ISSN 2605-2318

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«El Himno al crepúsculo de Philip Sparke: virtuosismo bandístico y espléndido goce estético»


27/03/2024

Una crítica de Virginia Sánchez Rodríguez para El Compositor Habla


 
PHILIP SPARKE: Hymn at Twilight. Banda Municipal de Barcelona. José R. Pascual-Vilaplana, director. Álbum grabado entre el 12 y el 16 de julio de 2021 en la Sala 1 Pau Casals, L’Auditori de Barcelona. L’Auditori digital.



Pensar en la música para banda es, para la mayor parte de la sociedad, traer a la memoria las populares marchas asociadas al ámbito militar y a distintas festividades religiosas, siendo la más popular la Semana Santa que se celebra en estos días. También suele ser frecuente constatar que los programas bandísticos están repletos de melodías transcritas y adaptadas procedentes del repertorio sinfónico, operístico, zarzuelístico y, en los últimos tiempos, también cinematográfico. Sin embargo, en la actualidad, como viene sucediendo desde mediados del siglo XX, se ha incrementado el número y la variedad de composiciones para banda gracias a la profesionalización de muchas de ellas y al cada vez más elevado nivel técnico y artístico de sus intérpretes.
 
Asimismo, son numerosos los compositores contemporáneos que están contribuyendo a la diversidad sonora y expresiva del patrimonio bandístico fruto del profundo conocimiento de sus instrumentos. Uno de ellos es el londinense Philip Sparke (1951), que se ha convertido en uno de los autores más reconocidos del panorama coetáneo por su dilatado legado para esta agrupación. Sparke es, precisamente, el protagonista de estas líneas a través de Hymn at Twilight (2019), una evocadora propuesta para la Banda Municipal de Barcelona (BMB) (ver aquí)
 
Nacida como un encargo de BMB, el estreno mundial de Hymn at Twilight se celebró el 13 de marzo de 2022, en L’Auditori de Barcelona, como parte del programa “Retrato de artista: Philip Sparke”, contando con el maestro italiano Andrea Gasperin al frente del grupo instrumental. Por fortuna, esta composición está ahora disponible para el disfrute de todos a través de su grabación dentro del sello discográfico de L’Auditori, disponible en las principales plataformas digitales de la institución. A este respecto, si bien los creadores contemporáneos están contribuyendo a la ampliación del repertorio bandístico, tal como estamos apuntando, el cada vez más visible lugar de estas obras también se debe a la apuesta de las discográficas. Por ello, felicitamos a L’Auditori por el espacio que está destinando a las nuevas creaciones para banda, pues, además de la obra que será objeto de esta reseña, también forman parte de su sello la Sinfonía nº 3 “Urban Landscapes”, Op. 55, de Franco Cesarini –cuya crítica, a cargo de Paco Yáñez, está disponible en El Compositor Habla leer aquí – y Vértigo y Llama de José Miguel Fayos-Jordán –cuya crítica de Daniel Martínez Babiloni también está disponible en El Compositor Habla leer aquí


 
La obra que nos ocupa, Hymn at Twilight, como señala José Rafael Pascual-Vilaplana en las notas al programa disponibles en la web de L’Auditori, es un encargo de la Banda Municipal de Barcelona, cuyo origen se remonta al año 1886 y convertida hoy en una de las agrupaciones referentes de esta índole no solo de Cataluña sino de toda España. En lo que respecta a su autor, la atracción de Sparke hacia los conjuntos bandísticos se remonta a su etapa escolar, aunque empezó a materializarse durante sus estudios en el Royal College of Music. En la institución londinense, Sparke comenzó a desarrollar un papel muy activo de forma paralela a sus estudios reglados de piano, trompeta y composición, formando una banda entre los estudiantes del centro –que él mismo dirigía– y adentrándose en el mundo creativo al escribir varias obras para la agrupación. La calidad de esos primeros trabajos –como Gaudium (1973-1976) o A Concert Prelude (1979-1985)– fue clave para que el incremento de numerosos encargos, como The Land of the Long White Cloud (1979) –por parte de la New Zealand Brass Band Association, con motivo del centenario de su campeonato nacional– o Celebration (1991) –cuya petición y grabación se llevó a cabo por la Tokyo Kosei Wind Orchestra–. Desde entonces, son muchas los organismos que han requerido sus composiciones, de todas partes del mundo, con especial intensidad desde Estados Unidos, donde destacan los encargos para la Banda de la Fuerza Aérea de EE. UU.
 
