ISSN 2605-2318

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«Franco Cesarini hace de Chicago un vívido paisaje musical»


21/03/2024

Una crítica de Paco Yáñez para El Compositor Habla



FRANCO CESARINI: Symphony No. 3 «Urban Landscapes», Op. 55. Banda Municipal de Barcelona. José R. Pascual-Vilaplana, director. Un álbum grabado en la Sala 1 Pau Casals de L’Auditori de Barcelona, del 12 al 16 de julio de 2021. L’Auditori Digital.
 

Como parte integrante de un arco Mediterráneo en el que las bandas sinfónicas se convierten en uno de los graneros musicales más fructíferos de nuestro Estado, Cataluña cuenta con una larga tradición en dicho género musical, siendo la formación que corona su prolijo entramado de pequeñas y medianas bandas locales la Banda Municipal de Barcelona (BMB), una de las instituciones musicales más importantes de Cataluña desde su fundación en el año 1886, habiendo contado entre sus directores visitantes con el mismísimo Richard Strauss.
 
Desde el año 2007, la Banda Municipal de Barcelona pasó a integrarse como formación residente en L’Auditori de Barcelona, siendo once años más tarde, en 2018, cuando comienza su titularidad al frente de la BMB el alicantino José R. Pascual-Vilaplana, director al que escuchamos en este nuevo álbum digital con el que el sello de L’Auditori nos sigue descubriendo el trabajo de sus agrupaciones residentes y los muchos vínculos que desde Barcelona se establecen con destacadas figuras de sus respectivos ámbitos musicales, como es el caso, en el campo de las bandas sinfónicas, del compositor, flautista y director suizo Franco Cesarini (Bellinzona, 1961).
 
Algo de esa voluntad de trascender fronteras y querer escuchar al otro, en un mundo tan globalizado como el actual, parece haber animado la composición de la partitura que, de forma monográfica, protagoniza el álbum que hoy nos visita: la Sinfonía Nº3 «Urban Landscapes», Op. 55 (2020) de Franco Cesarini, una obra que, según su propio creador, se convierte en un retrato sonoro de Chicago, tomando para ello diversos ecos musicales de la ciudad.
 
Conversando en 2018 con el director suizo Baldur Brönnimann, éste me decía que para quienes viven en Suiza las enormes cordilleras que la rodean ejercen de muro que, en cierto modo, les impele a querer trascender dicho aislamiento y buscar otros horizontes con los que encontrar nuevos paisajes. Un repaso al amplísimo catálogo de Franco Cesarini así nos lo muestra, estando dedicadas sus partituras o infiltrándose en ellas músicas procedentes de países y zonas geográficas como el Caribe, México, Rusia, Ucrania, Escandinavia, Bulgaria, el Cáucaso, Grecia, Hungría, Francia, Austria o una Italia con la que la ciudad natal de Franco Cesarini comparte idioma.
 
Por tanto, toda una fascinación por la diversidad musical, cultural y arquitectónica del mundo, que en el caso de estos «Urban Landscapes» uno comprende a la perfección, pues —si se me permite el desliz autobiográfico— fue Chicago el primer destino intercontinental al que uno viajó, allá por 1989, quedando fascinado por algunos de los edificios e imágenes de la metrópoli estadounidense a los que Cesarini da forma musical en su Sinfonía Nº3.
 
El primero de ellos es el histórico Wrigley Building (1920-21), una de las joyas arquitectónicas de esa ciudad, Chicago, en los Estados Unidos conocida como la Windy City. Algo de ese viento, sereno, en un principio, se asoma al comienzo del primer movimiento de esta Tercera sinfonía, titulado por Franco Cesarini The Wrigley Building from Dawn to Noon, una denominación que nos da, asimismo, el marco temporal que en este movimiento abarca el compositor suizo: desde el amanecer hasta el mediodía de una Chicago cuya progresiva agitación urbana, movimiento de gentes y tráfico, así como irrupciones musicales, desliza en los 8:45 minutos que dura este movimiento (el más largo de la sinfonía).
 
De este modo, y tras una breve introducción en la que aún prima la serenidad de las calles dormidas mientras sucesivos armónicos van añadiendo luz al conjunto instrumental, The Wrigley Building from Dawn to Noon se transforma en todo un fresco urbano en el que proliferan líneas melódicas y ecos estilísticos de compositores como George Gershwin, Aaron Copland o Leonard Bernstein. Ello depara que el tema principal, presentado en la breve introducción, vaya conociendo sucesivas metamorfosis desde lo que, inicialmente, es casi una cita onírica, emergida del sueño colectivo de la ciudad. Todo ello, con una fuerte coherencia estilística y una exquisita escritura para banda que demuestra la larguísima experiencia de Franco Cesarini en este medio, lanzando a la BMB a un agitado frenesí que presenta ecos de las big bands norteamericanas, con su exuberancia, rotundidad y poderío en el metal grave.
 
