ISSN 2605-2318

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«Salvatore Sciarrino: las nuevas vidas de la tradición en el presente»


24/01/2024

Una crítica de Paco Yáñez para El Compositor Habla



SALVATORE SCIARRINO: Paesaggi con macerie; Le voci sottovetro; Esplorazione del bianco II; Gesualdo senza parole. Monica Bacelli, mezzosoprano. Icarus vs Muzak. Marco Angius, director. Marco Pedrazzini, productor. Simone Copellini y Arunas Zujus, ingenieros de sonido. Un CD DDD de 51:06 minutos de duración grabado en la iglesia de Santa Catalina de Vilna (Lituania) y en el Spazio Icarus de Reggio Emilia (Italia), los días 13 de noviembre de 2020 y 3 de noviembre de 2022. Kairos 0022022KAI.
 
Seguimos en El Compositor Habla, a lo largo de este primer mes del año, recorriendo las novedades discográficas del sello Kairos para, con ellas, reflexionar sobre el paso del tiempo y el peso de la historia en la música contemporánea, algo tan pertinente cuando toca retirar un calendario y abrir el que aún tendremos que escribir a lo largo de los próximos meses, con tantas páginas en blanco.
 
Si el pasado 11 de enero nos adentrábamos en las promesas de un tiempo circular que la música para piano(s) de George Crumb nos dejaba en manos de Yoshiko Shimizu, con su atenta mirada al Lejano Oriente, nos quedamos hoy con la música de otro compositor cuyo catálogo es historia pura, tanto por lo mucho que su creador ha reflexionado sobre ésta como por el modo en el que la intertextualidad resulta una constante en sus partituras, creando espejeos y diálogos entre unos siglos cuyo paso no deja de conjurarse en cada nuevo disco que de Salvatore Sciarrino (Palermo, 1947) escuchamos, creando una suerte de suspensión intemporal de lo musical. 
 
Esta fuerte presencia del pasado ha sido recurrente en el ya amplio catálogo fonográfico que de Salvatore Sciarrino ha ido conformando Kairos, con sus once monográficos dedicados al compositor siciliano desde el año 1999. Precisamente, en aquel primer lanzamiento dialogaba Sciarrino con uno de los compositores del Renacimiento italiano por él más queridos, Carlo Gesualdo, figura sanguinaria, en lo personal, y visionaria, en lo musical, cuyo legado no se ha cansado de reivindicar Sciarrino en obras como Le voci sottovetro (1999), partitura que reaparece en el nuevo disco que hoy presentamos.
 
Con respecto a aquel primer compacto en Kairos, cambian no sólo los músicos que interpretan Le voci sottovetro, sino la forma de disponer la partitura, pues en 1999 el ensemble recherche la intercalaba con recitados de poemas de Torquato Tasso a cargo de Carlo Sini, mientras que ahora el conjunto trasalpino Icarus vs Muzak, con Marco Angius como director, interpreta sus cuatro partes de forma consecutiva. Ello refuerza la unidad del ciclo y su diálogo con la historia, la presencia sublimada de las partituras de Gesualdo que Sciarrino cita y transforma: desde un trino cromático a una línea melódica en la voz de la mezzosoprano. Gagliarda del Principe di Venosa; Tu m'uccidi, o crudele; Canzon francese del Principe; y Moro, Lasso, al mio duolo son las cuatro piezas de Gesualdo aquí rescatadas y sometidas a una suerte de reapariciones que van de las transformaciones tímbricas, permutando los instrumentos originales, a fantasmagorías históricas que comportan tanto sombras (las del propio tiempo y rastros del pasado) como brillos líricos, pues Sciarrino comparte, aquí, una mirada luminosa y benevolente que poco tiene que ver con sus partituras gesualdianas más trágicas y sombrías, como la perturbadora Luci mie traditrici (1996-98).
 
La interpretación de Le voci sottovetro presenta perfiles propios que cambian en función de cada una de las cuatro partes del ciclo y sus muy distintos planteamientos instrumentales, por lo que las versiones tanto del ensemble recherche como de Icarus vs Muzak resultan perfectamente complementarias, con un punto más metálico y acerado, en el recherche (especialmente, en el primer movimiento), mientras que en las partes con voz Icarus vs Muzak y la mezzosoprano Monica Bacello me han convencido más, por su delicadeza y lirismo, así como por su mayor firmeza en los relieves, donde el recherche hunde más los acentos, como si éstos flotasen la noche de los tiempos. En todo caso, es siempre interesante poner en contrapunto la más meridional lectura de Icarus vs Muzak, sensual y plenamente mediterránea, con la de un recherche que comparte esa fascinación que, como sucede con otros compositores contemporáneos italianos (véanse los casos de Nono y Billone), parecen seguir heredando los ensembles alemanes década tras década.
 