Tampoco han faltado los galardones para el compositor británico, entre los que se encuentra el Concurso de Nueva Música para Bandas de la EBU –recibido en tres ocasiones, con Slipstream (1984), Skyrider (1985) y Orient Express (1986-1992)–, el Premio Sudler (1997), la Medalla Iles de la Worshipful Company of Musicians (2000), el doble galardón en el Concurso de Composición de Bandas William D. Revelli Memorial Band Composition Contest  organizado por la National Band Association –por Music of the Spheres (2005) y A Color Symphony (2016)–, el BUMA International Brass Award (2011) y el Premio Internacional de la Midwest International Band and Orchestra Clinic (2018). Miembro honorario de la American Bandmasters Association desde 2020, sus actividades como director y miembro de jurado lo han llevado a distintos países europeos, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del Sur, Canadá o Estados Unidos, entre otros. Sin embargo, su principal dedicación comprende la composición, lo que significa que la mayor parte de su tiempo esté dedicado a la escritura y a la edición, ya que, desde el año 2000, cuenta con su propio sello editorial, en el que se encuentra Hymn at Twilight, caracterizada por su onírica atmósfera.
 
Su título, Hymn at Twilight, Himno al crepúsculo en lengua castellana, recuerda a otra composición previa, Hymn of the Highlands, estrenada en 2002 en el concierto de gala de European Brass Band Championships. Sin embargo, más allá de su nomenclatura, ambas creaciones presentan diferencias, comenzando por su aspecto formal, pues la obra que nos ocupa presenta un único movimiento, a diferencia de Hymn of the Highlands, que es una suite. Igualmente, y a pesar de la belleza de ambas creaciones, Himno al crepúsculo, protagónico de esta crítica, destaca por el constante y sutil juego de las dinámicas, en torno a una constante variación de los matices, magistralmente concebidos por Sparke y aplicados por los intérpretes de la Banda Municipal de Barcelona, por su esplendor y, simultáneamente, por su misterio, evidenciado desde el primer compás.
 
De entrada, Himno al crepúsculo crea un aura de misterio a través de las campanas de inicio, que, aun sin ser tan numerosas, pueden recordar a esas doce campanadas con las que comienza la Danza macabra de Camille Saint-Säens (1831-1921). No obstante, las diferencias armónicas, además de la evidente distancia temporal con el compositor decimonónico francés, son notables. De hecho, la obra de Sparke, enseguida, se alza como un canto de luz, de claridad, evocando el propio crepúsculo, que es el término habitualmente utilizado para referirse, igualmente, a la luminosidad creciente que aparece por la mañana, desde el amanecer hasta la plena salida del sol, y que vuelve a hacer su aparición en el atardecer, desde la puesta de sol hasta que Helios se acuesta y da paso a la noche.
 
Si bien no parece existir una voluntad programática, el carácter evocador –que no descriptivo– es una de las señas de identidad de la obra. A este respecto, la escucha de Himno al crepúsculo permite constatar que, al igual que en otras de sus composiciones, Sparke también bebe aquí de las atmósferas plásticas de la música cinematográfica.

 
«Eso hace aún más sugerente la pieza, permitiendo al público experimentar imágenes mentales, sensaciones y estados de ánimo distintos, de acuerdo con la predisposición y los referentes sonoros de cada oyente»
 








Haciendo referencia a su título, y más allá de las sensaciones y sentimientos –que son experiencias subjetivas y personales que surgen de las emociones de cada individuo–, el carácter plástico de Himno al crepúsculo parece sugerir la imagen del crepúsculo vespertino, en torno a la belleza del atardecer, repleta de colores, encaminada después hacia la vacilación y la oscuridad de la noche. Concebida en un tempo lento, la composición, ya en sus primeros compases, presenta un ostinato melódico que se convierte en el leitmotiv, interpretado, en la figuración de corcheas, a cargo del tercer clarinete en Si bemol, el arpa y el vibráfono, en torno a una melodía de cuatro sonidos ascendentes: Si, Do sostenido, Re, Mi. Este motivo funciona como un hilo conductor, dirigiendo al oyente no solo hacia un viaje temporal o lumínico, sino, tal como estamos apuntando, también emocional.
 
