ISSN 2605-2318

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«La música contemporánea se programa muchas veces para cubrir el expediente» Josep Pons


24/05/2023

Una entrevista de Gema Pajares para El Compositor Habla.



Pons, director musical del Liceo desde 2012, dirigirá las seis funciones de la mayúscula Parsifal, más de cinco horas de una de las obras cumbre, tanto desde el punto de vista estético como intelectual, del compositor alemán. La escena la firma Claus Guth y las voces principales son las de Nikolai Schukoff, que lleva diecisiete años interpretando el rol del héroe protagonista y Elena Pankratova como Kundry, junto a René Pape, Matthias Goerne y Evegeni Nikitin, entre otras figuras.


El hablar de Josep Pons es parecido a un río que fluye. Lo hace a su manera y se toma su tiempo. El director de orquesta está a punto de ofrecer en el Gran Teatro del Liceo Parsifal el día 25. Hablar con él de Wagner es escuchar. Aprender. Apenas una pregunta y él se explaya. Explica con detenimiento y cuidado cada palabra que utiliza con mimo. Preguntarle por Parsifal es recibir una lección magistral. Si le añades una segunda cuestión en torno a Wagner, tienes el día hecho.

“Es la culminación de la obra de Wagner. Después de escribirla murió”, dice el maestro y dejó por hacer lo que podrían haber sido dos grandes proyectos únicos, uno basado en la vida de Buda, que llegó a apuntar, y otro en la de Jesucristo.

“Wagner llegó a Parsifal después de la monumental Tetralogía, que es el mundo metido en una ópera. Lo que él hace es inventar una mitología que construye a partir de un cóctel, y de ahí parte de abundante literatura, se inspira en la Edad Media, en el siglo XII y es a partir de él cuando crea su propio universo mitológico. Condensa temas y elementos que hoy son de una actualidad asombrosa, como el poder o la ecología y es después de esta visión cuando escribe Parsifal desde una óptica cristiana y eso es algo que le separó abruptamente de los postulados de Nietszche. Hablar de Wagner es hacerlo de la inmensidad en todos los ámbitos”, explica Pons.

¿No es el arte total?

“Es el arte total, no se trata simplemente de una ópera, sino que es teatro de reflexión al ser capaz de introducir la filosofía dentro de una obra. Es capaz de construir una orquesta ex profeso, de inventar instrumentos, de concebir una obra para un teatro, una obra colosal que le obligó a modificar las dimensiones del foso de la orquesta. Si hubiera llegado a conocer el cine, seguro que lo habría incorporado”, exclama Pons.
Él mismo definía pieza como “un festival escénico-sagrado” al que dio vueltas a lo largo de treinta años. Y que compuso enteramente.

 
“En las obras de Wagner, la función del director de escena no es ocuparse del teatro, pues ya se encuentra en la partitura. Únicamente hay que saberlo ver”







Una única mente

Subraya Pons la figura inmensa y casi hercúlea de Wagner:
“Todo sale de la misma cabeza, de una sola mente. Su modus operandi es el siguiente: primero escribe el libreto. El segundo paso es venderlo. Después, introducir la parte vocal y, por último, la orquesta con todas sus acotaciones. En las grandes obras de este compositor, y Parsifal lo es, ya está el teatro. En sus obras, la función del director de escena no es ocuparse del teatro, pues ya se encuentra en la partitura. Únicamente hay que saberlo ver”, señala Pons.
Y de esa puesta en escena liceísta se ocupa Claus Guth, que sitúa la acción en un hospital para mutilados tras la Gran Guerra. Los hombres, lo que queda de tantos seres humanos que han visto y padecido el horror desfila a través del escenario. Los médicos son los caballeros que custodian el Santo Grial y los enfermeros, sus escuderos. Klingsor es el dueño de un burdel, Gurnemanz deviene en un sacerdote y Amfortas se transforma en el director del sanatorio, donde pocos van a poder sanar.
La Primera Guerra Mundial ha pasado, pero soplan vientos que no presagian nada bueno. Todo lo contrario, quizá por eso Kundry, que ha sido generalmente identificado con la comunidad judía, decide marcharse maleta en mano. El nazismo no tardará demasiado tiempo, por desgracia, en llegar.
 