Aunque, por los vínculos que establece entre el alfa y el omega del actual catálogo sciarriniano en Kairos, hayamos comenzado esta reseña adentrándonos en Le voci sottovetro, la obra que en realidad abre el (hasta ahora) último disco del siciliano en el sello austriaco es Paesaggi con macerie (2022), una nueva reflexión sobre la historia por medio de una selección de las Mazurkas (1825-49) de Frédéric Chopin, un compositor que es tomado por Salvatore Sciarrino en sus dimensiones sociales y políticas aplicadas a la música, debido a la unión que en sus piezas para piano se lleva a cabo de reivindicación del acervo nacional y popular junto con un llamamiento a la hermandad de todos los seres humanos.
 
Es, ésta, una perspectiva que reclama Sciarrino en un momento, el siglo XXI, que define como confuso a todos los niveles, con su mezcla de idolatría tecnológica, supremacismo racial, adoctrinamiento político, discriminación económica, superstición religiosa y progresiva pérdida de la visión utópica de una civilización global a la que cada uno de nosotros debería de aportar su grano de arena con el máximo desarrollo posible de sus cualidades éticas y humanas. Ante tal situación, en Paesaggi con macerie evoca Sciarrino las antiguas pinturas de ruinas, con sus rescoldos «en un paisaje pastoral de extrema pobreza». Dichos paisajes se convierten en partituras por medio de la diseminación, a modo de paralelas ruinas musicales, de las Mazurkas chopinianas, quebradas continuamente por Sciarrino de una forma que, en ocasiones, nos recordará a las fantasmagorías melódicas tan habituales en el último Stefano Scodanibbio: aquél rotundamente metamusical que reflexionaba tanto sobre las partituras de Bach y Monteverdi como sobre los cancioneros españoles y mexicanos.
 
Si en Scodanibbio primaba un lirismo luminoso y reconfortante, la visión de estas ruinas en Sciarrino es, ya entrados en la tercera década del tercer milenio (máxime, en la actual Italia gobernada por la extrema derecha), mucho más sombría y pesimista: continuamente quebrada, sin un asomo de unidad en el discurso, saboteado éste por interrupciones constantes que, en lo político y en lo social, nos sugieren un paralelismo con la actual invasión de mensajes impostados desde lo virtual que rompen cualquier unidad tanto de las culturas populares tradicionales más vinculadas a los estados-nación como a la antes referida utopía de una hermandad internacional. La lectura de Marco Angius al frente Icarus vs Muzak redunda en todo ello, de forma tan lúcida como desasosegante, convirtiendo las sucesivas mazurkas en mecanismos desestructurados, en cuadros rotos, en un mundo cuyo lirismo se nos escapa de las manos tras haber, fugazmente, intuido sus melodías: puros regueros de intervalos sin continuidad. ¿Pesimismo en estado puro? No tanto, pues el hecho de componer una obra como ésta, de reflexionar y aportar sus oscuros destellos de belleza, ya supone mostrar al mundo otras formas de enfocar la existencia y de recordarnos cuáles eran otrora (y pueden seguir siendo) nuestros sueños y metas.
 
Ahora bien, no creo que Paesaggi con macerie se encuentre, ni mucho menos, entre lo mejor de un Salvatore Sciarrino cuya música de finales del siglo XX me sigue pareciendo, en global, la más lograda de su catálogo. Es por ello que en este nuevo disco de Kairos destaca con personalidad propia Esplorazione del bianco II (1986), una partitura que podemos emparentar con algunas de las mejores piezas sciarrinianas para ensemble de los años ochenta, como Introduzione all’oscuro (1981), Autoritratto nella notte (1982) o Lo spazio inverso (1985).
 
Esplorazione del bianco II es una obra especialmente adecuada para este momento al que nos referíamos en el inicio de esta reseña: el de comenzar un año y enfrentarse a un calendario, agenda o diario en blanco. Ese blanco que es el silencio en la música presenta, aquí, reminiscencias del Sciarrino post-noniano, con una fuerte gestualidad de los instrumentos de viento-madera dentro del cuarteto que conforman flauta, guitarra, clarinete bajo y violín. Entre ellos se alterna tal escritura musical, como regueros de timbres y texturas, con sus paralelas sombras acústicas, trabajando el cuarteto en pares que nos harán re-conocer esa página en blanco: las posibilidades de un silencio progresivamente habitado que nunca es, en el fondo, un espacio vacío, por más que inmaculadas refuljan sus superficies.
 
Es este blanco, asimismo, un espacio que Sciarrino dice que podría producir nuestra ceguera, si bien una ceguera sutil y repleta de deslumbramientos por esa miríada de pequeñas señales que el ensemble Icarus vs Muzak disemina en los espacios albares. Rugosidades cuasi guturales en el clarinete bajo, resplandores tan típicos de la flauta sciarriniana y respiraciones entrecortadas en las cuerdas, nos hablan, igualmente, de la fisiología de quien escribe sobre dicha página en blanco, por lo que, como en tantas partituras del compositor palermitano, el cuarteto se acaba convirtiendo en un organismo que aglutina y trasciende a los de cada músico por separado. Gran lectura, la aquí escuchada, tan sutil como bien definida en sus centelleantes ataques, con una mención muy especial para Giovanni Mareggini en la flauta.
 
