Murió una gran mujer, una buena persona que perdurará en el tiempo, en la memoria de todos los que la conocimos, por su generosidad, por su elegancia, su saber estar y su amor por la música.
Áurea ha sido esposa, madre, compañera de vida del compositor y alma de sus proyectos. Se ha ocupado con esmero de todo lo que rodeaba al Maestro García Abril. La vida de Antón García Abril no puede comprenderse sin su esposa Áurea Ruiz que lo ha acompañado en lo personal y lo profesional, siempre.
Siempre alegre, con una sonrisa, su serenidad y el afecto genuino que ha dispensado a sus amigos y colegas, eran muestras de la gran dama que era.
Todos los que la hemos conocido la vamos a echar mucho de menos, siempre dinámica, siempre dispuesta a echar una mano.
Para su familia y muy especialmente para Antón, para sus hijos y sus nietos va todo nuestro cariño y admiración a una mujer irrepetible.
Buen viaje querida amiga.