ISSN 2605-2318

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«Escuchar Winterreise me conmueve de tal manera que apenas me deja respirar» Antonio López


23/03/2023

Una entrevista de Gema Pajares para El Compositor Habla sobre un Winterreise a partir de la obra de Antonio López. Una inmersión en el universo poético del pintor.



Winterreise (Viaje de invierno) de Franz Schubert se escuchará en tres funciones hoy, mañana y el sábado, que tendrán como escenario una de las galerías de la Cárcel Modelo de Barcelona, cerrada desde 2017. Proyecciones inmensas de fragmentos de las obras de Antonio López acompañarán a este montaje único, que cuenta con la voz del barítono Benjamin Appl, el piano de James Baillieue y la dirección de escena de Bárbara Lluch, admiradora confesa del artista de Tomelloso.
 

 
Vacío. Solo. Deshabitado. Las similitudes entre el inmortal Winterreise (Viaje de invierno) compuesto por Schubert en los años veinte del siglo XIX y la que fuera una de las prisiones más importantes de España se antojan abundantes. El Winterreise llega en primavera a Barcelona. El proyecto venía de largo, pero fue la pandemia, que tanta vida, la de cada cual, ha trastocado, quien se encargó de aparcarlo y pensar en tiempos sin mascarillas para hacerlo realidad. En aquella altura, cuando la idea nació, la Fura dels Baus tenía en su mano la dirección de escena. Se paró la vida, se cayeron los proyectos y le llegó a las manos y la cabeza, dice ella que “como llovido del cielo”, a Bárbara Lluch. Es la encargada de que la música melancólica, imbuida de romanticismo de Schubert suene entre los pasillos, cerca de las celdas que ya están abiertas, se cuele por los barrotes, se palpe en las paredes al tiempo que se proyectan algunas de las obras emblemáticas de Antonio López, o, para ser exactos, fragmentos de las mismas.
 


Gema Pajares: ¿Cómo surge el encargo?

Antonio López: Pues encargándomelo. No podía ser de otra manera. Conocían mi trabajo porque años atrás, en 2018, organizaron una exposición en el Palau de la Música con mi obra. Y me hablaron de la posibilidad de utilizar algunas que yo ya tenía pintadas para este proyecto en la Modelo. No es obra nueva. Eligieron de entre la que yo tenía y han tomado fragmentos de cuadros y, por ejemplo, los han agrandado. La verdad es que he visto el resultado y me satisface. Quizá debería haber ido allí.
 
"Mi obra al lado de la música de Schubert tiene que ser un aroma leve, nada más"







 
Dentro de los muros de la cárcel
 
Para el pintor y escultor, 87 años cumplidos en enero, imaginar antes de que llegue el momento es hacer cábalas:
 
“Estas son aventuras que se realizan, como el arte, que es una aventura. Vamos a ver el resultado. Lo contrario es elucubrar”, dice firme. Ante un gigante como Schubert, López se diluye, parece como si quisiera a toda costa empequeñecerse, enmagrecerse, jibarizarse a conciencia: “Las obras, como esta, que son de tan grande envergadura, se bastan solas para decir. La Pasión según san Mateo de Bach no necesita más que a ella misma y una buena interpretación. Y que se pueda escuchar bien. Pero en nuestra época padecemos de ese mal acumulativo que nos induce a pensar que añadiendo se puede aumentar el atractivo de lo que de por sí ya lo es, y yo pienso que no es así. Tengo un enorme respeto por estas composiciones musicales que son tan inmensas y auténticas. Aquí, el que importa es Schubert”, suelta quien ya se tiene por un mero comparsa, incapaz de adicionar algo más a la partitura con sus pinturas y esculturas. Para el maestro, el compositor expresa a la perfección el sentido romántico, “el latido de la melancolía y la profundidad de los sentimientos. Vivió poco y tampoco pudo tener la producción de un Bach o un Haendel, pero lo que hizo posee un valor incuestionable. A mí, escuchar Winterreise, que ahora he vuelto a oír, me conmueve de tal manera que apenas me deja respirar. Y eso, fíjate, dentro de los muros de la cárcel tiene que ser tremendo”, explica.
 
 
“El otro gran actor, además de Schubert, es la cárcel, ese espacio tan único, que aporta lo que ha sido y lo que es ahora. El dolor y la oscuridad que habrá cobijado a lo largo del tiempo…” Antonio López
 







Y en ese afán de pasar desapercibido, Antonio López, que es Antonio López, no nos engañemos, aunque él no lo quiera reconocer, ha puesto una condición. Ha pedido, nunca exigido:
 
“que lo mío no se evidencie demasiado, que no sea como un golpe importante, sino un aroma que está presente en el ambiente, porque quien manda es Schubert, y eso es innegable. Y mi obra complementa. Yo no quiero que se me note porque respeto una gran obra como la que se va a escuchar y no deseo que distraiga al espectador de lo que es verdaderamente relevante, la música. Y el otro gran actor es la cárcel, ese espacio tan único, que aporta lo que ha sido y lo que es ahora. El dolor y la oscuridad que habrá cobijado a lo largo del tiempo…” y deja la frase en suspenso. Se entiende casi como un lamento. ¿Le han propuesto escenografías para ópera, por ejemplo?. Y Antonio contesta con un “muchas veces” y otras tantas, las mismas que han venido con el ofrecimiento, él ha declinado la oferta: “No tengo tiempo. Hago un montón de cosas y no me queda espacio para más, ¿o es que hay que hacerlo todo? He dicho en bastantes ocasiones que no sin arrepentirme. Ni deseo ni sé valorar ni tampoco pintar unos telones como los de Picasso, por ejemplo, para determinadas obras. Y por eso digo que no”.
 
