ISSN 2605-2318

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«El diálogo de Robert Gerhard con la música popular, en el nacimiento del sello discográfico de L’Auditori»


08/02/2024

Una crítica de Paco Yáñez para El Compositor Habla



 
ROBERT GERHARD: Cancionero de Pedrell; Sis cançons populars catalanes. Núria Rial, soprano. Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya. Francesc Prat, director. Álbum grabado en la Sala 1 Pau Casals de L’Auditori de Barcelona, los días 7 y 8 de enero de 2021. L’Auditori LA-OBC-001.
 


Como una de las instituciones musicales más importantes que es de Cataluña, L’Auditori de Barcelona se ha caracterizado, desde su inauguración en marzo de 1999, por potenciar la cultura y la labor de los compositores catalanes, ofreciendo a su público numerosos estrenos por medio de los cuales se ha establecido un diálogo continuado entre lo local y lo internacional, así como entre la tradición y la renovación.
 
Con la voluntad de avanzar un paso más en la proyección ya no sólo de dichos compositores, sino de sus agrupaciones residentes, con la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) a la cabeza, L’Auditori ha lanzado su propio sello discográfico, cuya actividad comenzó a finales de 2023 con sendas ediciones dedicadas a Robert Gerhard y a Miquel Oliu; ambos álbumes, compartiendo la presencia de la OBC, bajo la dirección, respectivamente, de Francesc Prat y Benjamin Shwartz. Asimismo, la inclusión de In luce praesenti (2020), obra del compositor barcelonés Miquel Oliu, refrenda esta apuesta por la creación actual, pues se trata de una partitura fruto de un encargo del propio Auditori, donde fue estrenada por la OBC con Juanjo Mena sobre el podio.
 
El nuevo proyecto discográfico de L’Auditori mantendrá, ya desde sus primeros lanzamientos, ese firme compromiso con la composición de nuestro tiempo y, así, entre los álbumes que configuran el debut de dicho sello se encuentran obras de compositores y compositoras en activo como Bernat Vivancos, Cassandra Miller, Raquel García Tomás o Núria Giménez-Comas. A estas series dedicadas a la composición catalana y a las mujeres compositoras, se sumará, como parte del diálogo con la gran tradición europea que tan presente está en los programas de L’Auditori, la integral de las obras orquestales de Maurice Ravel: un ambicioso proyecto que constará de seis discos compactos a publicar entre enero de 2024 y diciembre de 2026, contando como protagonistas con la OBC y su director titular desde el año 2022, el lionés Ludovic Morlot.
 
Además de dicho lanzamiento en formato físico para la integral de Maurice Ravel, L'Auditori pretende internacionalizar el trabajo de los compositores catalanes por medio de la accesibilidad que hoy en día posibilita, desde cualquier parte del mundo, la publicación de sus álbumes en plataformas musicales online, entre las que se encuentran algunas de las cuentan con un mayor número de suscriptores y difusión, como Apple Music, Tidal, Spotify, YouTube, Google Play, Amazon Music, etc.
 
Nos quedamos hoy, por tanto, con uno de los lanzamientos fundacionales del sello discográfico de L’Auditori: el dedicado a quien es uno de los nombres más importantes de la composición catalana y española de todos los tiempos, el tarraconense Robert Gerhard (Valls, 1896 - Cambridge, 1971).
 
Las dos partituras recogidas en este álbum digital inciden en los vínculos de Robert Gerhard con la tradición catalana, incluyéndose sendas partituras compuestas antes y durante su exilio motivado por el triunfo en la Guerra Civil de la España nacionalcatolicista con la que el republicano Gerhard tan poco tenía que ver. Se trata de las Sis cançons populars catalanes (1928-31) y del Cancionero de Pedrell (1941), dos obras altamente influencias por Felip Pedrell, musicólogo y compositor igualmente tarraconense al que el Cancionero homenajea con su título: vínculo a través del cual, en una línea análoga al Bartók coetáneo, la composición catalana sintetizaba las vanguardias internacionales con el rescate y la reinterpretación de su acervo: parte de esa voluntad del republicanismo de prestigiar el folclore y poner en valor la cultura popular.
 