La reflexión que realiza Wagner llega después de años de trabajo.

“Lo que se escucha en Parsifal ya aparece apuntado en Tristan; sin embargo, está más acentuado en esta última ópera. El tema central es el mismo para todas sus óperas, el mismo mundo con sus partes positivas y negativas”, asegura Josep Pons.
Después desgrana cada uno de los actos, detenidamente, casi nota a nota, el primero con su largo monólogo “y con un lamento que conecta con Monteverdi”. El segundo acto, con la aparición de las chicas flor, el intento de seducción por parte de Kundry, el beso transformador. O ese tercer acto en el que destaca el monólogo de Gurnemanz.
 


La sonrisa de Mona Lisa

¿Y esa monumentalidad la tiene, claro está, la música?

“La partitura es inmensa. Es todo y nada. Como si fuera la sonrisa de Mona Lisa, que lo contiene todo y que es un cóctel de sentimientos. Posee una pulcrísima línea diatónica, y a pesar de su aparente exuberancia, es económica, yo diría que la música más atrevida junto con Tristan, sin la cual no habría sido posible. Su influencia en la música contemporánea es absoluta”, cuenta.

 
“Es necesario encargar obras, darles un mayor valor y destinar más tiempo a este trabajo, todo el que sea necesario para que suene de manera pulcra. Es indispensable”







Y en esta música contemporánea nos centramos ahora, aunque al maestro el cambio de tercio se le antoje quizá un tanto abrupto.

¿La música que se hace hoy se toca lo suficiente?

“Yo sí lo he hecho. Por ejemplo, he estrenado tres óperas contemporáneas y en mi etapa al frente de la OCNE había entre dos y tres encargos al año. En el Liceo también se hace muchísima. Hace muy poco, la obra de Raquel García Tomás, Alexina B. Ahora, otros, no sé si la programan”. Pons no es de dar opiniones a la ligera. Es de matizar, de reflexionar, sopesar, de conocer para poder hablar..

¿El público prefiere reconocer a conocer?

“Claro que sí, pero porque no lo hemos hecho bien, no hemos planteado un debate serio. El público tolera la música que se compone hoy, sí; aunque en ocasiones, se programe porque no hay más remedio y se cubra así el expediente. Y mejor, que se coloque al comienzo del programa porque si alguien llega tarde, se lo pierde y no pasa nada. Y si es cortita, estupendo”, subraya.

¿Se propuso cambiar la tónica general cuando llegó a la Nacional, es decir, que hubiera más música contemporánea?

“Yo me dije: voy a incrementar el porcentaje y a variar la manera de configurar, es decir que hubiera música de nueva creación y otra que siendo de grandes compositores, fuera más desconocida. Y eso es lo que he hecho siempre”.

Y va un paso más allá sobre la manera de interpretarla:

“No hemos pagado con buena moneda. Y lo digo porque no hemos preparado bien estas obras, es necesario dedicarle el tiempo que merecen y tocarlas de manera impecable. No se puede programar por orden alfabético
¿Quién es el responsable de lo que se programa?”
, se pregunta.

Y exime al público de toda responsabilidad

“pues es el menos culpable, lo que desea es pasarlo lo mejor posible. Hay que intentar seducir al público y tratarlo de manera impecable y eso pasa por tocar las obras contemporáneas de la misma manera. Se ha de programar lo que merece la pena, que es responsabilidad de quien ha de hacerlo. Y en este sentido ha habido una dejación. Tenemos que quitarnos la máscara y preguntarnos el motivo de esa desconexión, analizar y conocer para poder hacer”.
 
Josep Pons, repetimos, es hombre de análisis. Absolutamente contrario “a los debates frívolos”, repite. Y por eso propone esa revisión y ese estudio de los motivos, pero realizado de manera profunda y el que los implicados, todos los implicados, estén representados y tengan voz:

“Es necesario encargar obras, darles un mayor valor y destinar más tiempo a este trabajo, todo el que sea necesario para que suene de manera pulcra. Es indispensable. Y en este sentido, tenemos que pagar con buena moneda. Plantear un debate serio en el que estén presentes compositores, músicos, programadores, público para que diserten sobre ese distanciamiento. Cuando la música contemporánea se hace bien, conecta con el espectador”.