 
“En el teatro no quiero que me den todo masticado, nunca leo una sinopsis previa. Deseo ir vacía. Espero poder llegar a disfrutar de la música contemporánea sin arrastrar complejos” Bárbara Lluch










El sueño de un prisionero

 
Bárbara Lluch admira con devoción al artista de Tomelloso, le profesa casi veneración. Así que cuando le llovió como el maná el encargo decidió disfrutar de cada segundo. Supo ver esa contraposición, subraya,
 
“entre la luz y el color de Antonio, que tantas veces pinta al aire libre ese realismo tan bello, que es tan distinto de Schubert, unido a un entorno opresivo como es una cárcel. Es el sueño de un prisionero que nos van contando una historia y nosotros vemos las imágenes. Ahí están el amor, encarnado en la mujer de Antonio, Mari, que ya no está, pero no le abandona nunca, el paso del tiempo, el devenir de la vida, con las cabezas de bebés, con esas flores que acaban de brotar… Ese reloj inapelable que se repite y se plasma a través de 24 canciones y en el que la obra de Antonio actúa como una guía. Cuando lo pensé fui capaz de ver las claves brutales que me ofrecía. Y nos hemos mantenido fieles a su deseo: que no se reconozca su obra, pero desobedeciendo un poco”, confiesa con una sonrisa. “Son obras excepcionales que se van a proyectar en una pantalla inmensa de 2 metros x 6 metros, al tiempo que proyectaremos otras imágenes, grabadas por nosotros, para que siempre exista un fondo”, asegura.
 
De Antonio López, como de su abuela (es nieta de otra grande, Nuria Espert) destaca
 
“su sentido del humor, su capacidad de trabajo, su ego absolutamente inexistente, la humildad que destilan, y que es de verdad, no es ni impostada ni una pose. Su trabajo, su familia, tener para comer y donde dormir. Esa es su hoja de ruta. Y no necesitan nada más. Pertenecen a una generación que se quita importancia, que jamás se cuelga una medalla. En ese aspecto los dos se parecen muchísimo. Aunque él vaya corriendo a todas partes, tarda años en dar una pincelada, se toma su tiempo. Vive su tiempo”.
 
 
La soledad de cada uno
 
La pandemia pospuso el estreno de este particular Winterreise, que se las manos de La Fura dels Baus pasó a las de Bárbara Lluch: “Fue como si me cayera del cielo”, asegura ella









 
Gema Pajares: ¿Qué sintió Bárbara Lluch al entrar en la Modelo?

Bárbara Lluch:

“Nunca había estado allí y me impresionó una barbaridad, quizá porque me topé con mi propia soledad, con la cárcel que llevamos cada uno y a la que te tienes que enfrentar”.

Y de entre todas las galerías posibles, eligió la menos renovada, esa en la que el tiempo se ha detenido:
“Ves las paredes, el suelo, las celdas tal cual quedaron. Por no haber, no tenemos ni un enchufe. Es el Liceu el que se ha encargado de la infraestructura”.

Sacar la ópera del teatro de ópera. Llevar la música clásica a otros escenarios:
“Sin visón, en zapatillas, como a cada uno le dé la gana, pero con respeto es como tenemos que disfrutar el arte. Quitemos el terciopelo y el parqué”, cuenta la directora de escena y desvela que para Antonio López el proyecto también resulta un tanto especial porque él estuvo a punto de impartir clases de pintura a los presos. Aunque al final no pudo ser.
 
Y como una cosa conduce a otra, Bárbara, que debutó meses atrás en el Teatro Real con una alabada dirección de escena de La Sonnambula, de Bellini, defiende la música contemporánea, aunque ve en ella un gran problema:

“Su desconocimiento y eso implica un temor a hacia lo que no se conoce. Una obra contemporánea, una ópera, no es una Traviata de Verdi que ya te la conoces, la sigues, la tienes en tu cabeza. El oído hay que educarlo, y no la vista, como dice Barenboim. Ir a un teatro y no saber lo que vas a escuchar ni lo que vas a ver cuesta. Es añadir un plus de presión. Sin embargo, yo lo comparo con una obra abstracta: te plantas delante, la miras y no hace falta entender. O te gusta o no te transmite nada. Es necesario dejarse llevar. A mí me apetece un montón educar mi oído. En España vamos avanzando poco a poco, y sobre todo, creo, en el campo de la mujer”. Lluch confiesa que como más le gusta ir a un teatro es “estando activa, no quiero que me den todo masticado y que me subtitulen las acciones. Nunca leo una sinopsis previa. Deseo ir vacía. Y con las pinturas me sucede lo mismo. Con la música espero poder llegar a disfrutar sin arrastrar complejos”, añade.
 
 “El otro gran actor, además de Schubert, es la cárcel, ese espacio tan único, que aporta lo que ha sido y lo que es ahora. El dolor y la oscuridad que habrá cobijado a lo largo del tiempo…” Antonio López:
 
 




 
 
Ficha:
 
Winterreise, D.911
De Franz Schubert
Cárcel Modelo. Barcelona
Ciclo de lieder compuesto sobre poemas de Wilhelm Müller
23, 24 y 25 de marzo
 
Pintor y escultor: Antonio López
Directora de escena y concepto: Bárbara Lluch
Iluminación: Conchita Pons
Videocreación: Tal Rosner
Barítono: Benjamin Appl
Piano: James Baillieu


La fotografía de Antonio López es de Gonzalo Pérez y ha sido facilitada por Gonzalo Pérez  y Gema Pajares.

La fotografía de Bárbara Lluch es de Javier del Real

Más información en la web del Liceu de Barcelona
 

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