en la conclusiva Knee 5. En este balcón al infinito hubo pasajes, resueltos por los prodigiosos músicos del Ictus (en los teclados, dos enormes Jean-Luc Fafchamps y Jean-Luc Plouvier), que resultaron aún más asilvestrados que en la gastada versión original, singularmente la Dance 1 (field with spaceship), Night train y Knee play 4. Otros en los que, en cambio, admitimos algunas licencias un punto desmañadas, como ese acercamiento híbrido entre el free jazz y la electrónica progresiva que fue Spaceship. Igor Semenoff fue un Einstein (violín) de vibrante y denso sonido y Michael Schmid y Chryssi Dimitrou, flautistas, deben estar todavía restaurando sus pulmones del meteórico esfuerzo. Divisamos a otro grande, afín al equipo de Wim Mertens, el clarinetista y saxofonista Dirk Descheemaeker. Mucho mejor la iluminación de Nicolas Marc, especialmente cuando subrayaba con hipnótica capacidad el tono profundamente reiterativo de la música, que la escenografía de Germaine Kruip, sencilla y con voluntad de sala de ensayos algo tosca, y el feo vestuario de Anne-Catherine Kunz, que restó trascendentalidad, seguramente ello pretendía.
 



Todo este inmenso bosquejo de lo infinito, de lo lejano y lo inasible que es Einstein on the beach concluye, un tanto paradójicamente, con una conversación arquetípica entre dos enamorados (“Kiss me, John”, she implored. And learning over, he pressed his lips warmly to hers in fervent osculation). De lo metafísico (el propio acto de la creación y los porqués de una concepción como esta) a lo trascendental (el amor encerrado aquí en una pazguata conversación de amantes que, aun así, nos conmueve). Glass saltó al vacío en 1976. Le costó ponerse en pie y hacer otras cosas, que también fueron valiosas, pero menos. Su Einstein en la playa había logrado lo más anhelado (mudamente) por un artista, la posteridad. Aun hoy esta obra nos asombra aunque no sea transportándonos a ninguna orilla; lo hace a otro planeta.
 


 
Ismael G. Cabral. Noviembre 2022
 

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Ismael G. Cabral es periodista musical y musicógrafo. Ha trabajado durante 16 años en la redacción del periódico sevillano El Correo de Andalucía. Actualmente, además de ser funcionario del Ministerio de Cultura del Gobierno de España, es colaborador especializado en música contemporánea en las revistas El Compositor Habla, Ópera Actual y Scherzo.







 

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