De José María Sánchez-Verdú podríamos decir muchas cosas, sobre todo de las que tienen que ver con asuntos musicales, pero comenzaré diciendo que es un gran conversador, y como además de polifacético, él dice poliédrico, es un políglota, es algo que además hace bien en varios idiomas; tal vez porque es un hombre muy culto, o tal vez porque como él mismo dice: “El diálogo es una forma espléndida de intercambio y de acercarse al otro”. Curiosa cualidad en un hombre que por un lado no para, y por otro nos confiesa que: “Me encanta y necesito la calma”.
Da un poco de miedo cuando comenta que: “No me valdría componer sin intentar cambiar el mundo, musicalmente…”, pero esta vehemencia es fruto de su apuesta por un trabajo y un esfuerzo, llenos de curiosidad, conocimiento, técnica y rigor, en el que no caben las medias tintas, ni el conformismo, ni la cobardía. Nos comenta también con mucha relatividad que: “Tal vez de algunos defectos puedan surgir chispas musicales muy valiosas”... y también que: “De los más grandes he aprendido que la humildad les suele ser consustancial…Siempre he querido aprender de ellos”.
No para. Nos comenta que: “Como profesor estoy encantado de pertenecer desde hace poco al Conservatorio Superior de Música de Aragón, que es la mejor experiencia que podría desearle a un joven estudiante de Composición en España, y además compartirlo con la enseñanza de la composición que desde hace muchos años realizo en universidades alemanas (Dresde y Dusseldorf)”.
Como autor nos dice: “Experiencias muy especiales para mi, entre otras, han sido en estos últimos tiempos trabajar con Zubin Mehta, realizar proyectos muy especiales vinculados a la arquitectura en lugares emblemáticos o presentar algunas de mis óperas en ciudades del mundo fascinantes como Venecia, Hamburgo, Viena, Buenos Aires o EL Cairo”. Como director de orquesta: “dirigir mi obra Nosferatu en la Bienal de Salzburgo o mi ópera AURA por toda Europa y en Argentina…”. Los festivales, orquestas y espacios culturales se lo rifan y continuamente programan su música. Para muestra el Festival Ultraschall de Berlín con tres composiciones, un estreno muy reciente encargo del festival de la Gare du Nord de Basilea, y en unos meses estar como compositor en residencia en otro festival suizo con numerosas obras, estreno y proyectos interdisciplinarios e instalativos. ¿Qué más se puede pedir?, teniendo en cuenta que nos dice que “De la música no me llegan disgustos” y que “Crisis ha habido casi siempre”.
Para Sánchez Verdú está claro: “Componer significa seguir siendo uno mismo, y no perder la ilusión del niño que abre regalos nuevos de vez en cuando”…”somos trashumantes, viajeros por condición”. Pero es que este viajero lleva ya casi treinta años componiendo, llegó hace tiempo para quedarse y no se ha ido. Sigue con la misma ilusión inventando y reinventándose a sí mismo: “No se trata de sumar sin rigor, sino de abrir la creación musical a espacios de interdisciplinariedad que hoy son muy importantes en Europa, un continente que en el ámbito de la Cultura occidental ha levantado una gran monumento a la creatividad con posiciones enormemente variadas y confrontadas (desde las grandes tradiciones a las más extremas vanguardias de principios del siglo XX) pero absolutamente propias.”
Capaz de juntar en una obra sinfónico-coral el Jingle Bells con la “Danza sacra” de la Consagración de la primavera... o de trabajar con instrumentos y plantillas instrumentales como el saxofón contrabajo, el clave microtonal, la tiorba, el oud o el sakuhachi, a nosotros nos parece que Sánchez-Verdú se atreve con todo. Por eso nos comenta que: “Crear significa ofrecer una nueva experiencia, abrir interrogantes”
El Compositor Habla
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