Las Sis cançons populars catalanes son un paradigmático ejemplo de ello, así como del trabajo, tan habitual en Robert Gerhard, de desarrollo evolutivo de sus propias partituras, ya fuese a través de orquestaciones de páginas originalmente camerísticas, ya con la reutilización de temas, melodías y motivos en obras sucesivas, a modo de citas; muchas de ellas (debido al exilio), con un fuerte componente nostálgico, para así evocar la tierra perdida, pues, aunque de padre suizo y madre francesa, el enraizamiento de Gerhard en Cataluña —como señalan las notas al primer álbum digital de L'Auditori, firmadas por Julian White— fue total.
 
De este modo, las Sis cançons populars catalanes suponen una orquestación de seis de las originales Catorze cançons populars catalanes, partitura para soprano y piano estrenada en Barcelona el 22 de diciembre de 1929, contando dicho estreno parcial (pues sólo se escucharon entonces ocho de las catorce canciones) con cinco de las finalmente orquestadas. Sería en 1 de noviembre de 1931 cuando se estrenaron las Sis cançons populars catalanes en la versión que hoy nos visita en el primer lanzamiento de L’Auditori; estreno bajo la dirección del propio Robert Gerhard que dio comienzo a una serie de éxitos cuya culminación tendría lugar apenas medio año después, cuando el 16 de junio de 1932 tenga lugar su primera interpretación fuera de España, en la Konzerthaus de Viena y bajo la dirección de Anton Webern, cosechando entusiastas críticas y ganando para Gerhard un prestigio aún mayor que le permitió no sólo estrechar sus lazos con el entorno del que fue su gran maestro tras Felip Pedrell, Arnold Schönberg, sino traer a algunos de los miembros de la Segunda Escuela de Viena a Barcelona, incluyéndose en dicho intercambio entre la música catalana y la más avanzada composición europea de su tiempo el ya mítico estreno del Violinkonzert “Zum Andenken eines Engels” (1935) de Alban Berg en el Palau de la Música Catalana.
 
Como nos indica Julian White, las sucesivas versiones en formato camerístico u orquestal de estas Cançons populars nos ofrecen «una introducción fascinante a las variadas riquezas de la canción popular tradicional catalana que, insistió con un exagerado orgullo catalán, “son totalmente diferentes de la música popular tradicional de Castilla o Andalucía”. La íntima relación interválica entre las melodías de las canciones populares y los acompañamientos de Gerhard, en ocasiones complejos y disonantes, refleja sin duda la gran admiración del compositor por la música de Béla Bartók», como anteriormente señalamos, ya no sólo en lo referido a estas canciones, sino en el conjunto de la obra de Gerhard previa a su exilio a Francia e Inglaterra (unión de tradición y modernidad que recorría Europa en aquel momento, desde las piezas de Falla a las de Stravinski, pasando por las de Ravel).
 
En correspondencia con los textos en los que se basan estas Sis cançons, con su profusión de motivos populares y su oscilación entre la visión de la naturaleza, el amor y la muerte, Robert Gerhard compone una música que pasa de las evocaciones de las danzas tradicionales catalanas a un refinado lirismo o a las disonancias que hacen patente el terror, como las que escuchamos en una partitura de ecos schubertianos como La mort i la donzella. Mientras, canciones como El petit vailet introducen reminiscencias de la sardana (danza también audible en Els ballaires dins un sac), así como aceran la métrica para mostrar el vigor en dicho baile de la única figura masculina presente en esta danza femenina.
 