Cerramos este viaje por la historia regresando al Renacimiento, que poderosamente se infiltra en Gesualdo senza parole (2013) con nuevas referencias al príncipe de Venosa. Abandonamos, por tanto, al Sciarrino más gestual y acerado que habíamos escuchado en Esplorazione del bianco II, y regresamos al ambiente de Le voci sottovetro, con la breve excepción del cuarto movimiento de Gesualdo senza parole (sobre el que reverbera el sexto libro de madrigales del compositor renacentista), pues, en éste, el más textural y rugoso Sciarrino de los años ochenta se asomará en sus primeros compases.
 
Compuesta con motivo de los cuatrocientos años de la muerte de Carlo Gesualdo, en los cuatro movimientos de Gesualdo senza parole Salvatore Sciarrino lleva a cabo un nuevo ejercicio de metacomposición que dice análogo a los realizados por Franz Liszt en sus piezas para piano: una suerte de apropiación del pasado para que éste siga vivo y no se convierta en una pieza de museo cosificada e intocable. De este modo, Sciarrino se introduce de lleno en el debate de qué hacer con la tradición, poniéndose del lado de los que, como Bach, Mozart, Beethoven o Ravel —afirma el compositor siciliano—, le han servido de modelo para trabajar con la música del pasado: ya sea de lo tenido como más mundano o de lo considerado más elevado.
 
Así pues, los libros de madrigales tercero, cuarto y sexto son los que van a proveer las líneas melódicas que, de nuevo, Sciarrino hace emerger desde el pasado, someterse a transformaciones tímbricas y volverse a disolver en la historia, fertilizando (quizás, uno de los mensajes más importantes de Gesualdo senza parole y de todo este disco) el presente, para que dicha tradición no deje de renacer, como afirmaba Gustav Mahler en el final de Das Lied von der Erde (1908-09), cada primavera.
 
Precisamente, con cierto aire desenfadado y primaveral termina este disco, con el que podríamos decir epílogo de este Gesualdo desapalabrado en el que escuchamos un «insolente concertino» —así Sciarrino lo define— para marimba y seis instrumentos. Tras haberse articulado la música de las cuatro partes de Gesualdo senza parole, fundamentalmente, desde el texto y el pulso de los madrigales renacentistas, aquí Sciarrino se permite un cierre festivo que está marcado por las experiencias vividas por el compositor italiano en Weimar, con su encuentro, en la distancia, con Liszt y Wagner a través de la ópera sciarriniana Lohengrin (1982-84), momento en el que esos vasos comunicantes intertextuales cobraron forma y hasta título, pues el de Gesualdo senza parole —nos dice Sciarrino en sus notas para este compacto— fue sugerido por ese sabio que es Jürg Stenzl.
 
Como en las otras tres piezas de este compacto, la interpretación de Gesualdo senza parole a cargo de Icarus vs Muzak me ha parecido muy satisfactoria, mostrando el dominio del lenguaje sciarriniano que, sin duda, les habrá comunicado a sus jóvenes músicos quien aquí es su director, Marco Angius, uno de los mayores especialistas del momento en la música del palermitano. Ello se traduce en una gran delicadeza, en unos instrumentos que remedan las líneas vocales, pareciendo cantar, así como en ese aspecto central en toda interpretación sciarriniana que se precie como lo es el correcto balance entre el eco de la tradición y la inquebrantable voluntad del compositor por actualizarla con técnicas extendidas y una tensión cromática que tiende una línea directa con el propio Gesualdo y otros de sus coetáneos igualmente fundamentales para el desarrollo en Italia de dicho cromatismo en la polifonía renacentista, como Luca Marenzio o Girolamo Frescobaldi.
 
Se refuerza nuestra percepción del estupendo trabajo de Monica Bacelli, Icarus vs Muzak y Marco Angius por medio de unas soberbias grabaciones efectuadas en Italia y Lituania, así como la comprensión de las intenciones del compositor con un libreto en el que se incluyen textos del propio Salvatore Sciarrino para cada una de sus cuatro obras aquí recogidas, además de fotografías y biografías de los intérpretes. Frente a la visión del tiempo y de la historia, más transcultural y cosmopolita, que nos comunicaba la música de George Crumb en su último disco en Kairos, la de Salvatore Sciarrino se presenta aquí más concentrada en el pasado de su propio Estado, en esa inagotable alfaguara de riqueza artística y musical que es Italia: todo un lujo, para los trasalpinos; pero, al mismo tiempo, todo un reto y una enorme responsabilidad, pues seguir ampliando con altura de miras los grandes logros de la cultura italiana es, como aquí se propone Salvatore Sciarrino, un logro al alcance de muy pocos. Sin duda, el compositor siciliano está entre quienes lo han conseguido, mostrándonos en este compacto cuatro interesantes formas de darle nuevas vidas a la tradición.
 



© Paco Yáñez, enero de 2024
 
Más información en la página web del sello KAIROS
 

 

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