ISSN 2605-2318

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«KHÔRA: arquitecturas musicales para redefinir el espacio a través del tiempo»


24/06/2024

Una crítica de Paco Yáñez para El Compositor Habla



JOSÉ MARÍA SÁNCHEZ-VERDÚ: KHÔRA. SIGMA Project. Iñaki Alberdi, acordeón microtonal. Sylvain Cadars, ingeniero de sonido y productor. Un CD DDD de 65:16 minutos de duración grabado en el Conservatorio Profesional de Música “Rafael Frühbeck de Burgos”, Burgos (España), del 9 al 24 de marzo de 2019. Kairos 0022011KAI.
 
2024 está siendo un gran año, en lo artístico, para el compositor español José María Sánchez-Verdú (Algeciras, 1968). Además de los estrenos de partituras como NEKYIA (2023-24), Detrás del espejo (2023-24) o Jardín de Agua II (2024), el pasado 7 de abril tuvo lugar su ingreso, como académico de número por la sección de Música, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en un acto solemne en el que José María Sánchez-Verdú leyó su discurso Aproximación al concepto de repetición en un pensamiento artístico interdisciplinar.

 


La contestación institucional corrió a cargo de uno de los impulsores de su candidatura como académico, Tomás Marco, actual director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que elogió la calidad artística de la música de José María Sánchez-Verdú, su constante innovación y el fuerte diálogo entre tiempos históricos y contextos culturales que en ella se produce, algo de lo que en el catálogo del compositor andaluz tenemos numerosos ejemplos en los muchos géneros musicales para los que ha compuesto, desde la música de cámara hasta la ópera.
 
A todo ello se ha sumado un nuevo lanzamiento de José María Sánchez-Verdú en Kairos, uno de los sellos discográficos más prestigiosos de Europa. Así, tras sus compactos dedicados a obras orquestales, en 2008; y a la ópera AURA (2007-09), en 2010; en 2024 el tercer disco de Sánchez-Verdú en Kairos tiene como protagonista a KHÔRA (2012-19), ciclo espacializado para cuarteto de saxofones y acordeón microtonal cuyo estreno al completo tuvo lugar el 25 de enero de 2020 en el Ciclo de Música Actual de Badajoz, a cargo del cuarteto SIGMA Project y del acordeonista Iñaki Alberdi, músicos que han construido mano a mano con el compositor este ciclo de nueve piezas trabajadas a partir de sus cualidades específicas como intérpretes, lo que depara los altísimos niveles artísticos y técnicos que en esta grabación de KHÔRA escuchamos.
 
Gran lector y amante de la filosofía, que nutre tantas partituras de José María Sánchez-Verdú, en KHÔRA los textos de Platón, Jacques Derrida y Ernst Bloch no sólo informan el andamiaje conceptual del ciclo, sino su propia naturaleza como espacio y fluido histórico-musical, algo en lo que incide en sus notas para este compacto uno de los ensayistas que más lúcidos y brillantes textos sobre música nos ha dejado en la España contemporánea, Ramón Andrés.
 
Uno de los aspectos centrales de sus notas se refiere a la presencia del comienzo y del final en un marco espacial, a su desarrollo como proceso; pero, asimismo, a su indestructibilidad como esencia. Desde las reflexiones de Platón en el Timeo, y pasando por las de Aristóteles en su Física, llega Ramón Andrés a Jacques Derrida, con sus aportaciones sobre la ambigüedad e indefinición de la palabra Khôra (como localidad, lugar, espaciamiento, emplazamiento), recalcando su adaptabilidad a diferentes marcos espaciales. Es ésta una cuestión que viene muy al caso con respecto a un ciclo, KHÔRA, que en cada una de sus piezas procede a diferentes formas de habitar y musicalizar dicho espacio, ya sea por el emplazamiento de las plantillas instrumentales, ya por la importantísima función de los contrastes interválicos y las resonancias, cuya expansión desvela dichos espacios, lo que crea, según José María Sánchez-Verdú, «un campo de interacciones muy contrastado, casi de tipo instalativo, como una cartografía sonora, como una escultura de la memoria del espacio y el sonido».
 
En un paso más, Ramón Andrés se remite a Ernst Bloch y a su idea de que el sonido no sólo llena el espacio, sino que lo crea, redundando en lo propuesto por Sánchez-Verdú en un ciclo en el que cada pieza es un espacio en sí mismo, una definición de los límites (y aquí podríamos irnos, física y filosóficamente, a otro filósofo tan importante para el compositor algecireño como Eugenio Trías). El hecho de crear —blochianamente— un espacio, nos remite a una disciplina tan querida por José María Sánchez-Verdú como la arquitectura: otra forma de viaje en KHÔRA, junto con el espacial, el temporal y el filosófico; de forma que al adentrarnos en este ciclo lo hacemos, también, en «una arquitectura abstracta que articula nuestra percepción y la memoria de su forma».
 