Son tan sólo dos apuntes de cómo Robert Gerhard reinterpreta la tradición folclórica catalana, así como de lo que serán primeros pasos en la antes citada reutilización de sus materiales compositivos en sucesivas partituras, pues las melodías y el personal cromatismo que se escuchan en El cotiló serán incorporados a piezas compuestas posteriormente, bien en Cataluña, como Albada, Interludi i Dansa (1937), bien en el exilio (reforzando la antes citada capacidad de evocación y visión en la distancia de la patria perdida), como sucede en Pedrelliana (1941-54) o, muy especialmente, en la soberbia Sinfonía Nº4 “New York” (1967), una de las obras orquestales más importantes escritas por un compositor español en el siglo XX.
 
Por lo que a la interpretación se refiere, de estas Sis cançons populars catalanes contábamos con una versión discográfica igualmente a cargo de la Orquesta Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya: la registrada en octubre de 1996 con Anna Cors como soprano y la dirección de Edmon Colomer para el sello francés Montaigne (MO 782106). Era, aquélla, una versión algo lastrada por una toma de sonido oscura y falta de transparencia, cuestión que la grabación de L'Auditori ha mejorado sustancialmente, disfrutándose ahora mucho más todos los detalles de la partitura, así como los numerosos ecos populares diseminados en ella por Gerhard. Es ésta una cuestión no menor en la dirección de Francesc Prat en esta nueva grabación, pues incide especialmente en la sensualidad y en el lirismo de estas canciones, así como en su frescura, a la par que en una ejecución técnica que mejora lo ofrecido por propia OBC un cuarto de siglo antes. Frente a un Gerhard que Edmon Colomer enfocaba desde una mirada más crepuscular, Prat pone el acento en la vitalidad que desbordaba la música del compositor tarraconense en los años veinte del pasado siglo, convirtiendo a la OBC en un festín cromático.
 
Es ésta una concepción que comparte la manresana Núria Rial, soprano de voz luminosa y exquisita dicción, que se escucha de forma primorosa sobre una OBC a la que Francesc Prat pone en todo momento en diálogo con Rial, arropando y destacando su canto. Si con una de estas Sis cançons me tuviese que quedar en esta versión que hoy comentamos, sería con La mort i la donzella, por el hermoso contraste que desde su inicio se establece entre la tenebrosa armonía del piano y la ternura del canto de Núria Rial en su intento de escapar de los negros presagios que piano y maderas establecen, cual paisaje espectral entre las (aquí) vagas reminiscencias populares, en una canción de carácter más trágico y abstracto.
 
Los aproximadamente diez años que separan las Sis cançons populars catalanes del Cancionero de Pedrell fueron de profundos y dramáticos cambios no sólo en la vida de un Robert Gerhard que cuando compone este segundo ciclo de canciones está ya en su exilio británico, sino en la situación de la propia España, con la República finalmente derrotada. Es por ello que el Cancionero de Pedrell adquiere una doble carga elegiaca: de un lado, por el folclore de esta España derrotada ante la visión uniformadora del franquismo triunfante en la guerra; del otro, por los cien años de vida que en 1941 hubiese cumplido quien a Robert Gerhard abrió los ojos a la intemporal modernidad de dicho acervo popular: Felip Pedrell. Por dicho motivo, el Cancionero se convertía, para el propio Gerhard, en un «ramo de flores silvestres para la tumba de Pedrell».
 
Ocho son las flores que, en forma de canciones, configuran dicho ramo, todas ellas extraídas del Cancionero musical popular español (1921) de Felip Pedrell, en lo que Julian White dice el reflejo de una «identidad nacionalista pan-española» reforzada en el exilio de Gerhard, y para la cual el propio Cancionero de su maestro era una base firme, por incluir temas tradicionales de muy diversas zonas de España, decantándose Robert Gerhard para su Cancionero de Pedrell por un arco que recorre el país desde el noroeste hasta el levante insular, con dos canciones gallegas, dos asturianas, dos catalanas, una valenciana y una balear.
 