 
“En su obra Guinjoan era absolutamente exquisito, preciosista, francés, elitista y enormemente exigente”






La obra exquisita de Guinjoan

Hasta 2026 el director estará al frente de la Orquesta del Liceo.

“Van a ser catorce años desde que llegué en 2012 y he podido hacer el trabajo que deseaba. Es una de las formaciones punteras. Y la primera, en calidad y en ilusión. Y deseo que cuando me marche esté a la cabeza. Es necesario cuidar la salud de las orquestas, yo he visto a muchas enfermas”, lamenta.

¿La solución?

“Entonar el mea culpa de lo que no hemos hecho bien y dejar de culpabilizar al público. Conseguir que se sientan implicados en el proyecto. Es necesario cuidar la salud de un colectivo que se dedica al arte en un mundo en que, cada vez más, las cosas son duales, o blancas o negras, y la paleta de matices es inmensa. Solo nos queda el arte para la imaginación y es necesario que lo preservemos. Cuando llegué al Liceo tenía planteado un esquema de lo que quería hacer, lo mismo que al llegar a Granada, con la OCG, o con la OCNE en Madrid. Y ahora veo que no me he desviado del viaje. El recorrido puede ser más o menos largo, pero he seguido la dirección que me había trazado”, comenta.
 
Es patrono de la Fundación Joan Guinjoan, un grandísimo compositor del que ha estrenado varias obras, entre ellas, la última que compuso, Hágase la luz, que le dedicó.

“La obra es totalmente sensacional y él es un compositorazo como una catedral que, sin duda, merecería ser tocado más”, dice.

Y le recuerda como “un hombre muy cercano, tremendamente simpático, que provenía del mundo rural y se esforzaba por ser un payés, pero en su obra era absolutamente exquisito, preciosista, francés, elitista y enormemente exigente. Con su última pieza me decía. “El final no está bien, Josep. Falta algo”. Y yo le decía que no, que estaba estupendo. Hasta que un día llegó y me dijo lleno de satisfacción que ya lo tenía. Y lo rehizo. Era un artista inquieto al que, si algo le crujía, no se conformaba. No existe en su catálogo una obra menor”.

¿Y con cuál o cuáles se quedaría?

“Me gusta mucho su música vocal. Los coros de la ópera Gaudí, por ejemplo, son una maravilla”.
 
 


 
 
 
Parsifal 
Festival sagrado en tres actos Libreto y música de Richard Wagner
Estreno absoluto: 26/7/1882 en el Festspielhaus de Bayreuth Estreno en Barcelona: 31/12/1913, en el Gran Teatre del Liceu Última representación en el Liceu: 12/3/2011
Total de representaciones en el Liceu: 108
 
Dirección de escena: Claus Guth
Dirección musical: Josep Pons
 
Parsifal: Nikolas Schcukov
Kundry: Elena Pankratova
Gurnemanz: René Pape
Amfortas: Mathias Goerne
Klingsor: Evgeni Nikitin

Titurel: Pasta Burchuladze
Primera Muchacha Flor: Isabel Gaudí Segunda Muchacha Flor: Núria Vilà Tercera Muchacha Flor: Mercedes Gancedo Cuarta Muchacha Flor: Sonia de Munck Quinta Muchacha Flor: Tànit Bono
Sexta Muchacha Flor: Marifé Nogales Primer Caballero: Josep Fadó Segundo Caballero: Felipe Bou Primer Escudero: Cristina Toledo
Segundo escudero/una voz: Clare Presland
Tercer escudero: Facundo Muñoz Cuarto escudero: Marc Sala Bailarín: Joaquín Fernández
 
Cor Infantil Amics de la Unió (Director: Josep Vila Jover) Coro del Gran Teatre del Liceu (Director: Pablo Assante)



La foto es de Igor Cortadellas cortesía del Maestro Pons

Josep Pons
 

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