Aún añade Sánchez-Verdú otra dimensión, para comprender en su totalidad KHÔRA; dimensión crucial en todo su catálogo, con ejemplos tan paradigmáticos como su ópera GRAMMA (2006): los jardines de la escritura y el instrumento como pincel cuya relación con el papel porta analogías de la escritura musical y su relación con el silencio; influencia de la caligrafía oriental nada extraña a Sánchez-Verdú, lo que amplía las dimensiones culturales de este ciclo.
 
Esta concepción del espacio musical como arquitectura la comparte José María Sánchez-Verdú con algunos de los más importantes compositores europeos nacidos, como él mismo, en la década de 1960, como Pierluigi Billone, en su tarkovskiano dúo para clarinetes 1+1=1 (2006); o Mark Andre, en su ciclo orquestal hij (2008-12). Al igual que en Andre y en Billone, la resonancia tendrá un peso crucial en KHÔRA, aunque en el caso de Sánchez-Verdú se procede a realizar toda una serie de contrastes que acusan mucho más los estratos de dicho espacio, las cámaras de esta arquitectura y la rugosidad de sus materiales.
 
Para reforzar dichos contrastes y la diferente vivencia de los espacios, opta Sánchez-Verdú en KHÔRA por diferentes plantillas, siendo la de Khôra I (2013) para un cuarteto de dos saxofones soprano y dos bajos. El hecho de que KHÔRA se remita, asimismo, al espacio como mitología y relato fundacional, parece pesar sobre esta génesis del ciclo, en la que se asiste al nacimiento de la materia acústica desde el rumor y las sombras, en un ejercicio de progresiva consolidación de la sonoridad instrumental, pasando por sucesivos estadios de ruido, rumor, temblor e intentos de articulación del habla, a través del aire sin tono en los saxofones. Esa bella escritura del aire se va afianzando en Khôra I hasta alcanzar los primeros resplandores armónicos, el progresivo dominio de la materia, de forma que el conjunto adquiere un sentido embrionario: Aleph borgiano en el que palpitan desde el ruido a la armonía, la textura plasmática y el grito, conformando esa suerte de «matriz» a partir de la cual KHÔRA se irá desarrollando.
 
Será un desarrollo en el que el conjunto se refleje en sus partes constituyentes, así como éstas se irán integrando produciendo espejeos entre las distintas estaciones del ciclo. Es por ello que KHÔRA posee, asimismo, un fuerte carácter orgánico que nos remite, igualmente, a la naturaleza. Horos I (2018) es muy evidente al respecto, con sus pulsos irregulares en los que el tiempo se convierte en un dúo de saxofones soprano, con sus sonoridades percusivas de aire y llaves, así como en los ecos de un canto que, con el parlato en los saxofones, nos permite comprender el ciclo como un proceso evolutivo (aquí, en su estadio de paleoescritura), pues en este compacto no ha optado Sánchez-Verdú por una disposición cronológica, sino de funcionalidad musical y sentido dramatúrgico. Ello hace que los vínculos entre Horos I y Khôra II (2015) sean totalmente directos, con la continuidad de esa habla en estado larvario, cual arcano ininteligible (de nuevo, con dos saxofones soprano y dos bajos): sonoridad que suma otra afinidad (s)electiva en José María Sánchez-Verdú, como la de Giacinto Scelsi y ese rumor de tiempos arcaicos y sonoridades intemporales que tanto aprecia Verdú en la música del italiano.
 
Alcanzada la cuarta pieza del disco, Transitus (2012), seremos ya plenamente conscientes de la fuerte unidad de estilo que, como conjunto, plantea KHÔRA, a pesar de que cada parte del ciclo incorpore elementos y paisajes acústicos propios. En Transitus escuchamos al saxofón bajo lanzarse al espasmo y al temblor, activando una y otra vez multifónicos de modo que creeremos escuchar a dos saxofones al mismo tiempo, con una fuerte incidencia en el contraste interválico entre las resonancias graves y unos agudos que nos parecen imposibles en un saxofón bajo, si no mediase el magisterio de Sánchez-Verdú, por un lado, y el del saxofonista Andrés Gomis, por otro: binomio que ya nos ofreció uno de los conciertos para saxofón más abrumadores que se hayan escrito en lo que va de siglo: Elogio del tránsito (2010). Fiel al título de esta pieza, en ella Andrés Gomis peregrina por el espacio, diseminando multifónicos y explorando las cualidades de sus resonancias. Dada la potencia de su saxofón bajo, éstas se convierten en auténticas bóvedas de sonido, por lo que el caminante genera, con su transitar, un espacio no sólo lineal, sino tridimensional.
 
Con Khôra III (2016) alcanzamos, por primera vez, la plantilla de quinteto, aquí conformada por dos saxofones soprano, dos bajos y acordeón microtonal. Dos poderosas influencias musicales se asoman a Khôra III: por un lado, las reminiscencias de una sonoridad de tipo electrónico; por otro, la del órgano, un instrumento que tiene en José María Sánchez-Verdú a un excelente compositor plenamente consciente de cómo el órgano es una de sus mejores posibilidades musicales para habitar y desvelar el espacio, a través del pálpito y las resonancias. Éstas dominan un quinteto, Khôra III, de gran delicadeza en su escritura, en la que la sonoridad de saxofones y acordeón se con-funde de un modo tan mágico como sorprendente, cual si sus texturas de aire atravesasen un filtro en el que, dentro de su poderosa masa de síntesis, van resplandeciendo sus respectivos timbres y espectros armónicos.
 