Tras el festín de ritmos entrecruzados, melodías superpuestas y fuertes contrastes armónicos con los que Franco Cesarini musicaliza la primera parte del día en el downtown de la principal urbe de Illinois, donde el Wrigley Building se emplaza a orillas del río Chicago, el segundo movimiento, Blue Silhouette, nos conduce a la noche de la Windy City. A ésta somos conducidos por un continuo que establece el pausado ambiente propio de un adagio, cuyo tema principal introduce el corno inglés, siendo sucesivamente variado en el viento-madera y en el metal. Es un tema de pátina melancólica y ecos estilísticos del Blues; de ahí, el juego de palabras que realiza Franco Cesarini en el título del propio movimiento, que tanto se refiere a dicho estilo musical, tan propiamente estadounidense, como al elemento programático de esta Tercera sinfonía: el paisajismo de reflejos que el skyline de Chicago dibuja sobre la superficie del Lago Michigan, aquí convertido en sinuosas líneas melódicas que parecen mostrar la ondulación de dichos reflejos arquitectónico-lacustres.
 
Como sucede en dos de las partituras más representativas del paisajismo acústico de la gran ciudad (ambas, de autores estadounidenses), como Central Park in the Dark (1906), de Charles Ives, y An American in Paris (1928), de George Gershwin, a Blue Silhouette se van asomando (especialmente, en los últimos minutos) ecos de distintos estilos musicales, como el jazz, si bien no tan independizados como en las respectivas partituras de Ives y Gershwin, sino más entrelazados con el propio tema central de este segundo movimiento, lo que hace que en la partitura de Franco Cesarini prime más la unidad y su gran trazo melódico central que lo disruptivo y discrepante, pues no pretende el compositor suizo sacarnos de esa zona de confort y apacible serenidad a la que nos había llevado su inicial tema de Blues, por lo que el segundo movimiento termina en esa misma calma, observando la ciudad desde la paz de los últimos momentos del día, con Chicago ya en sordina.
 
Muy otro es el ambiente del tan vívido y prolijo tercer movimiento, Cloud Gate, ya desde sus primeras notas: una festiva fanfarria con aires de Broadway que Franco Cesarini toma del segundo tema del primer movimiento, lo que refuerza el carácter cíclico de la partitura y su direccionalidad, tan potente y propia de esa mentalidad estadounidense heredada de sus exploradores del Lejano Oeste. Ahora bien, ese juego de espejos entre movimientos y su forma de hacer avanzar los temas, uniendo de un modo circular el principio y el final de la sinfonía, no es, ni mucho menos, casual, como no responde, tampoco, únicamente a una estructura musical que, por otra parte, tanto debe a una arquitectura netamente clásica: tanto por la forma tripartita como por la alternancia de movimientos rápido, lento y rápido que escuchamos en «Urban Landscapes».
 
Y es que, a todo ello, se suma una nueva referencia programática extraída de la propia ciudad de Chicago, pues este tercer movimiento, Cloud Gate, toma su título de una escultura homónima de Anish Kapoor instalada en el año 2004 en el Millennium Park, espacio de arte urbano donde, ya que estamos con la Banda Municipal de Barcelona, hemos de destacar la fascinante aportación a dicho parque de uno de los artistas barceloneses más reconocidos del presente, Jaume Plensa, autor de la vídeo-escultura Crown Fountain (2004). Tanto la obra de Plensa como la de Kapoor juegan a crear reflejos de la ciudad (una, a través de una pantalla bidimensional; la otra, del acero pulido de su superficie) y de su potentísima multiculturalidad: quizás, ese amanecer (ya no tanto cronológico, como de la propia humanidad) que nos traslada Cloud Gate como tercer movimiento abierto a un nuevo tiempo, a nuevas posibilidades de diálogo y a dar cabida a las formas circulares con las que Anish Kapoor conforma su escultura. De este modo, armonía, timbre, dinámicas y ritmo se espejean una y otra vez, generando una suerte de bucle que, firmemente enraizado en los materiales que se habían expuesto en The Wrigley Building from Dawn to Noon, van evolucionando hasta cerrar la obra con cierto grado de apertura que parece habilitar resquicios para nuevos reflejos o vientos llegados desde el resto del mundo a Chicago.
 
Como ciudadanos de una urbe igualmente abierta, cosmopolita y multicultural, los miembros de la Banda Municipal de Barcelona parecen haber comprendido a la perfección esa síntesis de polimorfismo, empuje y luminosidad que caracteriza a esta Tercera sinfonía de Franco Cesarini. Su énfasis rítmico es un buen ejemplo de ello, como la musculatura de sus metales o la sensualidad de sus maderas, por lo que, junto con la versión de la Civica Filarmonica di Lugano bajo la dirección del propio Franco Cesarini, el registro de estos «Urban Landscapes» a cargo de la BMB con dirección de su titular,  José R. Pascual-Vilaplana, se antoja referencial y de una muy disfrutable transparencia en una grabación que, como ya viene siendo habitual en los álbumes digitales de L’Auditori, es primorosa.



 



© Paco Yáñez, marzo de 2024
 


Más información en la página web de L'Auditori.
 
 

 

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