ISSN 2605-2318

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«Avantgarde afrocubano, Louis Aguirre en los golpes de SoXXI»


21/06/2024

Una crítica de Ismael G. Cabral para El Compositor Habla

 

LOUIS FRANZ AGUIRRE
Percussion sextets
SoXXI Percussion Group (Borja Donet, Andreu Queralt, Miguel Ángel Real, Sergi Dauder, Josep Furió, Joan Soriano)
Ekkozone. 2024.
 

Hay discos que no son tanto una carta de presentación de un grupo como una toma de posicionamiento en favor de una música.  Este trabajo del conjunto valenciano de percusión SoXXI cumple sobradamente ambas razones. De un lado es el primer álbum de la formación, de otro este dista mucho de ser el consabido compilado de piezas que muestran unas y otras facultades del intérprete de turno. SoXXI ha apostado fuerte por un solo compositor, el cubano, residente en Dinamarca, Louis Franz Aguirre (Camagüey, 1968), lo que hace la función doblemente valiente; de un lado apostándolo todo a una sola carta, de otro dando a conocer a un músico poco divulgado en el que, vistos los resultados, creen estos músicos fervientemente.

Hay estéticas por las que no solo vale pasar con pulcritud y oficio, creérsela es fundamental. Se podrá argüir que, por encima de esto, ha de estar la profesionalidad de los implicados. Pero parece razonablemente convincente que, para cualquier músico, abordar una partitura de, pongamos por caso, el movimiento Fluxus, resulta un empeño más ideológico y militante que tocar una partitura de los impresionistas franceses. En Aguirre confluye una intensísima carga expresiva, pero también un elevado nivel de virtuosismo; hasta ahí nada que no pueda trabajar a fondo un buen intérprete. Sin embargo, todos los afluentes de la música tradicional latinoamericana -singularmente la cubana- restallan rítmicamente bajo la influencia de Xenakis y Varèse, rehuyendo toda tentación neo y aplicando una visión radical, casi ritualística (y sin el casi), del hecho sonoro.

Ya la obra que abre el disco -y que lo titula- Egungun: Ará Orun (2006-07) compila “una profundidad místico-religiosa innegable e implacablemente sincera”, según recoge en sus notas el percusionista y director del grupo Joan Soriano.

 
«La adhesión que Aguirre demanda a quienes se acercan a su obra es tan total que la fisicidad de este banquete tímbrico de golpes y ritmos abrasivos precisa de una estrecha trabazón con los músicos»









No en vano, el compositor no solo bebe de las fuentes de la vanguardia centroeuropea (que estar, está) y de las músicas de raíz de su origen geográfico, también se arremanga para establecer sinapsis con otras tradiciones, como la karnática del sur de la India, diferentes tensiones derivadas de lo afrocubano y confrontaciones (más ideológicas que plásticas en la escucha) relativas al despliegue físico holístico.

El aforístico Toque a Eggun (2008) podría ser una toma de posición. En apenas tres minutos Aguirre volatiliza la unidireccionalidad y consigue que acaezcan una multiplicidad de fenómenos. A la manera de Charles Ives en su radicalísima Universe Symphony, en esta breve composición se invoca al cosmos en su infinita magnitud de accidentes simultáneos y dispersos. Siendo el ritmo el elemento principal vertebrador de su música parece lógico pensar que encuentre en la percusión el vehículo idóneo de su expresión. Bembé (2008) es otra catarsis que se eleva de lo puramente conceptual y cuya telúrica fiereza invoca a la santería y a las festividades rituales en pro de las deidades (“A mis Orishas” reza la dedicación de la partitura).

Como en las obras para conjunto de percusión de Xenakis, hay una parecida inmediatez en estas páginas de Aguirre. Por ellas todavía no ha pasado la irrebatible criba del tiempo, pero pareciera posible vaticinar que su impacto sónico, hasta físico en algunos pasajes, podrá seguir apelando en el futuro a escuchantes muy diversos. En ese sentido el grupo SoXXI, beneficiado además por una grabación que logra espacializar e individualizar al instrumental, no amalgamarlo, tiene aquí un formidable vehículo para la divulgación y la reivindicación. No debe ser fácil plantear una interpretación en vivo de la obra más larga del disco, Oriki y Bembé a Eshu (Kyrie eleison), del año 2022. En esta resignificación constante de lo afrocubano, la obra que ahora nos ocupa adquiere unas dimensiones teatrales que hacen pensar en las grandes piezas para set de percusiones y voces de un Harry Partch. Pero al contrario que en la siempre lúdica música del norteamericano, la obra del cubano parte de diseños estructurales más fijos, también goza de una trascendencia (o de un afán de la misma) mucho mayor.




 
A pesar de residir en Centroeuropa, Aguirre no parece especialmente apelado por la casuística discursiva característica de la música irradiada desde el ámbito germano. Tanto en la última obra referida como en la que cierra este trabajo, fechada entre 2019 y 2021, Wemilere a Eleggua y Oggún (Liturgia de la Presencia Divina) la entrega a lo apocalíptico alcanza cotas de paroxismo hasta inéditas, pensamos, en las más aguerridas piezas de la escuela saturada francesa. “En Wemilere (…) intérpretes y oyentes solamente pueden tomar el camino marcado por Eleggua junto al terrible Oggún guerrero que, tras el abarrotamiento de los límites y el martilleo implacable, acompañado por los ensordecedores silbatos, culmina con el grito único y máximo de ¡Maferefún!”, detalla Soriano. El estruendoso dramatismo parece querer herir la sensibilidad occidental (esa a la que nada sutilmente se refiere en el último título, con Messiaen allá al fondo). La reclamación de un lenguaje tan manifiestamente personal puede dejar a auditores por el camino que se sientan desbordados por la intensidad sonora y por la acumulación de referencias ancestrales.

 
«Aguirre, aferrado a un ideario que lo distingue ferozmente incluso de los colegas más afrocubanistas, lo defiende en este catálogo de obras con la entrega total de los valencianos de SoXXI»









 
Ismael G. Cabral, Junio 2024

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