Esa reminiscencia del órgano se acusa, aún más, en Horos II (2019), partitura para acordeón microtonal tocado sobre los muslos que aquí escuchamos en la soberbia versión de Iñaki Alberdi, uno de los acordeonistas que más ha trabajado con José María Sánchez-Verdú. Ello vuelve a incidir en los elementos antes citados de compactación del ciclo KHÔRA en su conjunto, cuya densidad armónica adquiere un nuevo estadio de consolidación y densificación en los clústeres de Horos II. Sus enormes tsunamis de armónicos los apoya Alberdi en un magistral manejo del fuelle, de una energía desaforada que nos vuelve a remitir al grito, al atavismo y a una rugosidad que incide en los elementos más puramente emocionales, con sus furibundos arpegios de botones.
 
Tras los rugidos finales en el registro grave de Horos II, el contraste con el comienzo de Khôra IV (2019) no podría ser mayor, transitando este trío de dos saxofones soprano y saxofón tenor una línea de armónicos en una tesitura agudísima que vuelve a evocar a Scelsi, la forma arcaica y las distintas calidades del multifónico. Ello parece derivarse de una pieza escrita un año antes, pero que en este compacto se dispone en continuidad, reforzando la ampliación de registros y el mayor esplendor del espectro armónico, en Transitus II (2018), cuarteto para dos saxofones soprano, saxofón tenor y saxofón bajo (cuya parte es la misma que en Transitus habíamos escuchado, reforzando la unidad de KHÔRA). Esta permutación temporal de las piezas le permite a José María Sánchez-Verdú trabajar, con tal secuencia, la materia acústica al modo de un escultor, despojando progresivamente las resonancias y el espacio hasta su núcleo más irreductible en los compases finales de Transitus II, a los que llegamos tras todo un proceso de esencialización de la materia, convertido en un estudio de la disolución, del murmullo y del postrero eco. Todo ello es de una belleza arrebatadora, como si, mirado retrospectivamente el conjunto del ciclo, desde los estadios paleográficos del habla hubiésemos llegado a los ecos de dichas palabras, transcendidas y escritas con sus resonancias en las paredes de las arquitecturas que conforman KHÔRA.
 
Lo que parecía, en Transitus II, un final de recorrido, el último pálpito del rumor en el silencio, conocerá una nueva metamorfosis del sonido y de la forma, una verdadera invocación de la intemporalidad, en Khôra V (2019), partitura en la que nos reencontramos con el quinteto, por medio de dos saxofones soprano, dos saxofones “egipcios” (de tudel y lengüeta doble) y acordeón microtonal (nuevamente tocado sobre las piernas), además de megáfonos como instrumentos ad hoc. Con tal orgánico, Khôra V procede a integrar los reflejos de las partes constituyentes del ciclo en un solo todo: nueva forma de Aleph en cuya complejidad brotan pálpitos de lo ya escuchado, transmutados y llevados a nuevas formas sintéticas de armonía y ruido: un auténtico «Total sonoro», que diría Makis Solomos. Es por ello que Khôra V se convierte en un ambicioso ejercicio de memoria, evocando pasajes que creeremos recordar de forma más diáfana, como los pulsos y las señales del habla embrionaria de Horos I, con cuyos ecos Khôra V concluye, cual alcanzado una nueva forma de oralidad en la que la palabra se trasciende como forma ya puramente musical, en un destilado de sus esencias poéticas: momento de salto a otra dimensión que confiere una atractiva apertura final al ciclo, su condición de posibilidad tendida a futuros desarrollos.
 
Por lo que a las versiones de las nueve partes del ciclo se refiere, ya hemos venido comprobando la directa involucración de los músicos a quienes aquí escuchamos en su creación, resultando su interpretación de una perfección y adecuación estilística fascinantes: producto, asimismo, de los muchos años que tanto SIGMA Project (aquí integrado por Andrés Gomis, Ángel Soria, Alberto Chaves y Josetxo Silguero) como Iñaki Alberdi llevan trabajando con José María Sánchez-Verdú.
 
Todo ello redondea una edición que hemos de situar entre los mejores discos de música actual española, reforzando tal sensación las grabaciones y las mezclas realizadas por uno de los más destacados ingenieros de sonido de Europa, Sylvain Cadars, capaz de crear en nuestros equipos de música no sólo una apabullante fidelidad tímbrica, sino una vivencia del espacio tan importante en las sucesivas arquitecturas con las que KHÔRA lo habita y desvela.
 
Las mencionadas notas de Ramón Andrés, además de un texto sobre su propio ciclo a cargo de José María Sánchez-Verdú, completan un libreto trilingüe (en inglés, castellano y alemán) que incluye diversas fotos de compositor e intérpretes.







 
 © Paco Yáñez, junio de 2024

Más información en la página web del sello Kairos
 

 
 

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