De nuevo según Julian White, estamos ante un ciclo que mantiene el trabajo armónico original recogido por Pedrell de los respectivos acervos tradicionales de España, añadiendo Gerhard un imaginativo trabajo tímbrico con los instrumentos de la orquesta moderna para con ellos remedar la sonoridad de los instrumentos populares de cada una de las regiones antes mencionadas; entre ellos, la zambomba (que escuchamos en la canción mallorquina Sa ximbomba) o la dulzaina (presente en la valenciana Corrandes).
 
En el caso del Cancionero de Pedrell en su edición orquestal, disponíamos de dos versiones discográficas complementarias: la primera, grabada en diciembre de 1993 por el tenor Josep Benet, la Orquestra de Cambra Teatre Lliure y Josep Pons (Harmonia Mundi HMC 901500); la segunda, registrada en octubre de 1996 por el barítono Francesc Garrigosa junto con la propia Orquesta Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya y Edmon Colomer en la dirección (Montaigne MO 782106).
 
La nueva grabación de L’Auditori es, por tanto, la primera que incorpora voz femenina en la versión orquestal de la partitura, pues existe una edición discográfica del sello Etcetera (KTC 1060) en la que Benita Valente y Tan Crone registraron la versión para soprano y piano. En conjunto, el álbum que hoy presentamos se acerca más al concepto de Edmon Colomer y la OBC, frente a un Josep Pons cuya interpretación resultaba más camerística e incisiva. En tempo, cada canción presenta un planteamiento propio y diferenciado, sin que ninguno de los tres ciclos resulte más rápido o más lento en todas sus partes, de forma que, en global, la duración del ciclo es prácticamente la misma en la dirección de Francesc Prat (18:17 minutos) que en la de Edmon Colomer (18:32 minutos), por los 17:42 minutos que empleaba Josep Pons en la versión fonográfica más rápida, directa y articulada del Cancionero de Pedrell.
 
La de Núria Rial y Francesc Prat apuesta por el carácter luminoso y sensible que ambos ya mostraban en su grabación de las Sis cançons populars catalanes, sumándole ahora los guiños correspondientes a los acervos musicales que destaca Gerhard en cada canción. La voz de Rial resulta más lírica que las de Josep Benet y Francesc Garrigosa, así como especialmente empastada con las maderas y sus armónicos, con ecos de cierto impresionismo sugerente y suspendido que se filtran a través de Falla, pero sin perder en ningún momento empuje y vivacidad. El Alalá es un perfecto ejemplo de ello, algo pesado y nocturnal en las versiones de Pons y Colomer, mientras que en la lectura de Núria Rial y Francesc Prat se dota de mayor colorido e ímpetu a una canción que, con una soberbia Corrandes, redondea una versión de referencia, atenta al pálpito folclórico, sin forzar la modernidad de una partitura que aquí respira color, evocación y, de nuevo, una espontánea frescura en correspondencia con el origen de estas ocho canciones.
 
Por lo que a las grabaciones se refiere, éstas fueron realizadas los días 7 y 8 de enero de 2021 en la Sala 1 Pau Casals de L’Auditori de Barcelona, con una calidad de sonido excelente, tanto en lo que a la presencia vocal se refiere como en balance de soprano y orquesta. El álbum, al que pueden acceder desde esta misma reseña, incluye las varias veces citadas notas a cargo de Julian White (disponibles en catalán, castellano e inglés), así como un apunte biográfico de Robert Gerhard y los datos artísticos y técnicos de este lanzamiento fundacional del sello discográfico de L’Auditori: toda una piedra angular sobre la que construir, en diálogo con la tradición popular, las corrientes de vanguardia que, a través de Robert Gerhard, conectaron a Cataluña con Europa y cimentaron (especialmente, desde la recuperación de su música tras la dictadura) la modernidad que hoy escuchamos en algunos de los jóvenes compositores catalanes que visitarán El Compositor Habla en próximas entregas discográficas del sello de L’Auditori.




 
© Paco Yáñez, febrero de 2024


Las fotos son de May Zircus y han sido facilitadas por el Auditori

Más información en la web de L´Auditori
 

 

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