Sparke, como es habitual en su legado, presenta una propuesta armónicamente apegada a la tonalidad, de escucha muy agradable para el oyente. En la partitura, demuestra el dominio de las posibilidades técnicas y expresivas de los distintos timbres de la banda, de los que es bien conocedor dada su dilatada experiencia, dando lugar a ricos y variados colores, así como a ambientes repletos de sensibilidad, que incluso parecen animar a la esperanza y al optimismo. Los ya mencionados variados y sutiles matices demuestran el conocimiento de las posibilidades de cada instrumento por parte del autor, pero también el virtuosismo de los intérpretes de la Banda Municipal de Barcelona, una institución referente a lo largo de sus 138 años de historia, que ha contado con históricos músicos al frente –como el propio Richard Strauss (1864-1949)– y que desarrolla una intensa actividad, especialmente, desde que en 2007 fue nombrada formación residente de L’Auditori.
 
«El maestro alicantino Pascual-Vilaplana, que es el director titular de la banda, es quien se encuentra al mando de la batuta en esta grabación, lo que, de entrada, ya supone una garantía de excelencia»
 







Si bien se mantiene un diálogo entre los instrumentos de viento y percusión, las flautas se erigen como protagonistas en un primer momento, trasladando, después, la melodía a otros instrumentos de viento madera, metales y percusión de altura determinada. A este respecto, los momentos más épicos corren a cargo del viento metal, en homofonía, dando lugar a un clímax en la parte central de la partitura, en torno al minuto 4:28, gracias a estos y a la aparición de los platillos. El buen gusto y la actitud vital se mantienen a lo largo de los nueve minutos y medio de duración, aunque la obra finaliza en medio de cierta indefinición, despertando una sensación de misterio en el oyente, motivada por el leitmotiv, ahora casi eterno, que se repite constantemente en una dinámica cada vez más suave. Aun así, a pesar de la enigmática aura final, el optimismo se mantiene intacto hasta el último sonido.
 
Como sucede con las obras de Sparke, Himno al crepúsculo muestra el virtuosismo de una banda, así como la excelencia técnica y el dominio expresivo del experimentado compositor de la partitura. Todo ello ha quedado registrado para la posteridad en una grabación impecable, un rasgo propio de los álbumes que forman parte del sello digital de L’Auditori. En definitiva, se trata de una creación espléndida, donde la evocación y el goce estético del oyente se mantienen como cuestiones prioritarias, por encima de artificios.

 

 
© Virginia Sánchez Rodríguez, marzo de 2024



Virginia Sánchez Rodríguez es Doctora en Musicología por la Universidad de Salamanca, Licenciada en Historia del Arte, Máster en Música Hispana, Máster en Formación de Profesorado, Experta en Gestión Cultural y Titulada Profesional en Música, especialidad Piano. Actualmente es Profesora Titular de Música en la Universidad de Castilla-La Mancha e investigadora del Centro de Investigación y Documentación Musical (CIDoM)-Unidad Asociada al CSIC. Es coordinadora editorial de la revista Cuadernos de Investigación Musical (CIDoM-Unidad Asociada al CSIC), así como coordinadora de los monográficos anuales sobre música de ArtyHum: Revista Digital de Artes y Humanidades.
Es autora de 6 monografías y de más de un centenar de publicaciones nacionales e internacionales. Habitualmente, ofrece ponencias en congresos celebrados en España y en el extranjero y colabora de forma habitual como evaluadora externa en revistas indexadas. Además de la docencia e investigación, desarrolla conferencias-conciertos y conciertos didácticos sobre mujeres músicas y sobre música de cine. Es la coordinadora de la Jornada Internacional “La música y las artes plásticas tienen nombre de mujer” que se celebra, desde 2018, en el marco de la Facultad de Educación de Ciudad Real (Universidad de Castilla-La Mancha).
Entre los galardones por sus investigaciones, se encuentran el Premio de Investigación 2013 a la Mejor Tesis Doctoral (Fundación SGAE), el I Premio de Investigación “Rosario Valpuesta” 2015 (Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y Diputación de Sevilla), el Accésit del Premio Internacional de Investigación “Victoria Kent” 2018 (Universidad de Málaga) y el Accésit del Premio Nacional de Divulgación Feminista “Carmen de Burgos” 2023 (Universidad de Málaga).
Sus líneas de investigación: Música y mujer en el cine elaborado durante el franquismo; Músicas populares (tradicionales y urbanas); Mujeres músicas de los siglos XIX y XX. (tradicionales y urbanas); Educación musical; Música y otras artes; Mujeres músicas de los siglos XIX y XX.
 

La foto de Virginia es de Carlos de la Torre Villar

Las fotos de los CDs son de May Zircus y han sido facilitadas por el Auditori


Más información en la web de L´Auditori
 

 

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